Wordlexis nos ha recordado con su post Embargos de cuentas hasta 20.000 euros lo malita que está la cosa. Confirmando mi teoría de que en momentos de crisis, frente a lo aducido por Naomi Klein, lo que surgen son tendencias intervencionistas, estatalizadoras, limitadoras de las libertades del individuo y de las garantías anejas a las mismas. A diferencia de lo que señala Tonterías en el post de Wordlexis, que yo entiendo como un los inocentes no tenemos nada que temer, yo pienso lo contrario. Creo que el procedimiento administrativo carece de las mismas garantías, por definición, que el procedimiento judicial, y este tipo de medidas pueden poner en peligro la viabilidad de una empresa o una economía familiar. Me pregunto hasta que punto esta medidas es constitucional, teniendo en cuenta que el TC ya ha advertido que este tipo de prácticas, si bien legales, deben ser extraordinarias, justificadas, etc. Y me temo que va a ser café para todos.
Lo curioso es el doble rasero. Y es que cuando ocurre al revés, cuando Hacienda es la deudora, no parece que las cosas funcionen igual. Podemos poner un ejemplo de lo más gracioso de estos días. La AEAT adeuda por ingresos indebidos cerca de 500 millones de euros a la Diputación Foral de Álava (dinero a repartir con Gobierno Vasco, que se lleva la tajada gorda, y las otras dos Diputaciones vascas). Adeuda prsuntamente. La AEAT ya ha dicho que no pìensa soltar un euro hasta que se pronuncie el Tribunal Supremo sobre el laudo arbitral que ha determinado esta deuda. Permitidme que os amplíe la historia.
El origen de la disputa arranca en los años 90, con el ingreso por parte del importador de la marca Rover de los IVAs en la Hacienda central, en vez de hacerlo en la Diputación Foral de Álava, territorio donde se establecía su base logística.
Finalmente, hace unos días, se conoció el laudo de la Junta Arbitral del Concierto, que es el órgano que han establecido las distintas Haciendas implicadas en el Concierto fiscal vasco. La finalidad de dicha institución es agilizar los conflictos que se suelen producir por el roce de las distintas jurisdicciones fiscales, las interpretaciones del Concierto, etc.
Siempre que les ha tocado pagar a las Diputaciones lo han hecho, sin perjuicio de que luego recurriesen o no al Supremo. En algún caso hablamos de partidas a favor de la AEAT por 40 millones de euros. Se entiende que esta era la finalidad del mecanismo arbitral, agilizar la resolución de conflictos fiscales, sin caer en la vía judicial, lenta y engorrosa, y de hacerlo, pagando antes. De algún modo, y entre colegas fiscales, se trataba de aplicar esa máxima con la que atizan a los ciudadanos: solve et repete, paga y reclama.
Pues bien, la AEAT ha dicho que nones, que no piensa hacerlo hasta que se pronuncie el Tribunal Supremo, sin perjuicio de que dada la agilidad de este órgano, una resolución negativa para este órgano de sus intereses suponga un varapalo fuerte en intereses (desconozco si en dicha materia se le pueden imponer costas, que yo lo vería estupendamente dada su temeridad).
Bajo mi modesta opinión, la AEAT esta tiesa, (entre otros motivos debido al punto siguiente). En todo caso, si ha de pagar intereses ya lo hará más tarde que pronto el contribuyente. Y que diablos, financiar el déficit vía deuda también tiene coste. O sea que nada de soltar la panoja, incluso poniendo en riesgo la funcionalidad de un órgano como la Junta arbitral.
A este respecto me sorprende lo generoso de las negociaciones bilaterales con Cataluña, capaces de incrementar el chorro de dinero público español que caiga sobre ella, así como de marcar un modelo de financiación para el resto de Comunidades, frente al palo al que somete al nuevo Gobierno vasco, presidido también por un socialista.
Yo diría que frente a esta actitud claramente asimétrica del Presidente de todos los españoles (como él se define) el Gobierno vasco debería actuar como el catalán, en clave de institución y no de partido. Pero a la vista de las declaraciones del responsable de Hacienda del Gobierno vasco me temo que no va ser a sí. Le veo excesivamente comprensivo con su deudor: En este caso, lo que les ha asustado es la cantidad. Desembolsar 456 millones de euros, con la que está cayendo, es algo que asusta a cualquiera. Desde ese punto de vista se puede entender su reacción.
Qué curioso que la AEAT aplique la ley del embudo. Qué curioso que el Gobierno vasco no exija con firmeza el pago de la deuda. ¿O no es curioso?
Vía | Europa Press En El Blog Salmón | Azores, Euskadi, Europa y la fiscalidad ventajosa Más información | El Correo Imagen | El mundo de Laura