Krugman se equivoca: el euro es más fuerte que el dólar

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No ha dejado de sorprenderme el artículo de Paul Krugman publicado el domingo en El País , Un dinero demasiado lejos, A Money Too Far en The New York Times. En este artículo, y a propósito de la crisis griega, Paul Krugman hace una comparación con la película Un puente demasiado lejos, A Bridge Too Far señalando que debió ser en la ciudad holandesa de Arnheim y no en Maastricht donde se aprobara el camino hacia el euro. Arnheim es sinónimo de fracaso. Y Krugman, como gran parte de los economistas estadounidenses, apuesta al fracaso del euro. De ahí el consumado interés de que Grecia sea el primer eslabón en caer. Un eslabón desprendido generaría el efecto dominó que pulverizaría a Europa y rearticularía la dependencia europea del dólar.

Debo decir que Un puente demasiado lejos es una de las grandes peliculas sobre la segunda guerra mundial por dos razones: primero, los aliados pierden, por tanto no se trata de la típica película de triunfalismo bélico, algo que tuvo muy en cuenta su director, el británico Richard Attenborough. En segundo lugar, demuestra la inutilidad de una cadena de mando que apuesta a los intereses mezquinos, que sólo piensa en el éxito rápido, y que actúa de manera sorda y ciega. La película muestra, de manera ejemplar, la sumatoria de errores que conducen a un fracaso colosal. Errores que parten por la sordera y la ceguera de las capas dirigentes. Siempre la recomiendo para que se sepa como no se debe actuar al llevar a cabo un plan de acción.

El hecho que relata la película está tomado de la historia real y la novela la escribió Cornelius Ryan. En agosto de 1944, y tras el exitoso desembarco en Normandia que da inicio al cerco a los alemanes, el general Montgomery idea un ambicioso plan para terminar la guerra “cuanto antes”. Lanzarán 40.000 soldados en paracaídas detrás de la fuerzas alemanas para sorprenderlos y acorralarlos, derribando los puentes y cortándoles todas las vías de escape. La idea es terminar la guerra en dos meses, y pasar la navidad en América, con la familia. Dirk Bogarde interpreta al general a cargo de la operación, y Gene Hackman al general rebelde y más visionario, que advierte que la operación puede convertirse en una carnicería. (Trabajan también Robert Redford, Michael Caine, Sean Connery, Ryan O’Neal, etc). Lo concreto es que los alemanes no estaban para nada derrotados y su repliegue no era una rendición, como pensaban los estadounidenses. De nada sirve mostrar las fotos con los tanques, que crucificarán a las tropas. Lo que Montgomery dice, es Ley. Por eso, el fracaso fue estruendoso, y la guerra se prolongó por otros 12 meses.

En esta historia ocurre lo mismo de lo que he denominado el paradigma de Mark Felt en Follow the money, a propósito de la muerte del informante de Bob Woodward para el caso Watergate, y que se muestra en la película Todos los hombres del presidente. La arrogancia y el excesivo optimismo no permiten ver los errores en la cadena de mando, y bloquean los flujos de información relevantes. La cadena de mando vive ajena a la realidad, en la burbuja de su propia enajenación.

Si señalo ésto es porque en el desarrollo del modelo económico se acumuló una sumatoria de errores. Y a quienes los advertían no los tomaban en cuenta. Siempre se optó por los caminos convencionales, por las recetas. Por eso Paul Krugman está equivocado al pensar que “el dinero está demasiado lejos”, como señala en su artículo. Afortunadamente la respuesta de la UE ha sido lo suficientemente contundente para demostrar que está dispuesta a dar la batalla. Parte de todo lo que hemos vivido en las últimas semanas han sido desesperados ataques a la moneda europea. A muchos inversores, y sobretodo a los bancos estadounidenses, les molesta la presencia de una moneda que puede complicar la hegemonía del dólar. En esta guerra de divisas interesa que caiga Grecia pues sería el cáncer que eliminaría lentamente a la moneda europea. Por eso que la deuda griega, que era perfectamente manejable por los propios griegos hasta el año pasado, se tornó insoportable. Y eso es lo que se pensaba hacer con la “deuda europea”: hacerla insoportable.

Por eso no es extraño que Krugman, el domingo, cuando los ministros de finanzas europeos ultimaban los detalles del Fondo de Estabilización, publicara en The New York Times Son las 21.16 en Europa, y todavía estamos esperando el plan de rescate… . Y ayer, también en NYT, colgó este gráfico, mostrando los leves efectos que tuvo en la relación euro-dólar, tras el anuncio del plan del Banco Central Europeo.

Como lo he señalado anteriormente, Europa se ha manejado con tibieza frente a la crisis. Nunca ha sido capaz de encarar a Estados Unidos (el país causante de provocarla) y ha obedecido todos los dictados de Washington. Hasta frente al caso de Goldman Sachs, donde muchos bancos europeos son víctimas, los gobiernos europeos han guardado silencio.

Por eso que la intervención sin precedentes que ha tenido la UE con su plan de rescate (casi veinte meses más tarde que el plan de rescate de Washington), ha sorprendido a los economistas estadounidenses. No se lo esperaban. No creían que la UE pudiera asumir un liderazgo para enfrentar la crisis, dado que en 20 meses sólo tuvo reuniones y tibios anuncios.

Desde hace mucho rato que Europa debió fortalecer el euro no sólo entre las fronteras de la UE. Tal como lo ha hecho China (pese a ser visto con malos ojos en su momento): ofreció a muchos países negociar con el yuan. De ahí su propuesta de convertir al yuan en divisa mundial. Lo mismo debió hacer la UE. Pero, por alguna razón, espera la autorización de Washington. Y hay que recordar que no es sólo Europa la que está en problemas. Los mayores problemas los tiene Estados Unidos. Por eso, mientras antes se produzca el desacople, la independencia, mejor será para Europa, que sufre sin haber cometido los excesos de Washington.

El plan europeo es bastante contundente. Y no sólo permitirá rescatar a los países con problemas, sino también a las empresas que se han visto en dificultades. Tal como Estados Unidos lo hizo con su plan TARP. Tras veinte meses de inacción, Europa por fin se levanta.Tiene la fortaleza y la historia para hacerlo. Será duro, pero será mejor a estar mendigando dólares. Esos que seguramente Paul Krugman ve “demasiado lejos”. No, el euro está aquí, y es más fuerte que el dólar.

Más información | Paul Krugman en El País Un dinero demasiado lejano
En El Blog Salmón | Salvando al euro “cueste lo que cueste”, Europa en horas cruciales: ¿logrará superar la tormenta?

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