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Las tiendas de barrio echan el cierre en España: miles de pérdidas y cierres en masa de pequeños negocios en lo que va de 2025

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Sergio Delgado

Centros comerciales gigantes, grandes supermercados, bazares chinos y el comercio electrónico, están enterrando como nunca al comercio tradicional en España. O lo que es lo mismo, a las tiendas de barrio de toda la vida.

Son aquellas con las que crecimos. Donde el panadero sabía cuántos panes queríamos. Donde conocíamos el nombre del carnicero o el frutero de nuestra calle. Donde fuimos al colegio con el hijo o la hija de la señora de la mercería y donde nuestro padre tenía largas charlas con el mecánico del taller que reparaba, de tanto en tanto, el coche familiar.

La realidad, a día de hoy, es otra: el comercio de proximidad en España atraviesa una situación crítica que se ha ido acrecentando en los últimos años, y que en 2025 lanza señales de SOS prácticamente todos los meses.

Las cifras hablan por sí solas. Y es que, miles de autónomos se han dado de baja y centenares de locales han bajado la persiana, dejando barrios enteros con servicios menos personalizados y con un evidente deterioro de la vida en comunidad.

Los expertos son claros. Este fenómeno no responde solo a los vaivenes coyunturales de la economía. Es más bien una crisis estructural que golpea con especial fuerza al tejido que forman los barrios, las microempresas y los autónomos.

La lista de impedimentos es cada vez mayor: inflación, presión fiscal, mayores costes financieros y un consumo que se redirige a las grandes superficies y a internet, que han creado una tormenta perfecta que hace cada vez más inviable tener una humilde pero muy útil tienda en nuestro barrio.

La fragilidad del pequeño comercio

Según el último Barómetro de los gestores administrativos, entre enero y junio de este año han desaparecido el 4,8% de las pymes. La aparente compensación con nuevas aperturas, que alcanzan un 5,2%, en realidad esconde un problema de fondo: no se trata de crecimiento económico, sino de una rotación forzada de negocios que impide consolidar tejido empresarial sólido.

Aún más preocupante resulta el dato de que un 17% de las empresas cerró el semestre en números rojos y otro 17% reconoció serias dificultades para afrontar pagos. Esta fragilidad explica por qué tantas tiendas de barrio se ven obligadas a echar la persiana de forma definitiva.

Las deudas y la presión fiscal limitan la viabilidad

En lo que va de 2025, el 25,5% de las pymes ha aumentado su nivel de endeudamiento. Al mismo tiempo, la mitad de ellas declara pagar más impuestos que el año pasado. En consecuencia, la rentabilidad media cae por debajo del coste de la deuda, lo que convierte el crédito en una herramienta ineficaz para garantizar liquidez.

Más del 90% de los pequeños negocios opera con márgenes extremadamente reducidos, según un informe técnico presentado junto al barómetro. Desde 2008, los costes laborales han crecido mientras la productividad ha disminuido, generando un desequilibrio que asfixia la rentabilidad. El empleo y la inversión dependen de este margen mínimo, sin el cual la supervivencia se compromete seriamente.

Los datos oficiales confirman la ralentización

Las cifras de la Agencia Tributaria corroboran esta tendencia. Las ventas apenas crecieron un 3,2% en el segundo trimestre, el menor avance desde 2023. La inversión empresarial también se enfría, con un incremento de tan solo un 2,5% en bienes de equipo y software. Las exportaciones muestran un crecimiento marginal del 0,8%, insuficiente para compensar la caída en mercados europeos y extracomunitarios.

El empleo, aunque sigue en positivo, crece menos que en años anteriores. El número de asalariados se elevó un 2,7% y los salarios un 3,6%, el ritmo más bajo en tres años. Todo apunta a que la economía empresarial española entra en una fase de menor dinamismo, con consecuencias directas en la viabilidad de las tiendas de barrio.

Los efectos sociales de los cierres

Cada cierre va más allá de una simple estadística. Cuando un pequeño negocio desaparece, el barrio pierde un punto de encuentro, un servicio próximo y parte de su identidad. En julio, más de 7.700 autónomos abandonaron su actividad y 1.308 comercios minoristas bajaron la persiana. Esto equivale a 235 cierres diarios, lo que refleja el alcance de la crisis.

Los comerciantes locales se encuentran atrapados entre unos costes fijos al alza y una demanda cada vez más restringida. Muchos han optado por reducir horarios o recortar plantillas, lo que a su vez eleva las cifras de desempleo. Otros directamente se ven obligados a bajar la persiana.

Trámites complicados y administración desbordada

Otro factor que agrava la situación es la dificultad creciente para gestionar trámites con la administración. Según los gestores administrativos, el 61% de los empresarios considera que ahora los procedimientos son más complicados que antes de la pandemia. Además, la mayoría percibe una atención pública insuficiente, con puntuaciones bajas para todas las instituciones.

En este contexto, las tiendas de barrio se enfrentan no solo a problemas de liquidez y competitividad, sino también a un marco regulatorio percibido como hostil, que añade costes de gestión innecesarios y retrasa cualquier intento de reactivación.

Una tendencia que amenaza la cohesión social

El cierre masivo de tiendas de barrio no solo supone pérdidas económicas. Afecta también a la cohesión social de los barrios, que ven desaparecer espacios de interacción y confianza construidos durante años. La falta de relevo generacional, sumada a la dureza del contexto económico, acelera una transformación que amenaza con dejar calles enteras sin vida comercial.

Imágenes | Pixabay, Unplash

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