¿Cómo ganan tanto los fondos de capital privado?

¿Cómo ganan tanto los fondos de capital privado?
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Parece que España está en el punto de mira de los grandes fondos de capital privado, ¡los todopoderosos! Tienen muchos miles de millones a su disposición y sus operaciones son cada vez más grandes. Recientemente, les hemos visto cerrar operaciones llamativas en España, como son sus compras de Cortefiel y de Occidental Hoteles.

El gran secreto es el por qué los todopoderosos pueden pagar precios aparentemente astronómicos, bastante por encima de los precios que están dispuestas a pagar incluso otras empresas del mismo sector que, en teoría, deberían conocer mucho mejor que unos meros financieros, el negocio, el sector, y la empresa. Sin embargo, un año, dos años, tres años después, los todopoderosos venden la empresa comprada y se embolsan cifras suculentas, habiendo generado retornos sobre su capital invertido de 50%, de 100% o de 200%, y notablemente por encima de lo que generan las otras empresas del mismo sector. ¿Cómo puede ser? Pues el secreto no es tan secreto, ya que los todopoderosos siguen mas o menos los mismos pasos, pasos que las empresas parece que no se dignan a seguir. El objetivo de los todopoderosos es utilizar el mínimo de capital, establecer una empresa eficiente, rentable y con mucho futuro, y así venderla a precios muy altos y asegurar la rentabilidad superior para sus inversiones.

Lo primero que hacen es evaluar el negocio y ver cuál es el máximo de deuda que el flujo de caja de la empresa pueda financiar, sin perjudicar su futuro. Es decir, utilizan capital barato de otros para financiar una gran parte de sus inversiones.

Segundo, las cuentas bancarias de la empresa se mantienen al nivel más bajo posible, compatible con las necesidades del negocio y de la inversión en su futuro. El exceso lo devuelven a los accionistas, es decir, a ellos mismos, para reducir al máximo su capital invertido.

Tercero, limpian la empresa de activos, es decir, venden todos los activos que no sean estrictamente necesarios para el negocio directo de la empresa. Esto incluye la venta de negocios ajenos al negocio principal y divisiones no directas, la venta de edificios, incluso con su realquiler, y el máximo de outsourcing (la contratación de servicios fuera de la empresa), otra vez para reducir al máximo su capital invertido.

Cuarto, la contratación de la mejor gestión posible que existe en el sector, pagarles sueldos altos y fuertemente vinculados a resultados, dándoles la oportunidad de ganar mucho dinero si superan los objetivos fijados e, incluso, dándoles la oportunidad de participar en el capital de la empresa para que también participen en los beneficios generados por la eventual venta.

Quinto, la implementación de un riguroso control de gastos donde sólo los gastos imprescindibles en cada momento son efectuados, sin escatimar en gastar en lo que está justificado por el plan de crecimiento.

Sexto, la inversión agresiva en el fomento del crecimiento del negocio para que la empresa en poco tiempo tenga una plataforma para desarrollar un negocio más importante y rentable a niveles más altos que antes. Estas inversiones incluyen inversiones en I+D y en el crecimiento de empleo.

Séptimo, preparar la salida a bolsa , algunas veces la posible venta a otros todopoderosos o la venta a otras empresas del sector que, entonces, estarán dispuestas a pagar bastante más que lo que querían pagar antes.

Octavo, contar las ganancias y empezar otra vez.

Lo sorprendente, lo triste, lo escandaloso es que todas las empresas podrían seguir exactamente estos mismos pasos, crear empresas eficientes, con crecimiento en negocio y en empleo y, al mismo tiempo, generando retornos para sus inversores bastante por encima de los que generan ahora y su precio en bolsa lo reflejaría.

Parece que la mayoría de los gestores de empresas están más interesados en tener las cuentas bancarias de sus empresas llenas y su deuda baja para poder comprar cosas, crear imperios industriales que puedan manejar ellos, al margen del por qué realmente están en sus puestos y de las necesidades de sus accionistas y, con sus operaciones estrella, acumular cada vez más poder y prestigio personal.

No sorprende que se esté viendo cada vez más inversores normales invirtiendo en los fondos de los todopoderosos, intentando buscar a profesionales que realmente les preocupe la rentabilidad de sus inversiones.

Vía | Expansión y La Gaceta por Ascri En El Blog Salmón | Los capital privado empiezan a trabajar, Empresas no deben cambiar de negocio y ¿De quién es el flujo de caja?

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