Allan Meltzer

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Dos economistas del otro lado del Atlántico discuten el futuro del euro. El primero es Robert Mundell, creador de la moneda única y premio Nobel en 1999 por sus trabajos sobre la optimización de los sistemas monetarios. El segundo es Allan Meltzer, asesor económico de Ronald Reagan en los años 80 y autor se uno de los más voluminosos tratados de la Reserva Federal (1.500 páginas). Mundell y Meltzer tienen posiciones diametralmente opuestas sobre el futuro del euro. Para Mundell, los países europeos más débiles confiaron excesivamente en sus devaluaciones para seguir siendo competitivos, con alta inflación y altas tasas de interés, pero lento crecimiento. El proceso devaluatorio y los acuerdos laborales permitían que los salarios subieran más rápido que los precios. La creación de la moneda única obligaba a los países periféricos a elevar la productividad y moderar los salarios para mejorar la competitividad. Según Mundell, el sentido del euro era ejercer la presión del mercado para desterrar las leyes restrictivas del trabajo que durante décadas fueron una institución europea y una maldición económica. En un documento del año 2011 Mundell señaló que la realidad estaba siguiendo la teoría. Para Mundell, en plena crisis, una de las grandes ventajas del euro era haber mejorado la disciplina salarial. "Ahora en Europa –dijo Mundell-, un país no puede cambiar los tipos de cambio. Por lo tanto, cuando los sindicatos piden aumentos salariales del 10%, y el crecimiento de la productividad es de 2% o 3%, todos saben que ese aumento se traducirá en desempleo masivo o quiebras. La imposibilidad de la devaluación hará que los sindicatos moderen sus demandas". ¿Entonces, qué es lo que ha ido mal en Europa? Mundell insiste en que el euro "ha actuado en forma espectacular" y que el problema es el gasto público irresponsable y los déficit excesivos. Si Europa se mueve a "una unión más perfecta", donde una autoridad central está facultada para imponer una estricta disciplina fiscal a los gobiernos díscolos de la periferia, y Alemania y otros países ricos ayudaran a financiar a sus vecinos del sur hasta que eso ocurra, el euro puede ser salvado y el crecimiento se reanudará. Pero ¿Cuánto tiempo puede transcurrir en este proceso? Mundell no lo dice. Problema de competitividad Allan Meltzer está en absoluto desacuerdo con su colega Robert Mundell. Para Meltzer, el problema principal no es el gasto sino la competitividad. Meltzer señala que ha habido un descenso importante de la competitividad en los países periféricos y que esto es un claro y directo legado del euro. "La zona euro no es realmente la unión que Mundell pensó que sería – dice Meltzer - "Grecia y Alemania estaban en mundos muy diferentes antes de la introducción del euro, y se han quedado ahí. Nadie debió creer la historia del euro". Para Meltzer, los banqueros centrales y los políticos han abordado la crisis del euro de manera equivocada: "Están machacando el problema de la deuda y eso no es lo que tienen que hacer. El problema mayor es el costo de la producción. Los países del sur no pueden crecer si los costos de producción en España o Italia son 30% más altos que en Alemania, como es ahora el caso". Para Meltzer, el problema principal es que Mundell pensó en una convergencia de la productividad - el número de camiones o semiconductores que un trabajador hace por hora – y esto no sucedió. La convergencia se fue en la dirección equivocada: Los salarios aumentaron más rápido en España, Italia, Irlanda y Grecia que en Alemania. Y fueron los alemanes y no los españoles o italianos, los que se hicieron más productivos: de 2000 a 2008, los costes laborales aumentaron un 15% en Alemania, frente al 30% en Italia, 43% en España y el 49% en Irlanda. Robert Mundell admitió recientemente este problema y admitió que el euro "podría haber dado lugar a una convergencia demasiado rápida de los salarios entre áreas donde la productividad era desigual" ¿Por qué los salarios aumentaron y desafiaron las predicciones de Mundell? Por los bajos tipos de interés que pusieron montañas de dinero al alcance de irlandeses o españoles. Estos países sabían que no podían aumentar su productividad pero pidieron prestado enormes sumas de dinero a tasas de interés irresistiblemente bajas. Esto generó un boom del consumo que impulsó la burbuja inmobiliaria y el gasto vía tarjetas de crédito sin que ningún banquero central detectara la anomalía. Ni el Banco Central de España, Italia o el Banco Central de toda Europa supo ver el peligro que implicaba el torrente de dinero barato. El enorme flujo del dinero barato -gentileza del euro- permitió realizar aumentos salariales en empresas ineficientes que ayudaron a demoler aún más la productividad. Para Meltzer la situación actual no tiene salida y el euro debe escindirse en dos: un euro duro para Alemania y un euro suave para los países de la periferia (Irlanda, Portugal, España, Francia, Italia, Grecia) La existencia de un “euro suave”, permitiría a los países de la periferia mejorar la competitividad… y crecer. Sólo en el período de crecimiento es posible hacer reformas. Y si hacen las reformas necesarias, los países del “euro suave” podrán volver a unirse al “euro duro”. La idea de Meltzer sin duda que tiene más fuerza que la de Mundell, y por eso está siendo considerada por Alemania. El eje del problema es la competitividad y la falta de ésta es lo que llevó a Europa a un insólito problema de deuda soberana nunca visto en las décadas anteriores al estallido de la crisis. Las “devaluaciones competitivas” que aplicaban Italia, Portugal o España antes del euro y que eran considerados un signo de debilidad, se reconocen ahora como una de las principales fortalezas. Recuperar la facultad para devaluar la moneda puede ser el primer paso para superar el actual estancamiento económico que tiene a Europa al borde de la tercera recesión en seis años. En El Blog Salmón | Alemania saldría del euro y retornaría... ¿al Deutsche Mark?

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