España tiene actualmente una tasa de paro del 12,6%, un 'buen' dato si nos atenemos a lo que ha sucedido en estos años de pandemia y demás. No obstante, sigue siendo de las cotas más altas de la UE y un síntoma de enquistamiento de nuestro mercado laboral, porque parece que somos incapaces de bajar de los dos dígitos.
El problema es que en este último trimestre de 2022 que nos queda las cosas pueden ir a peor. Y desembocar en un 2023 muy complicado en el plano económico y laboral. Ya nos lo están avisando desde diferentes flancos. Desde el propio BCE, que está subiendo tipos para atajar la inflación, por un lado, pero avisa de que eso podría cargarse el mercado laboral.
La verdad es que alentador no es. Sobre todo porque nuestro mercado laboral es muy frágil y desde la crisis de 2008 no se ha recuperado del todo y enseguida refleja los vaivenes económicos. Además de que es muy precario y tiene unas fuertes barreras de entrada para jóvenes y mayores.
Por ello, vamos a ver lo se nos viene por delante para que no nos pille de sorpresa lo que pueda pasar en 2023.
Un conjunto de peligros
Como ya ha señalado el BCE, las subidas de tipos que está llevando a cabo son un riesgo para el mercado laboral, ya que va a hacer que la financiación empresarial sea más cara, lo que obligará a las empresas a reducir costes.
¿Y cuáles son los costes principales de una empresa -amén de la electricidad ahora-? Los laborales. Por lo que se pueden producir despidos y, por otro lado, que no se contrate. La contabilidad de las empresas manda, y si financiarse es más caro, recortarán del resto de cosas, pues sin financiarse muchas no pueden sobrevivir.
Pero es que ese no es el único peligro. La propia contracción de la economía también elevará el desempleo. Si la actividad se reduce, las empresas también tendrán que despedir gente e, igualmente, no contratar. Algo que también está empujado por la inflación.
Volvemos a lo de antes: si suben los costes empresariales por un lado (electricidad y suministros), hay que recortarlos por otro. Y el personal siempre es la 'salida más fácil'.
Sobre todo, corren peligro los contratos temporales, pues la situación puede obligar a que no se renueven. Los fijos tienen la protección que da el coste que tiene despedirlos, pero ya sabemos que eso tampoco es un seguro de vida.
Por ello, 2023 se antoja bastante complicado para el empleo porque la crisis inflacionista no tiene visos de acabar a medio plazo. Los gobiernos son los únicos que pueden salvar algo la situación poniendo en marcha políticas de reducción de impuestos, de costes laborales e incentivando la contratación.