Después de describir el modelo laboral de Austria, EEUU y Dinamarca, hoy le toca el turno a Alemania. Lo que se está contemplando del modelo alemán no tiene nada que ver con la indemnización por despido, sino de flexibilidad laboral en época de crisis. Hay que tener en cuenta que en Alemania el impacto de la crisis en el PIB ha sido mayor que en España, pero el paro apenas ha aumentado, todo lo contrario que en nuestro país.
¿Cuál es la clave de esto? Pues que la mayoría de los EREs que ha habido en Alemania en estos años son temporales o de reducción de jornada y no de extinción del puesto de trabajo. Es decir, las empresas alemanas pueden reducir la jornada de los trabajadores con mucha flexibilidad para adecuarla a la demanda productiva, y estos trabajadores ven compensada su reducción de salario con un subsidio público. También pueden suspender a trabajadores de empleo durante una temporada y los trabajadores recibirán un subsidio de desempleo del Estado. Si esto último ocurre, los trabajadores tienen que realizar cursos de reciclaje, para adaptar su capacidad productiva a las necesidades del momento.
Todas estas medidas son posibles en España, pero los mecanismos son mucho más complicados. En Alemania el 90% de los EREs son de este tipo. Es decir, no reducen el empleo de una forma definitiva, sólo parcial. Aunque este tipo de medidas tienen un coste asociado para el Estado, ya que este tiene que correr con gastos que la empresa se ahorra, el trabajador conserva su puesto de trabajo y mantiene su poder adquisitivo, con lo que la crisis no se agrava por destrucción de empleo.
El modelo alemán es precisamente ese, dar flexibilidad a las empresas para adecuar sus costes a la demanda del momento y evitar destrucciones masivas de empleo en periodos de crisis, como ha sucedido en España. ¿Funcionaría un modelo similar en nuestro país? Seguramente sí, aunque no de una forma tan buena como en Alemania.
En Alemania tienen mucha industria, y este modelo se adapta muy bien al modelo industrial. Si hay menos pedidos, la fábrica funciona a menos ritmo, y o bien hay que cerrarla durante un tiempo o bien hay que reducir turnos. De hecho en España se aplica este modelo en la industria, casi todos los EREs temporales que ha habido son de fábricas que cierran durante un tiempo para parar la producción y dejar que se acumulen pedidos antes de arrancarla de nuevo.
Una de las mayores críticas a este modelo es que no funciona tan bien con el sector servicios. Sin embargo, para mí sí que tiene aplicación. Si una persona trabaja en una oficina, por ejemplo procesando facturas, en la crisis seguro que su carga de trabajo ha disminuido. Lo que antes hacía en 5 días ahora puede hacerse en 4. Por lo tanto la empresa puede ahorrarse un quinto de su sueldo, el Estado pagar esa parte al trabajador y este último realizar cursos un día por semana. Y lo mismo puede suceder en un bar, por ejemplo. A lo mejor con la crisis dos camareros son excesivos, pero siguen siendo necesarios en fin de semana. Si reducimos un día a cada uno podemos tener dos días por semana con un único camarero, ahorrando costes pero manteniendo la capacidad cuando más negocio hay. Y ello sin destruir un puesto de trabajo. Y no estoy poniendo ejemplos extremos, en Alemania el modelo se ha aplicado no sólo a fábricas, sino a otros muchos tipos de empleo.
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Imagen | Wolfgang Staudt