Como estarán los ánimos que la euforia del rescate a España no alcanzó a durar ni 24 horas. Y el Ibex35, pese a arrancar a gran ritmo y alcanzar un alza del 6% que lo llevó a acariciar los 7.000 puntos en los primeros minutos de la jornada, se desplomó sin piedad para terminar el día con el 0,54% en contra, tal como muestra la gráfica capturada de Cinco Días.
Y así como el Ibex volvió a morder el polvo de la derrota (mientras en la semana de la especulación, la semana pasada, batía todos los récord del año), la prima de riesgo también se disparó y llegó a los 520 puntos. A estas alturas nadie puede negar que la prima de riesgo seguirá en ascenso. Esto es porque los 100 mil millones de euros son una cifra mezquina y si están destinados al sistema financiero no es más que dinero desperdiciado. Dinero que, sin embargo, se encargará de elevar en un 10% el déficit público hasta llevarlo al 90% del PIB.
En una economía en contracción como la española, prestar 100 mil millones de euros no es ningún favor. Y menos si ese dinero se entrega para tapar los agujeros del sistema financiero. Un préstamo más generoso por 300 o 400 mil millones de euros que junto a limpiar las finanzas públicas se aboque a desarrollar proyectos para el futuro en materia, por ejemplo de energías renovables (a propósito del reciente artículo publicado en la revista Nature) abriría un futuro posible, dado que en España hay importantes avances y especialistas en este ámbito. Lo que hoy podría disparar el déficit, en una década se recuperaría con creces si se asume un calendario de desarrollo riguroso. Pero nada de eso. Se prefiere dar dinero a un cadáver.
El gobierno de Rajoy pide dinero solo para recapitalizar a los bancos y limpiar toda la basura tóxica de sus balances, con cargo, como es de costumbre, a los contribuyentes. Y como esos 100 mil millones de euros no aportan nada a la economía real pasan a ser un enorme lastre improductivo, una carga pesada en la deuda pública que amenaza con elevarla al 100% si la prima de riesgo no frena su ímpetu alcista.
Se sabe desde hace tiempo que un déficit deuda pública del 90% empuja a la economía a la recesión dado que implica una caída mínima del 1% en el PIB. Como España ya se encuentra en recesión, una caída del 1% adicional puede implicar un retroceso del 2,3% este año y de 2,5% el próximo. Las proyecciones no pueden ser más alarmantes pero todo el mundo sigue impávido, como si cuatro años de crisis hubiesen adormecido hasta los espíritus más inquietos. Nada se hace por impulsar el crecimiento.
La cruel realidad es que la mezquindad de la UE lleva toda la carga de la recapitalización bancaria a los contribuyentes, y si Irlanda ya tiene un costo del 25% del PIB durante 15 años para pagar los préstamos otorgados al sistema financiero, eso mismo se busca para España. Todo el dinero que se recibe va hacia los titulares de los bonos, que no son otra cosa que los bancos, los fondos de pensiones, o los fondos de inversión, que sabían perfectamente que tomaban riesgos cuando invertían en fondos especulativos. Pero ese riesgo es compensado totalmente por el Estado.
La cruel ironía que tiene todo esto, es que las cuentas han sido tan mal sacadas que el impulso de los 100 mil millones resulta demasiado débil ante una economía que se cae a pedazos y que tiene el mayor desempleo en décadas. Este mezquino impulso que propina la Comunidad Europea a España no da para un despegue y el impacto de una próxima colisión puede poner en verdaderos apuros a la moneda única, y ahí no habrá escapatoria. Más aún cuando Italia es el que sigue en la lista de los “rescates”, y sigue aumentando el lastre de la banca zombie.
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Imagen | Cinco Días