Después de las turbulentas semanas que han acechado a la economía española, se han contabilizado el doble volumen de CDS (Credit Default Swaps) que hace un año.
Los CDS sobre deuda soberana, mitigan el riesgo que tiene el tenedor de un bono ante un incumplimiento en los compromisos financieros por parte del emisor. Los CDS no cotizan en el mercado, pero su ‘precio’ varía en función de las expectativas de mercado. La semana pasada, cerró a su nivel máximo 170 Puntos, es decir, un inversor que posee un Bono del Estado español por valor de 100.000 euros, tendría que realizar un desembolso anual de 1.700 euros para cubrirse de un posible impago.
El máximo anterior se alcanzó hace justo un año, pero las circunstancias eran distintas. Aquella vez, se elevó su precio debido a una turbulencia generalizada en los mercados internacionales, pero esta ‘segunda oleada’ está afectando única y exclusivamente a aquéllas economías que aún no han abandonado la recesión, y sobre las que planean las peores expectativas.
La semana pasada, la vicepresidenta segunda del Gobierno y Ministra de Economía Elena Salgado ha viajado a Londres y a París, con el objetivo de ‘calmar al mercado’ y vigorizar a España como destino ideal de las inversiones internacionales.
Hasta este momento, el dinero extranjero fluía a espuertas hacia nuestro país, pero en las últimas semanas el mercado español está de capa caída, produciéndose bruscas caídas en los principales índices. Básicamente, y como os podéis imaginar, esto se produce a causa de masivas ordenes de venta, que hacen que la oferta de títulos sea mayor que la demanda existente, abandonando gran cantidad de capitales nuestro mercado.
La solución a este problema, el de las expectativas, no parece fácil, aunque nuestro gobierno se empecine en que reducir nuestro déficit público del 11% actual al 3% se puede conseguir sin grandes reformas, estando inmersos en una gravísima crisis fiscal. Esta situación se ha tornado muy complicada, y requiere de la actuación coordinada de todos los agentes políticos y económicos, con planes serios y coherentes.
Lo que es cierto, es que nos ha costado mucho conseguir una España con el nivel de desarrollo actual, y que hemos conseguido grandes logros, entre ellos formar parte de la unión monetaria, pero, ¿nos ganaríamos hoy el derecho a seguir formando parte, si se evaluasen los cinco criterios de convergencia?
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