Que las pensiones suban con el IPC un año de alta inflación es pegarse un tiro en el pie para España

Que las pensiones suban con el IPC un año de alta inflación es pegarse un tiro en el pie para España
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Las pensiones son uno de los grandes caballos de batalla económicos en España. Prácticamente cada semana hay novedades (o supuestas novedades) al respecto, y todo ello a la espera de que se complete la famosa reforma de este sistema que sirva para intentar garantizarlas en un futuro a medio plazo.

No está España para tirar los cohetes en este sentido, pues actualmente lo paga en pensiones supone el 12% del PIB (con datos a cierre de 2021) y el problema es que no tiene por donde meter mano para lograr más dinero.

Nuestra sociedad envejece, nacen pocos niños y la inmigración ya no es la de antes. Por lo tanto, urgen cambios efectivos si queremos tener pensiones mañana.

Pero a todo esto se ha sumado un problema añadido. Y no es baladí. La inflación está en cotas elevadísimas. En marzo cerró en el 10% y según están las cosas, no parece que vaya a bajar de forma contundente.

Y ya sabemos que España actualiza las pensiones en función del IPC, para acompasarlas al coste de la vida, pero según está el patio, habría que acometer una importante subida para no empobrecer a los pensiones. Y el Gobierno está dispuesto a ello. Con lo que eso puede conllevar.

Suicido económico VS rédito político

La ministra de Hacienda y Función Pública, Maria Jesus Montero, ha sido contundente: las pensiones se van a revalorizar en 2023 en función del IPC, sea cual sea. Es decir, que si asciende a dos dígitos, como todo hace prever, se revalorizarán tal cual.

El pasado año, la inflación acabó en 2.4%, y las pensiones se han revalorizado este 2022 un 2,5% para las no contributivas y un 3% para las contributivas. Para este 2022 la situación puede ser muy diferente a tenor de lo que ya estamos viviendo.

El Banco de España, por ejemplo, acaba de revisar sus previsiones sobre la inflación y, básicamente, las ha doblado: de un 3,5% a un 7,5%. Y eso siendo optimistas, pues el regulador bancario espera que la inflación que soportamos ahora del entorno del 10% dure hasta junio o julio.

Pero, ¿qué pasa si se alarga? ¿Qué pasa si el año acaba en dos cifras? Pues que el Gobierno podría darse un tiro en el píe. Porque la economía no va a crecer tanto como preveía. Funcas, uno de los paneles más certeros, ya ha bajado el incremento del PIB en 2022 al 4,8% desde el 5,6%, y el propio Banco de España ha hecho lo propio, desde el 5,4% al 4,5%.

Por lo tanto, ¿cómo se va a pagar esto? Porque las cuentas no salen. A pesar de que el año pasado el Estado obtuvo una recaudación récord, el déficit está disparado. Es del 7,3% del PIB, el segundo más alto de la UE, y la deuda pública es superior al 120% del PIB.

La cosa se está volviendo a ir de las manos, y el tema de las pensiones desde luego no ayuda. El Gobierno, por tanto, va a fiarlo todo a su medida estrella de intervenir el mercado eléctrico para bajar el precio del gas, que eso baje el precio de la luz, y que eso reduzca el resto de precios colaterales.

Si la inflación se mantiene en el entorno del 7% que prevé el Banco de España a finales de año (que es muy probable), el erario público tendría que efectuar un desembolso extra de 12.600 millones de euros para cumplir con las pensiones. Y ya hemos visto cómo están las cosas en nuestra macroeconomía.

Por lo tanto, olvídense de una bajada de impuestos que compense el encarecimiento de la vida, si cuando más recauda el Estado no es capaz de reducir su deuda, imaginen si encima bajan los tributos...

El Gobierno está atado de pies y manos con las pensiones, se ha hecho el harakiri con una reforma que no soluciona el problema a futuro y solo compromete el presente.

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