El colectivo de desempleados de larga duración no deja de incrementarse en nuestro país año tras año. Según datos de Eurostat recogidos por el Instituto de Estudios Económicos (IEE), la tasa de paro de larga duración en España alcanzó el pasado año el 13,1 % de la población activa, 11,4 puntos más que en 2007, cuando apenas ascendía al 1,7 %.
Este problema no es particularmente español, pues en cierta medida también se da en otros países europeos. Sin embargo, sólo Grecia, con un 18,4 % de desempleo de larga duración en 2013 supera a nuestro país. De 2007 hasta hoy esta modalidad de desempleo se ha incrementado en casi todos los países europeos, pero los casos de España y Grecia rompen la estadística y se presentan como sencillamente insostenibles.
El aumento de este colectivo durante los últimos años es espectacular y pone de manifiesto la necesidad de implantar medidas que lo combatan. El fenómeno es extremadamente preocupante ya que no sólo tiene un efecto negativo sobre la carrera profesional de los afectados, sino que además conlleva un deterioro importante del bienestar individual de estas personas.
Por otra parte, la incorporación al mercado laboral se complica a medida que pasa el tiempo sin que el desempleado consiga encontrar un empleo, por lo que tenemos ante nosotros el cóctel perfecto para hundir a esa persona en la más absoluta miseria a nivel económico y personal.
Con esta realidad por bandera, los responsables políticos deberían fijar como prioridad absoluta solucionar el problema de este colectivo. Para ello, son necesarias medidas agresivas que combatan el problema estructural desde su raíz: comenzando por una formación especializada que convierta en empleables a estos individuos y terminando por favorecer la demanda de empleo, por ejemplo, mediante exenciones fiscales a los empresarios que contraten a desempleados con estas características.
Lo que está claro es que ni la información que el Ministerio de Empleo pone a disposición de este colectivo ni las ayudas a la contratación vigentes en la actualidad parecen solucionar el problema. Por esta razón, el Gobierno ha de tomarse mucho más en serio el problema de estos individuos. Ya basta de dialéctica vacía. Estas personas reclaman soluciones urgentes.
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