Hemos criticado varias veces en estas páginas la forma en que se privatizó el anterior monopolio estatal español de telefonía, Telefónica de España.
Esta privatización tuvo el efecto de crear dos monopolios privados en una solo empresa, la parte de servicios a clientes y la parte de la infraestructura, la red.
Después de la apertura legal en servicios, y de muchas presiones por parte del regulador español y de las autoridades de la Unión Europea (EU), Telefónica tuvo que abrir su red a otros operadores que querían ofrecer servicios competitivos de telecomunicaciones y de internet a clientes.
El problema para estos potenciales competidores es que tenían que utilizar la red existente de Telefónica y, como consecuencia, tenían la obligación de pagar a Telefónico por el uso de su red.
Esta operativa necesitaba buena fe de Telefónica en dos formas. Primero en lo que cobraba a estas otras empresas por utilizar su red y, segundo, en la respuesta de los técnicos de Telefónica cuando había una avería o un problema relacionado con la red que impactaba clientes de sus competidores.
La parte de lo que cobraba se aclaró con el tiempo ya que el regulador presionó y luego forzó las tarifas que Telefónica debería cobrar a terceros utilizando su red.
La parte de respuesta técnica es casi imposible regular y la neutralidad de Telefónica sigue fallando cuando tienen que responder a las necesidades técnicas de uno de los clientes de sus competidores. Que se aprovecha de su control monopolístico sobre la red para aprovecharse es obvio, sólo tienes que utilizar los servicios de uno de sus competidores y tener problemas técnicos para darte cuenta de que no hay que esperar respuestas rápidas si tu servicio cae.
A pesar de este contexto estratégico, Telefónica convenció al regulador español que no le fuerze a abrir su nueva red ultrarápida de fibra óptica, con el argumento de que, si no tenían aceso exclusivo durante un tiempo, no tenía lógica invertir los millones importantes necesarios para establecer esta nueva red en España.
Suena muy bien pero, con el negocio de la red en manos independientes, una empresa podría rentabilizarla mucho mejor, y más barato, si pudieran alquilar esta red a muchas más empresas, compitiendo entre ellas, para ofrecer el mejor y el más barato servicio de red ultrarápido.
La UE pensaba así y multó a Telefónica una cantidad importante, €151 millones, por excluir a otras empresas de su red, multa que dicen que piensan mantener a pesar de las apelaciones.
Espero que se mantengan firmes, aunque la UE no demuestra mucha fortaleza cuando se enfrenta con un país defendiendo los intereses de sus campeones nacionales.
El gobierno español continúa con su peculiar doble personalidad.
En electricidad defienden el principio de separar la red del suministro competitivo de servicios, por eso tienen Red Eléctrica de España, que gestiona la red eléctrica en España y permite a muchas empresas utilizar esa red, cobrando por supuesto, para ofrecer servicios competitivos a clientes.
Cuando llegamos a la red telefónica, defienden el viejo monopolio alegando la necesidad de inversión en la red y queriendo proteger a su campeón nacional telefónico, estrategia que resulta en la pérdida de competitividad para nosotros los consumidores.
Vía | Reuters
En El Blog Salmón | Redes y servicio al cliente deben separarse y Telefónica deberá ofrecer ADSL2+ a la competencia