La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) nos da información de los gobiernos miembros de su grupo, Comité para las Ayudas al Desarrollo, sobre las cantidades que los países ricos ofrecen a los pobres para mejorar sus emisiones. Vemos que estas ayudas medio ambientales suman el 4% de todas las ayudas que ofrecen.
Además, vemos que más del 25% de estas ayudas se destinan al sector energético que demuestra que, una vez más, los países ricos siguen sus intereses reales en todo lo que hacen y no lo que dicen que son sus intereses.
Es verdad que el sector energético es uno que necesita mejoras en términos medio ambientales. No obstante, no es menos verdad que los ricos se enfocan más en este sector porque la energía en los países pobres les interesa por otras razones, razones que son puramente egoístas y menos por sus intereses en el desarrollo de los países pobres y en la mejora del medio ambiente.
Las recientes reuniones multitudinarias en la ciudad danesa, Copenhagen, nos demostraron con su fracaso estrepitoso que las bonitas palabras no son respaldadas por la acción. Es verdad que salió un documento de trabajo para ver donde irán los siguientes pasos pero, como siempre con estas reuniones multilaterales, se ven muchas fotos y documentos pero no sale ningún resultado real. Un documento de trabajo que habla de que acuerdan hablar más no se puede considerar más de lo que es, un fracaso. Este fracaso viene porque el mundo rico todavía no ha decidido hacer lo que tiene que hacer.
Como ya he hablado en estas páginas sobre las mejoras que buscamos en el medio ambiente:
La única forma de conseguir lo que queremos es que los países ricos, los causantes de lo que estamos sufriendo, subvencionen a los pobres para que sigan el camino del crecimiento limpio y sostenible. ¡La única!
Por eso cuando se ve las cantidades que los países ricos ofrecen a los pobres para mejorar la situación medio ambiental, uno expresa incredulidad sobre sus intenciones.
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