Dicen que los niños vienen con un pan debajo del brazo. Pero, como en todo, en esto también hay clases. Y no es lo mismo ser un bebé normal que ser el heredero al trono de una de las monarquías más antiguas del mundo. Así, en Japón, el alumbramiento por parte de la princesa Kiko de un bebé varón ha generado un gran impacto social y también económico.
El bebé (todavía sin nombre) es el primer varón nacido en la familia real nipona en más de cuarenta años, y su nacimiento viene a poner fin a la crisis sucesoria que se cernía sobre la monarquía. Y es que, con las mujeres apartadas de la posibilidad de subir al trono y los problemas de la princesa heredera Masako (inmersa en una constante depresión por la presión a la que se ve sometida para alumbrar un varón que no llega), las urgencias se tornaban históricas. Así que el nuevo bebé se sitúa en tercera posición de la cadena dinástica, por detrás del príncipe heredero Naruhito y del hermano de éste y padre del bebé, Akishino. Con estos antecedentes, es normal que la pasión se haya desatado entre los japoneses. Así, el Instituto de Investigaciones valora en 1.290 millones de dólares el impacto directo que este alumbramiento tendrá en la economía japonesa, extrapolando los efectos de situaciones similares anteriores sobre el incremento de bodas, embarazos, nacimientos y gastos asociados en la población general. Además, algunos analistas consideran que esta noticia puede afectar al ánimo de la población y hacerlo más proclive al consumo en general. También, según parece, la noticia provocó la toma de posiciones en la Bolsa de Tokyo centrándose en empresas cuyos productos se centran en la maternidad o en la infancia. Y es que parece que si la familia real tiene bebés... el pueblo se decide también a tenerlos.
Vía | El Mundo