¿Es culpa mía que me engañen?

¿Es culpa mía que me engañen?
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Desde que estalló la crisis algunas entidades financieras, especialmente Cajas de ahorros han “desaparecido” de alguna manera, dejando a sus clientes en un estado de inquietud bastante comprensible. Hace dos años y medio, se pusieron de moda unos productos financieros, las participaciones preferentes, que algunas entidades ofrecían a sus clientes como una buena oportunidad para sus ahorros, como ya se advirtió desde éstas páginas en su momento, estos productos no eran del todo aptos para inversores particulares.

Ahora algunas de esas entidades, como destapa este artículo y sufren muchos particulares, tienen a sus clientes atrapados con estos productos, y éstos no pueden recuperar sus ahorros, un drama personal comparable al que vivieron los que en su día habían confiado en la trama de Afinsa, veremos como se resuelve esta vez. El caso es que esto me hace preguntarme: ¿De quién es la culpa si me engañan? Decía Anaxágoras: “Si me engañas una vez tuya es la culpa, si me engañas dos, es mía”.

La cuestión es que si una entidad financiera te ofrece un producto, informándote de los posibles beneficios pero obviando los riesgos (bien por considerarlos improbables, bien por mala fe) el producto, en este caso las participaciones preferentes, que te están ofreciendo puede ser perfectamente legal, pero están engañándote.

Sin embargo no te están timando, es un producto financiero, cuenta con el beneplácito de los organismos pertinentes, es perfectamente legal, está sujeto a todo tipo de imposiciones como cualquier otro producto financiero, y la información sobre el está disponible para ser consultada, otra cosa es que “perdamos el tiempo” consultándola o nos dejemos engatusar por los “asesores”.

El problema es cuando ponemos al lobo a cuidar las ovejas. Los “asesores” que las entidades financieras ponen gratuitamente a nuestra disposición son siempre comerciales de la entidad, cuya única misión es colocarnos sus productos. Si yo no pago a un asesor ¿qué me hace pensar que trabaja para mí y no para la entidad que le paga?

Es muy fácil ponerse del lado de los afectados, indignarse por estas prácticas de las entidades financieras, que bordean muy peligrosamente el engaño, pero en este caso la culpa va a recaer en los afectados, a menos que se demuestre que la información completa no estaba disponible, o se les presionó de alguna manera para adquirir ese producto antes de poder informarse.

En El Blog Salmón| ¿Qué son las participaciones preferentes?
Imagen| Fran Carreira

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