Durante décadas, la economía estadounidense se sostuvo sobre el consumo masivo de su clase media. Pero algo ha cambiado. Hoy, casi la mitad del gasto de los hogares del país proviene del 10% más rico, según datos de Moody’s Analytics publicados por el Wall Street Journal. Es una cifra récord: hace treinta años ese grupo representaba apenas un tercio del consumo total.
El crecimiento económico de Estados Unidos, esa “resiliencia” que desconcierta a Europa, ya no se apoya en la prosperidad generalizada, sino en el lujo y el gasto de los más acomodados. El Sueño Americano™ se ha convertido en una economía “para los que pueden”.
El motor son los ricos
Mientras los hogares con rentas altas aumentaron su consumo un 12% en el último año, las familias de clase media y trabajadora lo redujeron. Los salarios reales apenas crecen, la vivienda sigue encareciéndose y el crédito no está en los mínimos de la pandemia.
Pero el 10% más rico (aquellos que ganan más de 250.000 USD anuales), impulsado por la revalorización de sus activos, bolsa, vivienda, fondos privados, ha seguido gastando sin freno. Restaurantes de lujo llenos, récord de viajes “premium”, boom en autos eléctricos de gama alta.
Actualmente el 10% de los más ricos suponen el 49.7% del gasto, hace 30 años suponían el 36%. Se ha incrementado la desigualdad. Además, se reduce el consumo de los segmentos más pobres de la sociedad.
El resultado: la economía crece, sí, pero lo hace sin mejorar la vida de las clases medias y trabajadoras que gastan incluso menos. Y eso es una novedad peligrosa. Se depende cada vez más de este segmento de la población (su consumo es un 30% del PIB de EEUU) por un lado y permite seguir haciendo crecer a la economía sólo beneficiando a los más ricos.
La otra cara del crecimiento: más dinero, pero más desigual
Por otro lado, los empleos “de toda la vida” desaparecen. ¿Es más exclusivo gestionar un fondo de capital privado o una franquicia de McDonald’s? En EEUU hay más fondos de capital privado que franquicias de McDonald’s. Obviamente hay muchas más franquicias de comida rápida como Wendys o KFC, pero el número asusta.
Según publica Bloomberg, hoy existen más fondos de inversión privada (private equity) que restaurantes McDonald’s en el país: más de 19.000 frente a 14.000 locales de la cadpiena. Y sin mirar una estadística, es fácil suponer que un director de un fondo gana más que el encargado de turno de un McDonald's.
Además de que muchas de estos fondos generan empleos bien pagados, ¿o de dónde crees que salen estos números de los consumidores ricos? Obviamente no todos trabajan en Capital Privado, pero muchos lo hacen, así como en los otros sectores de alta remuneración en EEUU (tecnología, medicina, servicios financieros, educación superior…)
Es el espejo del mismo fenómeno: exceso de capital arriba, escasez de bienestar abajo. Pero agregadamente deja de importar que la economía se tambalee, si los más ricos son capaces de seguir tirando del carro.
¿Y qué tiene que ver esto con España?
Más de lo que parece. España ya muestra síntomas de “elitización" económica:
- Las rentas más altas y los jubilados con patrimonio sostienen buena parte del consumo.
- La vivienda se ha convertido en el principal motor de desigualdad intergeneracional (por encima de los ingresos).
- El capital privado crece en España más que la economía.
- El crecimiento en la economía está más relacionado con el crecimiento de la población que con la productividad.
El resultado es un modelo que crece en los titulares, pero no en los bolsillos.
Mientras el PIB sube, la sensación de bienestar no mejora. El riesgo es claro: una economía que depende de una élite se vuelve más frágil, más inestable y más desconectada de su sociedad.
Lo que viene es que si Estados Unidos logra crecer sin fortalecer a su clase media, otros países, España incluida, podrían intentar imitar el modelo. Pero eso significa aceptar que el crecimiento no implica prosperidad compartida.
El futuro podría parecerse menos a un país de oportunidades y más a un país donde unos pocos gastan por todos. Y cuando el lujo se convierte en el último motor del crecimiento, la próxima crisis no llega cuando caen los pobres, sino cuando los ricos dejan de gastar. Una economía más desigual y más dependiente de un pequeño sector de la población.
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