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De 1994 a 2024 el salario real en España ha subido apenas un 2,7% sin embargo la cesta de la compra lo ha hecho un 63% y el ocio un 52%

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Sergio Delgado

España vive una situación anómala dentro de las economías desarrolladas, aunque no es la única. Los datos reflejan que también nuestros vecinos italianos sufren un problema muy similar al nuestro en todos los indicadores.

Y es que, en los últimos treinta años los trabajadores españoles han podido ser testigos de un crecimiento económico repartido en diferentes ciclos -también fuertes crisis económicas-. Y sin embargo, su poder adquisitivo apenas ha aumentado.

Entre 1994 y 2024, el salario real ajustado por la inflación, solo lo ha hecho en un 2.7%. Una cifra irrisoria si lo comparamos con las subidas que han experimentado otros aspectos del día a día como el carro de la compra o el ocio.

Una desconexión entre el aumento de los sueldos y el aumento del coste de vida, que ha perjudicado el crecimiento económico de los hogares pese a los discursos políticos de la izquierda y la derecha, que se han repartido la gobernanza durante todos estos años.

Hoy en día, las familias tienen que destinar más dinero para sus necesidades básicas que antes. Deben gastar más para comprar una vivienda, realizar un viaje o, simplemente, ir al cine. Todo está más caro que antes. Y los salarios no han subido tanto como para cubrir estos incrementos.

Los salarios crecen, pero los precios aún más

Entre 1994 y 2024, el salario real en España solo aumentó un 2,7%. Es una subida sí pero, técnicamente, también se puede hablar de una congelación del poder adquisitivo de los ciudadanos.

Ese bajo porcentaje se obtiene si descontamos la inflación acumulada al incremento nominal de los sueldos. Lo que evidencia que, aunque los salarios brutos han subido, su capacidad de poder abarcar todos los gatos necesarios apenas ha mejorado.

Lo más sangrante es la cesta de compra, que ha aumentado en tres décadas un 63%. ¿Y por qué ha sucedido esto? El lógico paso del tiempo ha aumentado el precio de la energía, también un mercado más globalizado que nunca y unos márgenes empresariales que han crecido.

La subida de precios de alimentos básicos como la carne, la leche, el arroz, el pan o el aceite se nota y mucho en la cesta de la compra. Gastamos más. Y gastamos más todos, también las personas con menos recursos que ven como tienen que hacer aún más esfuerzo para llegar a fin de mes.

El ocio es ya casi un lujo para muchos

Otro aspecto donde se puede observar la subida de precios es en el ocio. Ir al cine a ver una película, disfrutar de una obra de teatro o realizar cualquier otra actividad de entretenimiento, cuesta un 52% más según el INE. Y solo cobramos un 2,7% más.

Para muchas familias, ir a un concierto o salir a cenar a un restaurante se ha convertido en todo un acontecimiento para el que vale la pena ahorrar -si queda dinero tras efectuar todos los pagos básicos-.

A vueltas con la inflación y los salarios

Uno de los elementos que mejor explica esta diferencia es la evolución de la inflación. Mientras el IPC ha aumentado con fuerza en diferentes periodos -sobre todo tras las crisis energéticas y financieras-, la capacidad de los salarios para seguir el mismo ha sido limitada.

El salario real, al estar vinculado al índice de precios, se convierte en un termómetro del bienestar económico, y que esté estancado es un síntoma de que los beneficios del crecimiento no han llegado por igual a todos.

La diferencia entre inflación y sueldos se evidencia más cuando se analizan los datos de los años más recientes. Entre 2020 y 2023, el IPC acumuló un crecimiento aproximado del 14 %. Sin embargo, los salarios reales apenas crecieron un 1,5 %.

Las rentas más bajas y los jóvenes son los grandes afectados

Que los salarios, en realidad, estén estancados tanto tiempo no impacta igual a toda la población. Los jóvenes, que acceden por primera vez al mercado laboral y los trabajadores con contratos temporales o parciales son los más expuestos ya que, normalmente, sus sueldos están por debajo del promedio. Y, por ende, están más expuestos a la subida de precios.

De hecho, según la Encuesta de Estructura Salarial, el 30% de los trabajadores menores de 35 años tiene una remuneración inferior al salario medio nacional.  Algo que les perjudica en cuestiones básicas como el alquiler, el transporte y la alimentación en general.

El poder adquisitivo de los españoles, cuesta abajo

Qué duda cabe que la estructura del consumo también condiciona el impacto de la inflación en los hogares. Es decir, a menor nivel de renta, mayor proporción del gasto destinado a bienes esenciales, como son la comida, la vivienda o la energía.

Por tanto, aunque la subida del salario real haya sido mínima para todos, su efecto en las familias con menor capacidad económica ha sido mucho más negativo.

Imágenes | Pixabay, Pixabay

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