
Tom Locke, una persona normal y corriente, pero cliente de varias compañías, decidió llevar a cabo un experimento: mandar cartas a 100 empresas diferentes solicitándoles productos, descuentos o merchandising gratuito.
El resultado: casi ninguna compañía le envió nada. Algunas respondieron disculpándose por no poder hacerlo y otras simplemente no contestaron.
Hay que ver cómo somos las empresas. Con lo difícil que es que un cliente se fije en nosotros, y cuando uno lo hace, se molesta en escribir una carta, paga el sello y nos pide probar nuestros productos, no hacemos ni caso. Tantos millones gastados en publicidad para conseguir que un 0,1% de los impactos se conviertan en compra, y cuando alguien nos pide una simple prueba o una gorra con nuestra marca para ir haciéndonos brading gratuito por ahí, pasamos de él.
Vía | Seth Godin