Barcelona necesita reinventarse para atraer inversión

Barcelona necesita reinventarse para atraer inversión
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Barcelona es un ejemplo de cómo se puede ser la ciudad española con mejor posición para su despegue económico a, en unas décadas, echar por tierra todas esas expectativas. Y es que si ponemos el punto de partida en la democracia española, la ciudad condal poseía una base industrial por delante de Madrid y un empresariado de amplia solvencia con una mirada aperturista, mientras que los coletazos de la dictadura franquista habían dejado a Madrid encerrada al mundo.

Vayamos a los datos en esos años. La economía catalana liderada por Barcelona era un 25% mayor que la de Madrid en el año 1975 y hoy se encuentra por debajo del de la capital española. El nivel de PIB per cápita de Cataluña, se encontraba por delante del de Madrid en 1980, sin embargo en 2018 era un 15% inferior. En un margen de 40 años Barcelona parece haber perdido su oportunidad.

Ambas ciudades sufrieron la llamada crisis industrial, incluso, la madrileña fue más acusada, ya que Barcelona tuvo mejor capacidad de aguantar el empleo en el sector manufacturero, en unos momentos que se empezaba a intensificar la competencia internacional con el proceso de globalización. De hecho, Barcelona, durante el período democrático hasta la gran crisis de 2008 aguantó la industria con 600.000 empleos, mientras que Madrid vería un goteo constante de pérdidas de puestos de trabajo en esta actividad.

Sin embargo, mientras la crisis madrileña se acentuaba, se identificó que la oportunidad era el sector servicios, un elemento clave que más adelante detallaremos y que le llevaría, años más tarde, a tomarle la delantera a Barcelona.

Ambas ciudades han crecido por encima de la media española, aunque Madrid ha mostrado un crecimiento superior. Pero el crecimiento ha sido con modelos diferentes. Barcelona ha buscado situarse como una capital cultural, al estilo Venecia, con una alta dependencia del turismo, mientras que Madrid ha perseguido convertirse en una ciudad global y un centro económico. El problema del modelo cultural es que, por razones de capacidad, no permite un crecimiento eterno, sino que existe un techo en el cual se vería un estancamiento.

Con respecto a la población, Madrid y Barcelona estaban igualados en la década de los setenta (métrica provincial), a pesar de que en la etapa franquista Barcelona siempre concentró una mayor población. Sin embargo, entrando en la década de los ochenta Madrid fue el motor de crecimiento demográfico. Barcelona crecía pero no tanto como Madrid. Hoy la provincia de Barcelona concentra a 5,6 millones de personas y la de Madrid a 6,7 millones.

Poblacion

¿Por qué perdió Barcelona?

No hay un único factor para explicar la pérdida de la batalla frente a Madrid y no sea competitivo para atraer inversión. Confluyen diversos factores que han dado origen a que Barcelona se haya quedado rezagada entre lo que podía haber sido y finalmente es.

La crisis industrial fue entendida como una oportunidad para Madrid. Mientras que Barcelona trató de aguantar el motor industrial, Madrid fue directo a facilitar un cambio estructural de su economía a orientarla al modelo del sector servicios y se crearon más de 1,2 millones de nuevos puestos de trabajo solo en el sector de servicios, lo que representaría unos 300.000 más que Barcelona.

Agri

Madrid tenía dos puntos a favor importantes vinculados a la capitalidad. Madrid era el centro político para la toma de decisiones y las infraestructuras han seguido un patrón radial con Madrid como núcleo.

Hay que decir en este punto que si bien Madrid tenía estos puntos a favor, Cataluña desde los años noventa tuvo una gran influencia política significativa para facilitar la gobernanza, lo que le permitía ejercer un contrapeso al efecto capitalidad tanto a nivel político como ser uno de los grandes beneficiarios de las infraestructuras desarrolladas en España.

