¿Qué pasará si España es rescatada?

¿Qué pasará si España es rescatada?
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Pasó con Argentina en 2002 y recientemente ha vuelto a ocurrir con Grecia, Irlanda o Portugal. Los Estados quiebran. El default existe y España tiene muchas papeletas para convertirse en el próximo país europeo que se declara en quiebra. No sería la primera vez que esto ocurre. A lo largo del siglo XIX España ha presentado suspensión de pagos en siete ocasiones, la más reciente en 1882, aunque en aquella época el papel del Estado español en la economía era mucho más limitado que en la actualidad.

Un Estado quiebra cuando su maltrecha economía pública no puede hacer frente a las deudas contraídas. El efecto inmediato de esa falta de liquidez es que los acreedores se quedan sin cobrar, salvo los casos en que estos hubiesen contratados un seguro de quiebra, los famosos credit default swap (CDS).

Si España quebrase tendríamos que vender nuestra alma a la Unión Europea (UE) y a organismos supranacionales como el Banco Central Europeo (BCE) o el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ellos serían los encargados de refinanciar nuestra deuda a un tipo de interés concreto y con un plazo temporal de devolución.

Si recibiésemos ese préstamo extraordinario, no tendríamos más remedio que permanecer bajo la vigilancia de la UE durante un largo período de tiempo para garantizar que haremos los deberes y devolveremos el dinero del rescate. Los deberes se basarían en subidas de impuestos (IVA al 23% casi seguro, por ejemplo) y un paquete de recortes sociales brutal que generaría una epidemia de inseguridad ciudadana.

La congelación de las pensiones o del sueldo de los funcionarios, la supresión del cheque-bebé, la reducción de las subvenciones o los recientes recortes en las carteras ministeriales han crispado a la ciudadanía. ¿Se imaginan cuáles serían los efectos sociales de un paquete de ajustes muchísimo más agresivo?

La subida del IVA y de otros impuestos, la reducción de las pensiones, la elevación de la edad de jubilación, recortes en salarios públicos, despido de funcionarios, subida de tasas, despido casi libre o bajada del salario mínimo son algunas de las medidas que se han adoptado en países como Grecia o Irlanda tras ser intervenidos, aunque sus efectos positivos han sido más bien pocos, sobre todo en el caso griego. ¿Te lo imaginas en España?

En un contexto de default, el paro se dispararía, los más desprotegidos económicamente perderían su salvavidas público y el nerviosismo ciudadano se traduciría en violencia. Aquellos que hubiesen contraído deudas como hipotecas o préstamos personales mantendrían la obligación de pagarlas, sólo que un contexto casi apocalíptico que los obligaría a vivir con el agua al cuello. Los ahorradores, mientras tanto, verían impotentes como sus ahorros se evaporan y pasan a no valer nada. Empleados públicos y jubilados también serían víctimas de la hecatombe financiera. Nadie se salvaría.

En previsión de que esta situación se de en España, país donde tal y como señala frecuentemente mi compañero Marco Antonio, se librará la batalla final por el destino del euro, lo que debemos hacer es cancelar deuda. Toda la deuda que nos quitemos de encima será bienvenida. Hay que eliminar deuda como sea. Lo ideal sería afrontar la hecatombe sin tarjetas de crédito pendientes o con los préstamos personales cubiertos, si bien nada de eso nos evitaría realizar la travesía por el desierto.

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