Ayer 28 de abril, se celebraron las elecciones en España con un claro vencedor, el PSOE, que se alzó con la primera posición con 123 escaños de los 350 de la Cámara, lo que supone 38 más frente a los anteriores comicios y una amplia diferencia a su inmediato rival, el Partido Popular, que con 66 escaños sufre una debacle electoral, perdiendo 71 escaños frente a 2016.
Ante este escenario se plantea una clara gobernabilidad para que Pedro Sánchez alcance la presidencia. El PSOE tiene dos opciones para sacar adelante la próxima legislatura para lograr una mayoría de 176 escaños: La primera, con Ciudadanos, que obtiene 57 escaños (+25 escaños) con claras discrepancias entre ambos programas económicos o bien con Unidas Podemos que suma 42 escaños (-20 escaños) y con los partidos nacionalistas/independentistas vascos y catalanes.
Entre ambas posibilidades, ha afirmado que considerará la posibilidad de entablar conversaciones para formar un nuevo gobierno solo con partidos que respeten la Constitución y promuevan la justicia social.
La participación en la votación del domingo ha sido del 75%, más de 8 puntos más que en las elecciones anteriores de 2016. El aumento de la participación se ha visto liderada por un gran impulso de Comunidad Autónoma de Cataluña, que se ha visto envuelta en un enfrentamiento político desde el fracaso de su intento de secesión en 2017, que llevó en prisión a varios líderes separatistas mientras son actualmente juzgados.
El eje socialista se impone al liberal
Por primera vez en una década, la economía española se ha visto relegada a un segundo plano en una campaña electoral como principal eje de debate. Aun así, con estos resultados, el global de partidos que apostaban programáticamente por reducir impuestos, han sido castigados en las urnas, con la pérdida de representación parlamentaria. En otras palabras, Partido Popular, Ciudadanos y Vox no han presentado la batalla como bloque.
Cierto es que Vox se incorpora en el Congreso de los Diputados con 24 escaños y Ciudadanos ha subido fuertemente, pero, todo ello, a costa del hundimiento de los conservadores. Por lo que, en su conjunto, la apuesta por una mayor libertad individual ha sido rechazada por los electores españoles, en favor de programas económicos más intervencionistas en la economía.
Si repasamos los datos de la última convocatoria celebrada en 2016, Partido Popular y Ciudadanos sumaron 7,94 y 3,14 millones de votos, es decir, algo más de 11 millones. En esta ocasión, se repite el total de 11 millones entre Partido Popular (4,36 millones), Ciudadanos (4,13 millones) y Vox (2,68 millones).
Entonces, ¿Qué ha sucedido?
Ante la expectativa de la irrupción de Vox, un partido que se situaría en el eje de la extrema derecha, se ha movilizado el votante de izquierdas, principalmente a través de la candidatura socialista. De hecho, la participación ha subido desde el 66,48% de las anteriores elecciones hasta el 75,75%. A ello, fruto de la ley electoral, la fragmentación de la derecha ha sido duramente penalizada con la pérdida de escaños en provincias pequeñas.
Como vemos, en ningún caso ha sido penalizado por parte de los electores que el Gobierno del PSOE fuera incapaz de sacar adelante los Presupuestos Generales para el actual año, o que su diseño no fuera creíble para los objetivos del déficit público. El próximo Gobierno del PSOE, lo tiene más fácil para la acción de Gobierno en la próxima legislatura.
Reacción de los mercados
Es interesante comparar cómo han ido evolucionando los resultados durante la noche de ayer y al mismo tiempo, examinar los movimientos del cruce euro/dólar para conocer el sentimiento de los inversores. Como vemos en el siguiente gráfico, hasta las 22.30h se produjo una ligera bajada del cruce hasta los 1,1142 dólares, pero a partir de ese momento, hemos visto cierta estabilización en el tipo de cambio hasta los 1,1150 dólares.
