La irresponsabilidad social de las olimpiadas

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La Responsabilidad Empresarial está muy en boga en los últimos tiempos. Pero, ¿sólo tienen que ser responsables las empresas? Aquellos que no reconocen tener ánimo de lucro no sólo logran un mayor reconocimiento social sino también se les aplica una menor exigencia.

El Comité Olímpico Internacional es una organización sin ánimo de lucro y no gubernamental con sede en Suiza. Su objetivo fundacional fue fomentar el olimpismo y liderar el movimiento olímpico del que forman deportistas y comités de numerosos países. Que no tenga ánimo de lucro no significa que no gestione ingentes cantidades de dinero fruto de los derechos de imagen de los símbolos olímpicos, de los patrocinadores y de los derechos de retransmisión televisiva. Esto provocó que casos de corrupción aparecieran relacionados con la elección de Sant Lake City como sede de los juegos de invierno de 2002.

La Responsabilidad Empresarial es la contribución activa y voluntaria al mejoramiento social, económico y ambiental por parte de las empresas. Se trata de no ganar dinero “como sea” sino “depende de cómo sea”. Esa preocupación por la mejora medioambiental quedó reflejada en la elección de Sydney para albergar los juegos de verano del 2000 donde se hizo un gran hincapié en las consecuencias para la naturaleza de dicha celebración.

¿Pero cuál es el principal atributo de Responsabilidad Empresarial que exigen los clientes a las compañías? Los derechos humanos. Un requisito que debería ser aún mayor en una organización sin ánimo de lucro y que quiere promocionar los altos valores espirituales del olimpismo. La elección de Pekín como sede para los próximos juegos olímpicos no parece corresponder con esos valores. Aunque ya existe el antecedente de los juegos olímpicos de Berlín en 1936, sólo les hubiera restado haber concedido unas olimpiadas a Sudáfrica en tiempos del apartheid.

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