Georgia logró elevar la natalidad sin gastar dinero. Esto es lo que podrían aprender España y Occidente para tener más hijos

Georgia logró elevar la natalidad sin gastar dinero. Esto es lo que podrían aprender España y Occidente para tener más hijos
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A la crisis de la inflación, de la vivienda y del empleo se le suma en España, y en Occidente en general, la crisis de natalidad. El futuro es incierto, pues al empeorar las condiciones de vida de los jóvenes, reducirse el poder adquisitivo de las familias y encaminarse hacia la precariedad laboral, resulta más difícil plantearse tener hijos. Pero al margen de lo económico, en España entran en juego otras cuestiones sociales e incluso de reconocimiento.

La mentalidad de la sociedad ha cambiado, se apuesta por vivir más despreocupados de todo, sin obligaciones. Eso quizás es lo que provoque que triunfe el ‘turismo sin niños’. Hoteles o restaurantes en los que no está permitida la entrada a niños. Para las nuevas generaciones, tener hijos es visto más como un inconveniente, como un freno a su libertad, que como una obligación moral o un regalo.

La natalidad en España

España tiene un problema serio con la natalidad. En 2021 ocupaba el puesto 188 del ranking mundial en cuanto al número de nacimientos anuales, siendo una de las tasas más bajas de Europa y del mundo.

La explicación es que se tienen menos hijos de los que se desean. Según Juan José Espirós, presidente de la Sociedad Española de Fertilidad, nadie suele optar por aquello que no le va a aportar una cierta seguridad económica, personal y laboral.

Hace unos años, la maternidad paternidad en nuestro país eran consideradas como casi una obligación, mientras que ahora simplemente son una opción personal. En España se gastan 13.000 millones de euros menos al año que la media europea en la crianza de hijos.

De no producirse un giro drástico a la situación de la natalidad, la estructura familiar se verá debilitada y, por ende, las redes de apoyo a las ayudas para el empleo, los cuidados y el bienestar económico del país. El 50,1% de los bebés nacidos en España en 2022 lo hicieron fuera del matrimonio.

Las estadísticasdemuestran que es necesario ampliar y mejorar el acceso a los tratamientos de reproducción asistida. Casi el 20% de la población española tiene problemas de infertilidad. Uno de los factores que influye es el retraso de la maternidad hasta los 35, 40 o más años. A esto hay que sumarla el descenso de la probabilidad de embarazo, que cae al 20% a partir de los 35 años y al 5% desde los 40 años.

Otro dato curioso. En 2022, nacieron más bebés de madres solteras que de casadas. La inestabilidad sentimental de las parejas en España hace que un 50,14% de los nacimientos fuesen de madres solteras, siendo la cifra en 2013 del 40,86%. Solo hay que ver cómo el número de nacimientos con madres de 40 o más años creció un 27,9% en la última década. En 2012 apenas representaban el 6,2%.

Grafico Elperiodico Com
Fuente: Elperiodico.com

El número medio de hijos por mujer bajó hasta 1,16, desplome en el que despuntan Canarias (0,86) y Asturias (0,97), donde no se supera la media de un hijo. Estas cifras suponen un descenso del 27,6% de la natalidad española desde 2012.

Más mascotas que niños

Entre los millennials se ha popularizado el hecho de que se tengan más perros que niños. De hecho, en España hay más animales de compañía que niños de 15 años. La gente vive cada vez más y más sola. Criar a un perro o a un gato son menos años, más económico y supone una menor dedicación que el cuidado de un hijo.

En EEUU y el resto del mundo occidental, las personas de la generación Millennial son las que comparten con más frecuencia su vida con un animal de compañía (en el 32% de los casos). Les siguen los Baby Boomers (27%) y la Generación X (24%).

De ahí que se haya popularizado el término ‘perrhijo’ para definir a la relación de los millenials con sus canes, como sustitutos de los bebés.

Estudios recientes confirman esta tendencia. La inversión de los ‘no padres’ en animales de compañía es similar a la inversión de los padres en los hijos, aunque varían los métodos de satisfacción de sus necesidades específicas. Un entorno nuevo y flexible que fomenta la crianza de mascotas como compensación por la crianza de los hijos.

Georgia como referente

Los datos demuestran que no es necesario incrementar en exceso la inversión para conseguir levantar las cifras de natalidad de un país. En el año 2007, el Patriarca Ilia II de la Iglesia Ortodoxa de Georgia tomó la decisión de bautizar personalmente y ser padrino de cualquier niño de tercera o alta religión ortodoxa nacido de una pareja casada en Georgia y registrado formalmente ante el gobierno. Hay que tener en cuenta que casi el 90% del país es ortodoxo.

Un ejemplo de que los líderes nacionales pueden usar el capital social o cultural para lograr cambios sociales. Así fue cómo se consiguieron bautismos masivos a finales de 2007, bautizando Illia a más de 30.000 bebés, el 5,8% de los nacimientos de Georgia.

Fuente: ifestudies.org

En muchos casos, las tasas de fertilidad se asocian a cuestiones económicas o sociales, por lo que las políticas se centran en gastos directos para el país. Sin embargo, la creencia religiosa no tiene un costo fiscal directo y supuso un gran apogeo en Georgia.

En el caso de Georgia, la propuesta de bautismo solo se extendió oficialmente a las parejas casadas, por lo que se podría esperar que la fertilidad de los casados se disparara, mientras que la fertilidad de los solteros no debería verse afectada.

Posteriormente, en 2013, Georgia amplió enormemente sus incentivos financieros para la maternidad. La licencia parental remunerada se extendió de 126 a 183 días y la licencia no remunerada de 477 a 730 días. El Gobierno también aprobó el aumento del ‘bono por bebé’, un pago único por hijo de entre 250 y 400 dólares. Más tarde, en 2014, lanzó otra expansión, ofreciendo a los padres de tres o más hijos en regiones de baja población un pago anual de 850 dólares. Esta situación demuestra que ofrecer incentivos financieros genera resultados, pero no tantos como un impulso social o, en este caso, religioso.

El horizonte se presenta incierto. Los Planes de Familias y las ayudas económicas no siempre son efectivas. A la vista está que depende de la mentalidad de la sociedad, especialmente de las nuevas generaciones, y de la estabilidad que puedan tener en sus vidas. España puede aprender de Georgia, el dinero no lo es todo. Las nuevas generaciones precisan de estabilidad laboral y de accesibilidad a la vivienda, más que ayudas directas a la natalidad.

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