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España, por encima de la media europea en viviendas por habitante, pero la oferta sigue sin resolver la crisis de acceso

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Sergio Delgado

Como siempre, los números hablan por sí solos. España es uno de los países con mayor stock de vivienda por habitante de la Unión Europea.

Sin embargo, esta aparente ventaja en la disponibilidad de inmuebles no es suficiente para evitar una crisis de acceso a la vivienda que amenaza en volverse crónica y que afecta ya a miles de ciudadanos. Especialmente a jóvenes, familias de bajos ingresos y otros sectores vulnerables.

El acceso a la vivienda no es un problema estrictamente cuantitativo. La ubicación de las viviendas y la evolución de los precios son, igualmente, aspectos a tener muy en cuenta.

La paradoja del caso español reside en que, si no se observan los números en bruto, hay una alta disponibilidad de viviendas en el territorio. Sin embargo, esto se contradice con el acceso habitacional.

Fuente: El Orden Mundial Fuente: El Orden Mundial

En definitiva, hay casas vacías, falta de alquiler asequible, presión inflacionaria y compra de viviendas por parte de extranjeros que impiden que la citada oferta alcance a la población española demandante.

El problema no solo es cuánto si no de qué tipo y dónde

Una proporción significativa de la existencia de viviendas, no está orientada al mercado de alquiler de larga duración o a su uso como primera residencia. Sino que muchas son segundas residencias, ubicadas especialmente en zonas costeras.

En el déficit de viviendas también tiene que ver el alquiler turístico. Una gran cantidad de viviendas vacías se encuentran en manos de grandes tenedores.

Según el INE, en España hay entre 350.000 y 400.000 viviendas turísticas. De hecho, en grandes capitales como Madrid y Barcelona hay secciones censales donde 2 de cada 10 viviendas son de uso turístico.

Todo ello desdibuja la realidad. El número de viviendas no se corresponde con la realidad del acceso económico de la mayoría de la población.

La constante subida del valor del suelo y la especulación, han provocado que tanto el mercado de compra como el de alquiler se disparen y los precios sean inasumibles para una parte de los demandantes, sobre todo en ciudades como Madrid, Barcelona, Málaga o Palma.

Además, el crecimiento de los ingresos no ha ido paralelo a esta subida. El salario medio, en términos estándar, ha estado estancado durante los últimos años. Y el aumento de salario medio no es suficiente para compensar el encarecimiento de la vivienda.

Todo esto ha generado una tensión social histórica en España donde cientos de personas son desplazadas a las zonas periféricas para poder acceder a una vivienda. Esto supone tener que gastar más dinero en el transporte y problemas con temas como la conciliación familiar.

Además de todo lo anterior, no hay que olvidar los desequilibrios regionales y demográficos. El acceso a la vivienda tampoco es homogéneo dentro del territorio.

Al igual que sucede en otras partes de Europa o el mundo, en algunas regiones del interior peninsular hay un stock abundante de viviendas desocupadas y los precios son relativamente bajos, mientras que en áreas urbanas y en litoral la presión de la demanda es mucho más superior que la oferta.

Este desajuste regional complica la posibilidad de que el elevado número de viviendas por habitante en España tenga un efecto corrector sobre la crisis habitacional.

El factor demográfico también ha sido importante

La emancipación juvenil se ha retrasado considerablemente. La edad media ya supera los 30 años. También, los hogares unipersonales han aumentado de manera sostenida, disminuyendo por tanto la tasa efectiva de uso del parque residencial.

A esto hay que añadir problemas de movilidad y de escaso movimiento en el mercado generado, en parte, por la inexistencia de mecanismos ágiles y seguros para el alquiler.

La ausencia de una política pública insuficiente frente al reto habitacional

A lo largo de las últimas décadas, hemos visto cómo la falta de una política estructural y sostenida en esta materia ha contribuido a cronificar la situación.

Si bien se han llevado a cabo algunas iniciativas puntuales, como bonos para el alquiler joven o ayudas a la rehabilitación, no se ha desarrollado un plan nacional ambicioso que vaya en la línea del parque público y que considere la vivienda parte de la esencial. También aquí los diferentes partidos políticos no se ponen de acuerdo.

La falta de una estrategia coordinada entre administraciones ha dado lugar a respuestas fragmentadas y poco eficaces a medio y largo plazo.

El resultado es una paradoja difícil de explicar

España supera la media europea en número de viviendas por habitante sí, pero el acceso a las mismas sigue siendo una barrera para buena parte de la sociedad.

El acceso no se resuelve con “más de lo mismo”. Requiere una revisión profunda del modelo de gestión de suelo, de usos del parqué y de intervención pública.

Si en Europa se avanza en mayores garantías habitacionales, ¿por qué en España no?

Imágenes | Instagram, Pixabay

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