Como acabar con la calderilla

Como acabar con la calderilla
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Se suelen necesitar monedas para: el parquímetro, teléfonos públicos, autobuses, pequeñas compras en tiendas o supermercados, máquinas de vending… ¿Por qué no tener una tarjeta recargable y fácil de usar con la que hacer todo lo anterior? Y ¿Por qué no añadirle más funcionalidades y que sirva para todo el transporte público o incluso para identificarse en niveles de seguridad mínimos y todo ello sin sacarla de la cartera? En Hong Kong existe, simple y sencillamente es la primera compra a hacer nada más llegar a la isla. La tarjeta Octopus.

Un proyecto emprendido por la “MTR corporation”, empresa que gestiona el metro que da servicio a los 7 millones de habitantes de la zona. Hace unos años quisieron crear una tarjeta que facilitara el pago en un medio de transporte masificado, con lo que se decidieron por una tarjeta que pudiera ser detectada por el lector incluso a través de una cartera o bolso. Una vez que los lugareños se acostumbraron a su uso se hizo patente que el mismo sistema podía ser utilizado en el resto de transportes públicos e incluso como tarjeta de debito en establecimientos que instalaran el lector. Este no requiere una línea directa con ninguna entidad de pago, ya que funciona contra la misma tarjeta, viendo el saldo disponible, sustrayendo la cantidad pertinente y cargando el nuevo saldo en la misma tarjeta. El éxito de la idea no es el concepto en sí, tecnológicamente viable hace mucho y ya utilizado en otros lugares, si no haber podido convencer y unir a tan diversos sectores y hacer mucho más fácil la vida del consumidor. A su vez, por su facilidad de uso crea una cierta retroalimentación con clientes que prefieren ir a hacer pequeñas compras en los establecimientos con el logo “Octopus”.

El siguiente paso es ir más allá e incluso hacer desaparecer la tarjeta. Cosa que ya se ha conseguido, aunque no es de uso general. El mismo microchip de la tarjeta se puede introducir en distintos objetos y ya así empieza a haber usuarios que lo tienen en relojes o anillos. Así que es suficiente pasar la mano por la canceladora para acceder al metro, comprarse un refresco o entrar al edificio más moderno. Tecnología al servicio del consumidor.

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