España nunca había tenido tantos mayores de 50 años cobrando un subsidio por desempleo. Según datos de la Fundación Adecco, más de 545.000 personas en esa franja de edad dependen actualmente de esta ayuda.
En total, representan el 70 % de todos los beneficiarios del subsidio por desempleo en España, de acuerdo con las cifras del SEPE, lo que apunta a que es la primera vez que una generación está tan expuesta a la pobreza y la exclusión del mercado laboral: "Estamos ante una brecha generacional de la que apenas se habla: el desempleo sénior crónico", resume el informe de Adecco.
Un récord silencioso
El dato refleja un cambio profundo en el perfil del desempleo. Tradicionalmente, los subsidios de paro estaban vinculados a jóvenes con escasa cotización o a parados de larga duración. Hoy, sin embargo, los mayores de 55 y 60 años son el grupo que más crece en número de perceptores.
"Es una forma silenciosa de precariedad que no afecta solo a los jóvenes". El informe apunta, además, que en el último año ha habido un incremento de un 3,4 % respecto al año anterior (y un 9 % frente a hace cinco años): una cifra que evidencia que el desempleo a esas edades no es coyuntural, sino estructural.
En palabras de los expertos, estos trabajadores suelen haber agotado la prestación contributiva y dependen del subsidio asistencial —de unos 480 euros al mes—. En muchos casos, el cobro de esta ayuda se prolonga hasta la edad de jubilación y se conoce de forma coloquial como "jubilación encubierta", un limbo en el que miles de personas quedan fuera del mercado sin dejar oficialmente de ser parte de él.
El boomer desempleado suele tener entre 60 y 65 años, una larga carrera laboral a sus espaldas, pero también dificultades crecientes para reincorporarse al mercado laboral. Según El Economista, los mayores de 60 años concentran ya más del 34 % de todos los subsidios.
En muchos casos, son personas que perdieron su empleo durante la crisis de 2008 o tras la pandemia, y nunca lograron reengancharse. El Gabinete Asesor Fernández destaca que este grupo "es el más numeroso que vive de prestaciones y además recibe las más reducidas".
En la práctica, muchos dependen de sus parejas o familias, y arrastran lagunas de cotización que reducirán sus futuras pensiones.
La brecha con los trabajadores jóvenes
Mientras los menores de 50 años aún mantienen un peso mayor en las prestaciones contributivas, los mayores se concentran en subsidios asistenciales.
Los datos del SEPE muestran que entre los mayores de 50 años casi el doble de personas cobra un subsidio que una prestación, mientras que en los menores de 50 ocurre justo lo contrario.
Esto revela dos dinámicas opuestas: los jóvenes sufren paro intermitente, pero recuperan empleo más rápido; los sénior, en cambio, caen en un desempleo prolongado y casi definitivo.
En pocas palabras, el paro de larga duración se enquista en España, y lo hace sobre todo entre los mayores. La situación, además, plantea un reto evidente para las políticas activas de empleo y para la sostenibilidad del sistema de pensiones.
Un mercado que no los quiere
Según Vozpópuli, la tasa de paro entre los mayores de 55 años ronda el 10 %, el doble de la media europea. A pesar de su experiencia, el mercado laboral los percibe como perfiles menos adaptables o más costosos, una barrera que los expulsa de los procesos de selección.
Solo uno de cada diez desempleados séniores logra un empleo antes de un año, y la mayoría acaba encadenando subsidios hasta poder jubilarse. En este sentido, como señalan desde Adecco, "no es un problema de voluntad de trabajar, sino de un mercado que no ofrece segundas oportunidades […]".
El subsidio para mayores de 52 años, aunque protege rentas, se ha convertido en la única salida para muchos desempleados de larga duración. El resultado es un fenómeno que combina envejecimiento, desempleo y vulnerabilidad: trabajadores con décadas de cotización que acaban dependiendo de ayudas mínimas para sobrevivir.
En este sentido, el debate público suele centrarse en los jóvenes precarizados, pero existe otra cara todavía menos visible en el mercado laboral español: los mayores que quedaron fuera.
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