Reforma de la Constitución: con referendum y votando sí

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Ya tenemos el borrador de la modificación en la Constitución para incluir el límite de déficit tal y como nos ha comentado Alejandro. Una vez que tenemos este texto, ya podemos discutir todos con más base las implicaciones económicas y políticas que contempla y dado que el debate sobre su aprobación con referendum o no y el alcance de la norma es importante, me váis a permitir algunos apuntes sobre este límite de déficit constitucional con un cierto carácter político-económico.

En primer lugar, ya sabemos que no es obligatorio someter a referendum dicha modificación salvo que lo soliciten un 10% de diputados o senadores. Pero a pesar de no ser obligatorio, éste referendum constitucional debería convocarse por los siguientes motivos:

El mecanismo propuesto para limitar el déficit es un mecanismo director de política económica que emplaza a la redacción de una Ley Orgánica detallada con fecha tope en junio de 2012. Este mecanismo contempla 4 supuestos en los que el Estado podrá obviar los límites de déficit, que son los siguientes, citando textualmente el futuro artículo 135.4:

Los límites de déficit estructural y de volumen de deuda pública sólo podrán superarse en caso de
  • catástrofes naturales,
  • recesión económica o
  • situaciones de emergencia extraordinaria que escapen al control del Estado y perjudiquen considerablemente la situación financiera o
  • la sostenibilidad económica o social del Estado,

apreciadas por la mayoría absoluta de los miembros del Congreso de los Diputados.

La Constitución debe servir para eso, para delimitar el equilibrio presupuestario del Estado y para obligar al Parlamento a la redacción de leyes orgánicas sobre las que funcione nuestro Estado de Derecho y nuestra política social y económica.

Estos motivos, junto con el alcance de la política fiscal y económica del Estado deben ser transmitidos y refrendados por todos los ciudadanos antes de imponerlos por norma Constitucional. El pueblo tiene que saber cómo funcionan las cuentas públicas y convocar un referendum sobre este tema, puede ser un paso excelente para hacer una buena pedagogía económica al alcance de todos.

Un referendum en estas fechas, no supone coste económico apenas, dado que si se hace coincidir con las elecciones del 20N, basta con colocar una urna más. Coste ridículo teniendo en cuenta el coste global de un despliegue democrático. Además, lo más importante, la Democracia no es un mero sistema de costes, es una organización social que debe ser aceptada y respetada por todos. Supongamos que existe un núcleo de ciudadanos considerable que no considera esta modificación como legítima y refrendada por las urnas. Estos ciudadanos se separarán más aún del Estado de Derecho y es preferible ratificar una decisión mediante la voz popular antes que dejar latir la incertidumbre y la desazón social de derrota de la ciudadanía por parte de los políticos.

Los plazos que se han marcado para la aprobación de la Ley Orgánica (junio de 2012) y la entrada en vigor de la norma 2020, dan margen suficiente para realizar la consulta popular y los políticos no deben tener miedo a ésta convocatoria, dado que el sentido común debe imperar en la sociedad y aprobar dicha modificación sin problemas. Si el miedo político se origina por una negativa social a dicha modificación, quizá el planteamiento que haya que hacerse es nuestra posición en Europa y nuestro futuro, dado que este límite del déficit es el paso previo a una verdadera armonización fiscal europea.

Dentro de esta armonización fiscal se encuadra la emisión de eurobonos, la búsqueda de convergencia fiscal entre los estados miembros de la UE y el camino a seguir para limar las profundas desigualdades que tenemos en Europa equiparando los niveles de ingresos y gastos públicos por territorios. Este camino es un camino duro y complejo de recorrer y que por supuesto implica pérdida de soberanía, pero es que esta pérdida de soberanía, no es novedosa, arrancó en el 1986 con la entrada de España en el mercado común y el posterior Tratado de Maastricht para entrar en el euro.

Existe un alto grado de incertidumbre sobre la medida y se está vendiendo en muchos lugares cómo esta medida cercena el Estado del Bienestar. Erróneo y la mejor manera de salir de dicho error es explicando correctamente a todos los ciudadanos qué significa el déficit, las componentes del mismo, es decir ingresos y gastos públicos y cómo la política económica de un país no puede ser de manera indefinida una política de crédito perenne, problema que hemos tenido durante casi toda nuestra historia. Ahora, hablamos de rehacer Europa o romper la baraja y salirnos del euro. Realmente ese es el debate que trasciende, no si tenemos una imposición de Merkel o Sarkozy para modificar nuestra Constitución.

Por último, en muchos sitios, se está volviendo a tildar de golpe neoliberal o la instauración constitucional del neoliberalismo. Esto no deja de ser nada más que un burdo insulto y me remito a Cicerón en el año 55aC, periodo en el que los neoliberales no habían destrozado el mundo:

“‘El presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada, y la ayuda a otros países debe ser eliminada para que Roma no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado.”

En El Blog Salmón | Acuerdo sobre la limitación del déficit en la Constitución, Límite de déficit constitucional ¿con válvula de escape?, Reforma de la Constitución para limitar el déficit: algunas pinceladas

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