Curiosamente este movimiento se ha visto impulsado a raíz de que el grupo Ciudadanos conseguía ir ganando poco a poco mayor representación parlamentaria, haciendo posible un pacto PSOE-Ciudadanos como fórmula de Gobierno lo que se traduciría en una estabilidad parlamentaria de dos partidos pro europeos.
Por otro lado, en las semanas previas hemos visto una gran tranquilidad en los mercados referentes para España. Su bolsa, el Ibex 35, ha subido durante el mes de abril del mismo modo que lo han hecho el resto de índices europeos hasta situarse en los 9.500 puntos. Por lo tanto, no se ha visto penalizado por las encuestas que diseñaban un escenario, en mayor o menor medida, similar al que finalmente hemos asistido.
No obstante, la resaca electoral tiende a ser roja para el selectivo bursátil, siendo especialmente negativa en los supuestos de cambio de gobierno como en los años 1996, 2004 o 2011:
- 7 junio 1993: -1,75%.
- 4 marzo 1996: -5,22%.
- 13 marzo de 2000: -1,23%.
- 15 marzo 2004: -4,15%
- 10 marzo 2008: -0,29%
- 21 noviembre 2011: -3,48%
- 21 de noviembre de 2015: -3,62%.
- 27 de junio de 2016: -1,83%.
Si nos dirigimos al mercado de la deuda, también se aprecia esta tranquilidad. El bono español a diez años está rindiendo tan solo un 1,02%, mientras que al iniciar este año la rentabilidad se encontraba en el 1,42%. Y si desde 2014, la prima de riesgo oscila en una horquilla de 100-130 puntos, actualmente nos encontramos en la parte baja con 104 puntos en el diferencial frente al bono alemán.
Retos económicos para el próximo Gobierno del PSOE
En los últimos años hemos visto como la fuerte recuperación economía española se ha visto acompañada por una reducción de los desequilibrios macroeconómicos, incluidos los déficits de cuenta corriente sostenidos, el desapalancamiento continuo del sector privado y la reestructuración del sistema financiero (a cargo del contribuyente).
Sin embargo, hay un contrapunto que no debemos olvidar y es la gran cantidad de deuda que han ido acumulando en las administraciones públicas, debido a un débil ajuste fiscal estructural. De hecho, España no se ha caracterizado por los recortes para cuadrar las cuentas sino que el crecimiento de España ha sido el gran catalizador para mejorar el déficit. Hemos sido (y somos) el país con mayor déficit de la UE durante estos años.
Pero actualmente nos encontramos en un proceso de desaceleración de la actividad económica, y por ello, el crecimiento del PIB español avanzó un 2,6% en 2018, alejándose del promedio del 3,1% que se había visto en los años 2015 y 2018. Para este año también seguirá el proceso de desaceleración con las previsiones del 2,3% para este año y del 1,9% para 2020.
La falta de estabilidad presupuestaria y la moderación del crecimiento económico tiene un impacto directo en el empleo, por lo que el otro gran reto del PSOE será mantener las tasas de creación de empleo sólidas que hemos visto en los últimos años con medio millón de empleos creados anualmente.
El problema de deuda está ahí... Las previsiones actuales dibujan un contexto en el que se producirá una reducción gradual en la ratio deuda pública, del 97,1% del PIB en 2018 al 94,5% en 2020.
Para gestionar este alto volumen de deuda, hay que mencionar un dato: El vencimiento promedio relativamente largo de la deuda pública de 7,5 años, en comparación con 6,8 en 2016, significa que el supuesto aumento constante en los rendimientos marginales (impulsado por la normalización de la política monetaria) llevará tiempo hasta el coste promedio de servicio de la deuda.
Sin embargo, el riesgo más identificado con la deuda es un shock externo que lleve a una nueva recesión y los inversores dejen de acudir a las emisiones de deuda, disparando así su coste, lo mismo que le sucedió a Grecia que le supuso la solicitud de hasta tres rescates auqnue de por medio, vivió un duro ajuste con la caída del 25% del PIB.