Con la economía destruida sufriendo la mayor caída del PIB del siglo XXI, unos déficits públicos desorbitados, los beneficios empresariales desplomándose, diversos establecimientos cerrados y la presión en hospitales y salas de emergencia en plena oleada de la pandemia del Covid-19, cualquier esperanza es acogida con los brazos abiertos para el público.
Y esto está sucediendo con todos los datos vinculados a la vacuna del coronavirus. Ayer conocimos que la vacuna experimental que está desarrollando de Pfizer tiene una eficacia superior al 90%, según los resultados de los primeros ensayos.
Los resultados del estudio reflejan un total de 94 infectados para una muestra de 44.000 personas. En su comunicado no citan explícitamente cuántos habían recibido la vacuna frente a un placebo, aunque más del 90% de efectividad implica que no más de 8 de los 94 habían recibido la vacuna, administrada en dos inyecciones con un intervalo de unas tres semanas.
La euforia inunda las bolsas
Independientemente de las múltiples incertidumbres que rodean a esta noticia como las vinculadas a la durabilidad de la protección y la frecuencia con la que las personas podrían necesitar inyecciones de refuerzo, la bolsa es una máquina de descontar expectativas, es decir, constantemente está revisando los flujos futuros y ajustando las valoraciones de los mismos mediante las cotizaciones y, con este anuncio, ha experimentado notables subidas.
La bolsa europea representada por el Stoxx 600 subió ayer casi un 4% y registró su mejor día desde finales de marzo. Las acciones de viajes y ocio que han sido las más afectadas por la pandemia, estuvieron entre los sectores de mejor rendimiento, añadiendo un 7% para alcanzar un máximo de ocho meses. El Ibex 35 se ha llevado la mejor parte con subidas cercanas al 8%, consiguiendo su mayor subida desde mayo de 2010, y con Melia e IAG subiendo un 37,08% y un 26,07% respectivamente.
El petróleo subió alrededor de 8,57% el lunes, su mayor ganancia diaria en más de cinco meses. El Brent se estabilizó en 42,40 dólares por barril, con una subida del 7,48%, mientras que el crudo West Texas Intermediate se quedó en 40,29 dólares por barril, con una subida del 8,48%.
Notificar el minuto a minuto de las fases parece convertirse en todo un negocio. Particularmente esta noticia es beneficiosa para Pfizer que con el anuncio se anotó una subida del 7,69%. La Unión Europea pronto firmará un contrato para millones de dosis de la vacuna que está siendo desarrollada y, por parte de Estados Unidos ya se había firmado acuerdos de compra anticipada por 100 millones de dosis.
La dura realidad ante una euforia desmedida
En una Fase el III se busca ensayar con el producto en un gran número de pacientes, con el fin de poder extraer las conclusiones de una muestra lo suficientemente amplia como para que posteriormente sean resultados extrapolables al total de la población.
No obstante, existe todavía pendiente de realizar una Fase IV. En esta fase el objetivo es doble, ya que se realizan los ensayos clínicos con la finalidad de vigilar el efecto final sobre la salud de los pacientes que pueda tener la administración del fármaco durante un largo periodo de tiempo.
Además, en esta fase se analiza la administración del medicamento de forma conjunta con otras terapias, con el objetivo de que no terminen provocando efectos secundarios adversos, no previstos o detectados en las fases clínicas de desarrollo.
Para hacernos una idea, en una circunstancia normal del proceso de desarrollo e investigación en la industria farmacéutica se necesitaría alrededor de tres años para determinar tanto la efectividad sobre la muestra (Fase III) como los efectos a largo plazo (Fase IV).
Y ese es el problema, el tiempo. Un año, dos o tres de espera para desarrollar ambas fases en condiciones significa la pérdida económica de miles de millones. Por el contrario, si no se desarrolla correctamente esta fase, el riesgo existente es que aquella población vacunada pueda tener un efecto secundario no deseado, incluso, peores que los efectos del coronavirus.
Y si se trata de una vacuna para gran parte de la población, en que los grupos de riesgo tendrán prioridad, un control laxo de esos efectos no detectados puede que la vacuna aprobada termine siendo una arma de doble filo.
Asimismo, con la Fase IV no termina todo... El formulario del nuevo fármaco debe ser presentado ante la FDA (Food & Drug Administration) par su posterior aprobación, que en circunstancias normales suelen ser dos años. Y una vez completado todo este proceso el fármaco puede comercializarse, una comercialización verdaderamente complicada ante unas necesidades globales.
Pero la palabra emergencia lo justifica todo. Pfizer estaría esperando buscar una autorización de uso de emergencia en Estados Unidos para personas de 16 a 85 años. Para ello, únicamente necesitará dos meses de seguimiento de datos de seguridad para asegurar que no surjan efectos secundarios.
En ese momento, los revisores internos de la FDA analizarán primero los datos de seguridad, eficacia y fabricación. La agencia también ha prometido una revisión por parte de expertos externos para aumentar la confianza del público en cualquier vacuna autorizada. Aún no se ha fijado una fecha para esa audiencia.
Si se concede una autorización de emergencia, un segundo comité de expertos externos convocados por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades intervendrá rápidamente para decidir quién debe recibir la vacuna primero.
Solo entonces, comenzará la distribución...