El culebrón de la venta del Real Betis Balompié Club de Fútbol parece no tener fin. Ayer la juez del caso, dictaminó que el que hasta la semana pasada fue el máximo accionista del club, Manuel Ruiz de Lopera debe depositar en un plazo de cinco días una fianza de 25 millones de euros en el juzgado de instrucción número 6 de Sevilla. Al mismo tiempo que le suspende cautelarmente de sus funciones como consejero delegado del club verdiblanco.
Esta decisión de la magistrada se basa en argumentos sobre presuntos delitos societarios y la gestión del club, que confirman las peticiones de muchos aficionados de reorganizar la directiva para hacer más transparente su gestión.
Este señor que durante un largo periodo de tiempo ha controlado el Betis a través de las empresas Farusa, Incecosa y Frigimueble, deberá satisfacer estas peticiones, porque de lo contrario se le podrán embargar activos de su patrimonio personal o de las empresas de su propiedad.
Ruiz de Lopera es un ejemplo de directivos españoles que han querido postergar su cargo más allá de los límites de la gestión, aferrándose al poder acaparado dentro del club que le ha brindado el hecho de ser el mayor accionista.
La decisión de vender el Betis, sin lugar a dudas reflotará su gestión al introducir nuevos aires en un club condenado por el desgaste de una directiva que le ha hecho retroceder, no solo en el plano deportivo, sino también en su solvencia y resultados financieros.
Bajo esta experiencia, me planteo si se debe dar carta blanca a aquéllos directivos que a su vez sean accionistas mayoritarios, o si en cambio se mejoraría la gestión empresarial si introducimos la obligatoriedad de imponer periodos rotativos, aunque esto último suponga violar alguno de los principios del libre mercado.
Vía | El Mundo
En El Blog Salmón | La indefensión de los accionistas minoritarios del Betis
Imagen | denimandela