Turbulencias del mercado opacan el optimismo de la Fed y bolsas caen a mínimos anuales

Turbulencias del mercado opacan el optimismo de la Fed y bolsas caen a mínimos anuales
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Ibex35

Una antigua anécdota atribuye a Nathan Rotschild la frase "hay que comprar con el sonido de los cañones y vender con el sonido de las trompetas". Rothschild se hizo de fortuna al conocer antes que nadie el resultado de la batalla de Waterloo y compró cuando toda Inglaterra daba por perdida la gesta de Wellington y los precios estaban por los suelos. Luego vendió en la euforia que siguió a la derrota del emperador Napoleón, el hombre que para Hegel simbolizaba "la razón a caballo".

También se atribuye a Rothschild la frase "comprar cuando hay sangre en las calles". El problema de los tiempos actuales es que al sonido de los cañones pueden seguir sonidos de cañones más estruendosos; y a la sangre en las calles puede seguir más sangre en las calles. Esto es por el nivel de confusión que hay en los mercados y el nivel de caos que está invadiendo a los países. A los ya conocidos escenarios de indignación que se viven en Grecia, Portugal, España, Italia, Francia, Egipto, Siria, se suman ahora los de Turquía y Brasil. Y los mercados se acoplan a este pánico que hunde los precios a gran velocidad y propaga nuevos temblores y huracanes en el mundo financiero. Con el pánico todos venden y los precios se desploman, dado que esta vez los sonidos de cañones no cesarán y seguirá corriendo la sangre por las calles. Hay miedo en los mercados. Y este miedo crece a medida que se confirma la debilidad de la economía China y el retroceso que comienza a sufrir Estados Unidos. Sumados al declive que vive Europa, Brasil y otros países emergentes, el 70% de la economía mundial está pasando apuros.

Por eso no es extraño que ayer, y por segundo día consecutivo, los mercados vivieran jornadas de masivas caídas en sus índices bursátiles. El Ibex35 se deslizó un 5 por ciento en los últimos dos días, perdiendo 400 puntos y cerrando en 7.700 puntos desde los 8.100 puntos del miércoles. Los mercados le han dado la espalda a Ben Bernanke y ya no creen en las optimistas declaraciones de la Reserva Federal. Los tiempos han cambiado y Bernanke no es Alan Greenspan, que con un solo discurso lograba apaciguar a los mercados de todo el globo terráqueo. No es que Bernanke sea un mal discípulo de Greenspan. Los tiempos han cambiado y con la crisis actual hasta las palabras de Greenspan serían consideradas charlatanería pura.

En lo concreto, el miércoles de esta semana Ben Bernanke dijo que la economía de Estados Unidos iba por buen camino y que podía prescindir de los planes de flexibilización cuantitativa. Recordemos que anteriormente Bernanke había señalado que mantendría los planes de QE (quantitative easing), por un tiempo ilimitado o, por lo menos, hasta que el desempleo se redujera al 6,5 por ciento. Para ello inyectaba todos los meses la suma de 85.000 millones de dólares por la vía de la recompra de activos tóxicos. Como ésto, lejos de ayudar a la economía y estimular el crecimiento solo permitía la reordenación financiera de la banca, es un plan que está condenado a generar grandes problemas en el futuro y a profundizar el agujero de la crisis.

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