Aunque George Soros señaló ayer que lo peor de la crisis "ya ha pasado", hay que reconocer que lo único que ha ocurrido ha sido una cierta frenada a la caída libre. Algo así como que las fuertes inyecciones financieras de último recurso permitieron abrir el paracaídas por lo que ahora el desplome que queda será más lento y sin el pánico que tenía a principios de año.
Por eso que las señales de advertencia continúan, y la caída de Wall Street de ayer presagia nuevas rondas bajistas en Europa. La crisis está aún en su fase inicial, y aún queda caída por delante. Dado que el desempleo global seguirá aumentando en Estados Unidos, parte de Asia y Europa, el escenario que viene es de estancamiento y deflación. Los indicadores bursátiles seguirán una caminata aleatoria que no nos los alejará del lugar que ocupan ahora, aunque diariamente sufra variaciones importantes. Por eso es que si bien se abrió el paracaídas y el descenso comienza a ser más tenue, la pregunta de rigor sería ¿se abrió a tiempo?. Esto es lo que Paul Krugman señala el ingreso a una década perdida si no se lanza otro plan de estímulo. La crisis podría aún profundizarse más para Estados Unidos y Europa. Vemos que varios países están sufriendo estas consecuencias como es el caso de Gordon Brown en el Reino Unido y sus dificultades para restablecer las finanzas británicas. Los bancos de Inglaterra se mantienen en muy precarias condiciones y su debilidad tiene al sistema congelado. El dinero no fluye y los precios han comenzado a caer violentamente conllevando la amenaza de deflación y el deterioro a los salarios.
Las economías más expuestas a estos escenarios adversos son las de aquellas que se consideran las grandes fábricas del mundo, como Alemania, Japón y Corea. En Japón, Toyota, la mayor fabricante de autos del mundo y paradigma empresarial por sus sinergias productivas, ha sufrido su primera y millonaria pérdida en sus 60 años de vida. Y no es la única empresa nipona en dificultades. Japón, Alemania y Corea no podrán tener un repunte mientras no se restablezca el empleo y la inversión. De ahí que en muchos casos deberán cambiar sus bases productivas.
La esperanza está puesta en la reacción de China que puede significar un desacople. Si bien el gigante asiático no puede tomar el relevo de la enorme holgura en el consumo que deja Estados Unidos (país que consumía el 50% de la producción mundial) puede aprovechar la importante oferta productiva de los países emergentes. América Latina y Australia serán parte de los países beneficiados de la demanda de alimentos y materias primas de China. El gigante asiático se juega una opción que resultará muy significativa a la hora de comparar la evolución que tome la equidad global.
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