Al César lo que es del César. Y al dólar lo que es del dólar.

Al César lo que es del César. Y al dólar lo que es del dólar.
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Nada es gratis. Todo tiene un precio. Y siempre hay alguien que lo paga, más nos vale tenerlo claro y saber como funciona el mecanismo de cobro para evitarnos sorpresas. Es un razonamiento tan básico, tan primario, que da un poco de apuro el repetirlo. Los costes, de un modo u otro, se acabarán imputando a quien corresponda, según el modelo de negocio que hayamos creado o que el mercado haya configurado por nosotros. Y esto es así en todos los ordenes de la vida económica, no sólo en los de la empresa privada.

Recientemente he leído un post de FJ Llinares, La superprimaria del yen y las hipotecas multidivisa. Observo en el mismo dos partes claramente diferenciadas. Una primera, que da título al mismo, acerca del peligro de las hipotecas multidivisa. Y otra, que es la que me interesa, acerca del dólar como una suerte de impuesto imperial estadounidense al resto del mundo. Estando en lo sustancial de acuerdo con dicha afirmación no comparto el tondo de critica que entiendo subyace en dicha afirmación.

Llinares utiliza la paridad dólar/oro para ilustrar su posición. El dólar, en relación con el oro, pierde un 97% de su valor en los últimos 40 años. Y se trata de una tendencia sostenida en el tiempo. Dicha tendencia constituye, en última instancia, una fórmula de financiación de la potencia norteamericana. en palabras de Llinares el sistema se explica fácilmente:

1. Obligas a buenas o a malas a que todas las materias primas coticen en dólares (como ejemplo sospechoso, tenemos el brent: se produce en Europa, cotiza en Europa, se entrega en Europa, se consume en Europa, y a nadie le parece raro que se contrate en dólares). Si algún país se niega a vender sus materias primas en dólares, para eso está la OTAN.

2. Cuando todos los países necesitan tener unas reservas de dólares en sus cuentas, entonces pones la maquinita de imprimir dólares echando humo y solucionado. Cada dólar que se imprime representa un dólar más en la cuenta del Imperio y una pérdida de valor proporcional del resto de dólares en circulación hasta esos momentos.

En lo esencial uno está de acuerdo. Pero hay matices. Y la vida, amigos, es cuestión de matices. En este asunto también los hay, y son importantes.

Me parece ajustada la crítica a los amantes de la imprenta fácil (especialmente en estos momentos). Pero conviene recordar a los que lean a Llinares (a él no, que fijo que lo sabe), que dicho mecanismo esta latente en todos aquello mecanismos de emisión monetaria sin respaldo de activos reales. A día de hoy, y que yo conozca, todas las divisas, todas las monedas. Si el dólar es un impuesto imperial, el euro lo sería regional, por poner un ejemplo.

Habida cuenta de que las cosas son así, cabe preguntarse si dicha exacción, si dicho gravamen, tiene algún tipo de justificación. Y cuando digo justificación me refiero a explicación, no a que sea justo. Y a mi entender está plenamente justificado: EEUU ha prestado sus servicios de seguridad al denominado mundo libre durante medio siglo, y de hecho sigue haciendo. He duda entre prestar e imponer, pero dada la lógica del asunto me es indiferente. El caso es que cuando EEUU usa su fuerza coactiva de una u otra manera eso tiene un coste. Y, si bien lo hace en beneficio propio, en una inmensa mayoría de los casos suele haber otros beneficiados. Pues bien, esos otros Estados beneficiados deben pagar. Deben pagar con hombres y con contribuciones expresas, pero también con una contribución táctica como es asumir el patrón dolar.

A alguno le parecerá que exagero. Vale, es posible. Yo, sin embargo, aún recuerdo como Clinton tuvo que intervenir en la antigua Yugoeslavia, en un asunto claramente europeo, en un problema atizado claramente por socios de la UE, ante la inoperancia de estos. ¿Alguien piensa que eso es gratis? Se que es muy poco estético, pero nuestro señor feudal tuvo que venir a poner orden y a demostrar a algunos de sus vasallos la necesidad de su protección.

Explicada la causa, vayamos con el cómo. Discrepo con que la OTAN tenga en su agenda oculta la imposición del dolar como moneda en la que se cotiza el Brent. Prefiero irme a los antecedentes históricos. Y en dicho sentido, y para comprender mi punto de vista, os recomiendo la lectura de este post mío sobre el Lebensraum, y donde ya señalaba el papel (nunca mejor dicho) que jugaba el dólar. Pues bien, fue en ese momento, al final de la guerra, cuando el dólar inició su expansión, su hegemonía. Retrocedamos en el tiempo.

En una Europa calcinada los antiguos aliados se vuelven enemigos. EEUU entiende que debe reconstruir Europa. Y para ello, a través del Plan Marshall inyectará millones de dólares a sus antiguos y nuevos socios. He dicho de dólares. Y como no podía ser menos dada la destrucción de la capacidad productiva europea, el principal destino de aquellos dólares eran los propios EEUU. Que nadie se escandalice. En última instancia son el antecedente directo de los muy progresistas créditos FAD que los europeos usamos como arma comercial en aquellos países subdesarrollados a los que cerramos nuestras fronteras. La diferencia es de volumen y de momento, no de esencia.

En mi opinión es en dicho momento cuando se asienta la hegemonía del dólar. Un dólar aún convertible, pero al que este cambio de rol lo transmutó para siempre, allanando su camino a la no convertibilidad. Y una vez quedo claro que el dolar valía para comprar ya no sólo en la única fábrica del mundo si no también en las nacientes alternativas, no hubo camino de regreso.

¿O si lo habrá?, ¿qué pasa con los monstruosos déficits estadounidenses?, ¿seguirá el resto del mundo financiándole? Permitidme que sea un poco gallego, pero ¿qué alternativas hay? Cuando hablo de alternativas me refiero tanto a que pueden hacer sus acreedores, como a la posibilidad de una una nueva divisa mundial que sustituya al dólar.

Respecto a lo primero el margen de maniobra es muy limitado. Los acreedores del Impero, China por ejemplo, no pueden adoptar medidas agresivas, pues aún acumulan ingentes reservas de dólares. Si les preocupa la depreciación de los mismos, ¿cómo van a impulsar medidas que que impliquen un descalabro de dichos activos? Amenazan con hacerlo para que los EEUU se autocensuren, pero no resulta muy creíble.

Por otro lado, el de las divisas candidatas a sustituir al dólar, tampoco lo veo claro, especialmente si lo que se pretende es sustituir a dicha divisa por un clon suyo, llámese euro, amero, yuan o lo que se quiera. Para empezar y por no ir más lejos, y si hablamos de un modelo monetario similar al actual, conviene recordar el ejemplo europeo y preguntarse cómo pretenden gestionar un política monetaria común para realidades macreconómicas muy distintas. Partiendo de fuertes desequilibrios dicho intervencionismo monetario puede generar enormes problemas.

Llamadme cínico, pero creo que al dólar aún le queda una mala salud de hierro.

Hasta el próximo jueves.

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Imagen | Manuel Delgado Tenorio

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