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La inversión extranjera cae a su peor nivel en 10 años. Y esto es una muy mala noticia porque puede afectar al empleo

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Sergio Delgado

La primera mitad de 2025 ha dejado un dato alarmante para la economía española: la inversión extranjera se ha desplomado hasta niveles que no se veían desde 2014.

Según datos de DataInvex, entre enero y junio el capital foráneo alcanzó los 8.476 millones de euros, lo que supone un 60,4% menos que en el mismo periodo de 2024, cuando la cifra ascendía a 21.407 millones.

El hundimiento es todavía más evidente si se observa la evolución de la última década.

En 2018 España captó 28.184 millones en el primer semestre, su máximo histórico. Hoy, apenas supera los 7.500 millones si se consideran únicamente las operaciones de capital y patrimonio, muy lejos de los años de bonanza en los que la entrada de fondos multiplicaba por tres o cuatro la actual.

Madrid concentra la mayor parte de la inversión extranjera

La Comunidad de Madrid mantiene su liderazgo como principal polo financiero y empresarial. Con 4.509 millones recibidos en la primera mitad de 2025, concentra más de la mitad de la inversión extranjera total.

Sin embargo, la comparación interanual es también demoledora: en el mismo periodo de 2024 había captado 15.903 millones, más de tres veces la cantidad actual.

Cataluña ocupa la segunda posición con 1.189 millones, lejos de los casi 2.900 millones registrados un año antes.

Solo estas dos regiones superan los mil millones, lo que refleja la debilidad generalizada del flujo inversor. Detrás aparecen comunidades con cifras más modestas: La Rioja (402 millones), Cantabria (370), País Vasco (286), Andalucía (283), Comunidad Valenciana (275) y Murcia (253).

En el resto del país los volúmenes son meramente simbólicos. Castilla y León suma 167 millones, Galicia 169, Baleares 179, Canarias 192, Navarra 36 y Aragón 58. Extremadura (21 millones) y Asturias (2 millones) apenas tienen presencia en el reparto, lo que muestra un mapa claramente desigual.

La caída también afecta a los sectores estratégicos

La debilidad no solo se percibe en la distribución geográfica. Por sectores, ninguno logra superar la barrera de los mil millones de euros, cuando en años anteriores varios duplicaban esa cifra.

Las actividades inmobiliarias captaron 879 millones, la industria alimentaria 772, los servicios de información 814 y el suministro de energía eléctrica, gas y vapor 770 millones.

España había sido históricamente un destino atractivo para sectores como la automoción, las telecomunicaciones o la energía renovable. Sin embargo, el descenso de capital limita la capacidad de inversión en industrias clave, justo cuando la transición energética y la digitalización requieren más recursos.

Quiénes invierten en España y cómo ha cambiado el mapa

El análisis por países confirma que la inversión extranjera sigue llegando mayoritariamente desde Europa, aunque en cantidades reducidas.

Luxemburgo encabeza la lista con 2.947 millones, lo que equivale a más de un tercio del total nacional. Francia ocupa la segunda posición con 824 millones, seguida de México (731), Países Bajos (648) y Alemania (465). Más atrás figuran Bélgica (308), Estados Unidos (286) e Italia (234).

El retroceso estadounidense es significativo, ya que en periodos anteriores había jugado un papel relevante en sectores de alto valor añadido.

Ahora, su presencia es testimonial, lo que confirma un repliegue que coincide con el aumento de la inversión en otros países europeos como Portugal o Irlanda, que están atrayendo capital gracias a incentivos fiscales y mayor seguridad regulatoria.

¿Cuáles pueden ser las causas?

El desplome de la inversión extranjera tiene múltiples causas. El contexto internacional está marcado por la incertidumbre geopolítica, los conflictos comerciales y la ralentización de la economía europea.

Sin embargo, en el ámbito interno, las dudas sobre la estabilidad política, los cambios en la fiscalidad empresarial y la inseguridad regulatoria en sectores estratégicos han erosionado la confianza de los inversores.

Este escenario coloca a España en desventaja frente a otros países que sí están captando capital.

El caso de Portugal, con una política de incentivos fiscales muy agresiva, o Irlanda, que se beneficia de su atractivo para las multinacionales tecnológicas, es un ejemplo de cómo se pueden ganar posiciones en un mercado global cada vez más competitivo.

¿Qué implicaciones tiene para el empleo y la economía?

El impacto de esta caída va mucho más allá de la estadística. Menos inversión extranjera implica menos proyectos empresariales, menor creación de empleo y un freno al dinamismo económico.

En 2025, la contracción en la entrada de capital exterior se traduce en un riesgo para el desarrollo de sectores emergentes como la energía verde, la biotecnología o los servicios financieros digitales.

La inversión extranjera aporta no solo dinero, sino también transferencia de conocimiento, implantación de nuevas tecnologías y oportunidades de empleo cualificado.

Su retroceso compromete la modernización del tejido productivo y puede dificultar que España mantenga su posición en la transición hacia un modelo económico más sostenible e innovador. Y también, cómo no, en mejorar sus cifras de empleo. De momento, seguimos en el top del desempleo de la UE.

Imágenes | Instagram, Pixabay

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