Creo que uno de los objetivos del Plan E, que se supone que se planteó para relanzar el empleo en la construcción con obra pública, era llenar toda España de carteles para que se viera que el Gobierno de España estaba haciendo algo con la crisis. Porque si no no entiendo algunas cosas que se están viendo.
Primero, si os habéis fijado en los carteles, lo que más destaca es el plan, no la obra que están haciendo. Me ha costado muchas veces, si estaba un poco lejos, averiguar qué obra estaban llevando a cabo. Si se supone que los carteles tienen un fin informativo, ¿por qué dar más publicidad al plan que a la obra?
Pero bueno, esto no es nada. Lo segundo que quería comentar es que algunos ayuntamientos se quedaron fuera del plan porque por su población les correspondía muy poco dinero, y les costaba el cartel más que la obra en sí. Pero bueno, fueron muy pocos ayuntamientos, contados con los dedos de la mano.
Pero claro, el Estado en lugar de rectificar siguió adelante, y hoy publica La Vanguardia un cartel en el que se ve una obra cuyo coste es de 2.800 euros. Y de ese dinero, el cartel cuesta 1.500 euros. Es decir, se lleva más de la mitad de la inversión en la obra. Increíble el derroche. Y es que muchos ayuntamientos, aunque hayan recibido cantidades de dinero elevadas por su población, han dividido dichos fondos en obras pequeñas, cada una con su cartel, y pasa lo que estamos viendo.
En definitiva, aunque el plan en sí me parece adecuado para evitar “situaciones transitorias” (sigo pensando que el sector de la construcción será más reducido al final de la crisis, pero desde luego generará más empleo que en estos momentos) hay que utilizar los fondos inteligentemente, y haber puesto un límite inferior de precio de obra para el uso de carteles hubiera sido una idea excelente. Claro, que no se habría obtenido tanto crédito político por el plan.
Vía | La Vanguardia