No sólo en Asia combaten bien el coronavirus, y tenemos varios casos de éxito muy cerca

No sólo en Asia combaten bien el coronavirus, y tenemos varios casos de éxito muy cerca
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Mucho se ha venido hablando en la gestión de la pandemia de los casos de éxito mundiales que representan países asiáticos como Corea del Sur o Singapur; no sólo en lo sanitario, sino también en lo económico, con planes de choque que multiplican por 12 a aquel que se desplegó para combatir la Gran Recesión. El mérito de estos países asiáticos es haber conseguido aplanar la curva de infección (incluso tras el reciente rebrote en Singapur aún distan años luz de España), y conseguir que la progresión de la pandemia sea allí aplastantemente más lenta que en otros países como España o Italia, a pesar de que en Asia estuvieron mucho más expuestos al contagio de la cercana China desde el principio de todo.

Pero no todo son sólo éxitos cosechados por lejanos países de Oriente. En Europa tenemos también varios casos de gran éxito en la gestión de la terrible pandemia, y algunos nos cogen muy muy cerca. Lo cual no hace sino agravar la desconsoladora pregunta de ¿Y nosotros por qué no? Y es que España, con una población que supera ligeramente el 0,6% del total mundial, acumula a día de hoy en torno a un inconcebible 15% de todas las víctimas mortales. Una realidad incontestable de todas todas.

Desde la OMS a las cifras chinas, pasando por una mutación del virus “a la europea”: todo tipo de teorías salvo la necesaria auto-crítica

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A la hora de intentar responder a esa incontestable realidad de cómo un país tan insignificante poblacionalmente en el conjunto del planeta puede acumular una parte tan significativa de los muertos por COVID-19, la verdad es que el discurso es dispar y errático, y se puede llegar a leer literalmente de todo, incluyendo rocambolescas teorías sin la más mínima justificación científica a la vista de los datos actuales, como que el Coronavirus de China mutó al venir a Europa, y que aquí se ha vuelto mucho más virulento. Algo que obviamente no tiene el más mínimo sentido, especialmente a la vista del asunto del análisis de hoy, y es que hay bastantes casos de éxito en Europa en lo que a una correcta gestión de la pandemia se refiere. Otra teoría que resulta totalmente incoherente ha sido la de afirmar que las moderadas cifras chinas de contagiados y fallecidos no permitieron que pudiésemos anticiparnos en España ante la que nos iba a venir, y además, para acabar de tratar de dar validez al cojo argumento, lo rematan afirmando categóricamente que esas cifras chinas siempre han sido totalmente ciertas.

Esas cifras nunca fueron reales ni de lejos; ni en Enero, ni en Febrero, ni ahora. Desde estas líneas el 3 de Febrero ya publicamos un análisis alertando de la terrible pandemia que corría el riesgo cierto de acabar extendiéndose por todo el mundo y tener un impacto económico severo, y cuyas cifras oficiales chinas ya no nos encajaban por ningún lado. Ni siquiera ahora los chinos saben a cuántos muertos enterraron de verdad, y ya hay meritorias iniciativas, que se arriesgan a ser hostigadas por la represión (sí, se sigue ejerciendo en este tema incluso de nuevo contra la comunidad médica, con doctores que siguen siendo “vaporizados” al más puro estilo de 1984), y que tratan de calcular los fallecimientos con el número de urnas funerarias que está comprando sin parar el gobierno chino, o las horas de funcionamiento ininterrumpido de los crematorios.

Dejaremos a un lado las agrias críticas que levantó nuestro análisis cuando la sangría en España todavía era evitable, y los (des)calificativos que nos tildaban de alarmistas y agoreros, e incluso irrespetuosa y agresivamente hasta de basura mediática. ¡Ay, cuántos miles de muertos nos habríamos ahorrado si quien nos tenía que escuchar nos hubiese escuchado entonces!, porque es que, por anticipar, incluso advertimos de que la mortalidad no vendría por el virus en sí mismo, sino por la saturación hospitalaria y por la falta de medios que el contagio masivo provocaba. Y la situación china (la de verdad) que desencadenó todo fue evidente ya en su momento para un autor modesto como el que suscribe, de medios más que sencillos, así que pregúntense qué debería haber sido para todo un gobierno como el español, con embajador en China, cónsules, personal de embajada, etc. etc. etc. que deberían haber informado de la verdadera realidad de la pandemia en China a pie de calle, y que es posible que incluso pudieran haberlo hecho.

Ahora los medios “oficialistas” culpabilizan a la OMS, que sin embargo dio a tiempo la voz de alarma a finales de Enero, cuando la pandemia era todavía minimizable respecto a toda su mortal magnitud actual. La UE también puso el grito en el cielo ante la autorización por los diferentes delegados del gobierno de las concentraciones masivas de población de principios de marzo, y tras las cuales las cifras de contagiados se dispararon en Madrid. Hay además otros hechos objetivos y contrastables por los que el gobierno español habría dispuesto en su momento de la información necesaria para haber podido tomar las decisiones correctas antes del fatal desenlace. No, si por algo será que los medios internacionales, incluso los de corte más progresista, de entre todos los países del mundo, optan por criticar con especial dureza la gestión que se ha hecho en España de la pandemia. