Venezuela no tiene dinero ni para… ¡imprimir dinero!

Venezuela no tiene dinero ni para… ¡imprimir dinero!
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La República Bolivariana de Venezuela está experimentando el mayor episodio de inflación conocido en el mundo durante la última década, tras el sufrido por Zimbabue entre 2007 y 2008. En el pasado mes de agosto, la inflación mensual se situó en el 34%, y en lo que va de 2017 los precios han subido un 366% según los cálculos de la Asamblea Nacional.

Ante esta situación, los venezolanos se ven forzados a ser creativos a la hora de conservar sus ahorros, recurriendo a alternativas como el Bitcoin. Sin embargo, el dinero en efectivo sigue siendo el método principal de pago, sobre todo para adquirir productos básicos. Cuando la inflación es tan alta, esto es un problema: los billetes pierden rápidamente su valor de modo que cada vez hay que acarrear más. El billete venezolano de mayor tamaño (20.000 bolívares), estrenado hace apenas ocho meses, vale menos de 5 euros según la tasa oficial… y 75 céntimos en el mercado no oficial (el único al que pueden acceder sin restricciones los ciudadanos de a pie).

Ante esta situación, llega un momento en que lo que escasea son los propios billetes. Sumando todos los billetes de bolívares en circulación, en el mercado libre suponen apenas 4 dólares por cada venezolano. El dinero pierde valor a un ritmo mayor del que el estado es capaz de poner más moneda en circulación. Venezuela ha llegado a un punto en el que no puede hacer frente al coste de imprimir todos los billetes que necesita.

La hiperinflación en Venezuela

Aunque no existe una línea roja que determine exactamente cuándo un periodo de alta inflación se convierte en hiperinflación, habitualmente se considera el umbral fijado por Phillip Cagan (gran pionero en el estudio de este fenómeno): un incremento mensual de precios del 50% o más. Aplicando esta definición, el Cato Institute identificó 56 episodios de hiperinflación desde principios del siglo XX hasta 2012. Según los datos oficiales, Venezuela nunca ha llegado a ese nivel, pero se estima que la inflación real es mucho mayor que la anunciada y se acerca bastante al umbral.

Ante la falta de datos oficiales, se recurren a otros indicadores: el precio de un café en Caracas ha aumentado 800% en un año

Ante la falta de datos oficiales del banco central, algunos medios recurren a la creatividad. A imitación del famoso Índice Big Mac, Bloomberg ha creado el Índice Café con Leche, que refleja el coste de este producto en una cafetería de Caracas. Según el último dato, el incremento anual es del 800%, superando con creces el umbral de hiperinflación. Una visita a las páginas de compraventa entre particulares también sirve para hacernos una idea de los precios reales. Un iPhone 7 nuevo (cuyo precio es bastante similar en todo el mundo) cuesta unos 20 millones de bolívares.

El impacto para la población venezolana es brutal: unos ahorros en bolívares equivalentes a 1000 dólares en el momento de la llegada al poder de Maduro se han convertido ahora en apenas 5 dólares. Se requieren fajos de billetes para comprar hasta una barra de pan. Recientemente surgió la polémica ante la detención de la opositora Lilian Tintori con un coche cargado de efectivo. En el mercado libre, los 200 millones de bolívares que le confiscó la policía venezolana equivalen al cambio actual a… 7.600 €.

El bolívar se ha devaluado tanto que apenas compensa imprimirlo

Los episodios de hiperinflación siempre van ligados a la devaluación de la moneda local. Los controles de precios y el aumento del dinero en circulación sin respaldo de un crecimiento económico equivalente (como ha pasado en Venezuela) ocasionan una espiral de falta de confianza en el valor real del papel moneda, con la consiguiente subida de precios. Cuando las autoridades responden a esto poniendo en marcha la impresora de billetes simplemente realimentan el efecto, hasta que este se descontrola.

Irónicamente, Venezuela tiene que importar billetes de Estados Unidos, al no tener suficiente capacidad de producción

Distribuir dinero en efectivo tiene un coste para los gobiernos. A pesar de que los billetes son mucho más baratos que las monedas, producirlos no es gratis. Imprimir un billete cuesta en torno a 20 céntimos (dependiendo de las medidas de seguridad). Hoy en día hay millones de billetes circulando en Venezuela cuyo valor real es inferior a esa cifra. Como la inflación sigue creciendo, el problema se agrava: Venezuela no solo necesita seguir produciendo al mismo coste billetes que cada vez valen menos, sino que cada vez necesita producir una mayor cantidad de ellos.

La consecuencia es que las autoridades venezolanas no tienen capacidad para producir todo el efectivo que su devaluada divisa requiere: gran parte de los billetes venezolanos se imprimen en el extranjero. No deja de ser irónico que uno de los productos que Venezuela importa de su archienemigo estadounidense sean sus propios billetes. Los productores extranjeros, evidentemente, no aceptan pagos en bolívares según la inflada tasa gubernamental, y el gobierno venezolano tiene problemas para hacer frente a los pagos: el impresor británico De la Rue reclama una deuda de 71 millones a Venezuela por billetes impagados.

Con el actual clima político, la situación monetaria de Venezuela no tiene visos de estabilizarse en el largo plazo, y no es descartable que acabe (aún más) fuera de control. El experimento económico chavista ha acabado con un país que no tiene dinero ni para imprimir su propio dinero. ¿Acabaremos viendo el billete del trillón de bolívares?

En El Blog Salmón | Venezuela tiene ya menos libertad económica que Cuba, cómo hemos llegado a este punto

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