Pero Madrid ha añadido a la partida un modelo fiscal de bajos impuestos y ese ha sido su triunfo personal para atraer multinacionales con empleos de medio y alto valor añadido, que han marcado la diferencia frente al modelo catalán. Especialmente en los tramos altos del IRPF, vemos una diferencia de más de nueve puntos. Por ejemplo, hoy de un salario bruto de 1.000.000 de euros, en Madrid se pagaría 423.525,4 euros y en Barcelona (Cataluña) habría que sumar casi 40.000 euros más hasta los 462.583 euros.

El modelo de Madrid ha dado como resultado un crecimiento histórico por encima de la media nacional mientras que Barcelona es ya un vagón de cola. Si miramos el año 2019, año que aun estaba vigente el crecimiento español, observamos que la Comunidad de Madrid era líder con un avance del 2,6% del PIB, seis décimas más que la media nacional situada en el 2%. Por el contrario, Cataluña marcaba un crecimiento del 1,8% del PIB, dos décimas menos que la media.

Madrid

Barcelona es esencialmente turismo. Si repasamos su actividad, nos encontramos que 16.164 empresas y 151.368 empleos se vinculan al comercio que es una de las áreas con más peso dentro de la estructura económica de Barcelona. De hecho, el sector representaba el 21,4% de las empresas y el 14,4% del empleo en la ciudad a finales de 2017. El número de establecimientos del sector del comercio minorista y la restauración era de 35.834 en 2016, lo que representa el 17,3% del total de la ciudad.

Había un problema estructural detrás, pero no se extendía al ámbito de la confianza de las instituciones. Pero el independentismo y el autodenominado procés, puso la guinda del pastel, generando una inseguridad jurídica. En medio de toda esa inestabilidad política generada, más de 3.800 empresas decidieron mudar sus sedes sociales fuera de Cataluña, beneficiando especialmente a Madrid. Un impacto que puede no parecer relevante, pero tiene su importancia en el replanteamiento de proveedores-clientes, cercanos a las sedes sociales en el largo plazo.

Con la estampida de traslados de sedes sociales, a Barcelona solo le queda la farmacéutica Grifols como la gran multinacional de referencia. El resto de empresas han buscado otras alternativas, siendo la principal Madrid. El balance es muy negativo en este aspecto, las 3.000 empresas que salieron de Cataluña facturan alrededor de 44.000 millones, y Madrid se llevó el 62% de los cambios en las sedes sociales, pero se llevó los "peces grandes" lo que se traducía en el 85% de la facturación.

Todo ello, se reduce a una expresión: Barcelona necesita reinvertarse o aceptar la derrota.

¿Qué necesita Barcelona para reinvertarse y volver al dinamismo?

Barcelona no lo tiene todo perdido, nos encontramos en la cuarta revolución industrial y es un gran momento para marcar posicionamiento en el largo plazo. Si pensamos muchas de las grandes multinacionales españolas forman parte de la economía del siglo XX pero no en la era del siglo XXI, con un marcado factor digital.

Barcelona debe perseguir convertirse en un referente en el ámbito de la tecnología para mejorar la calidad de vida en un contexto global en el que la tecnología móvil es un vector clave para el crecimiento de la economía en su conjunto. En este contexto, el papel de Barcelona como Mobile World Capital -al acoger el Mobile World Congress presenta una oportunidad estratégica para posicionar la ciudad en este sector de actividad.

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Existe una oportunidad en las actividades que proporcionan una red que tiene acceso a toda la cadena de valor mediante la combinación de diferentes tecnologías: Internet de las cosas, sistemas basado en la nube, big data, ciberseguridad y fabricación digital.

Para canalizar esa inversión es necesario un ecosistema business friendly, y el panorama político y fiscal de Cataluña no ayuda especialmente a lograr esa meta, debe existir una reflexión profunda en este ámbito del coste de oportunidad que se está soportando. Para hacernos una idea, con el procés, no solo repercutió negativamente a la capital con el traslado de sedes sociales sino que la inversión extranjera directa bajó en Cataluña 15 puntos que fueron los mismos que subió Madrid, un regalo en toda regla.

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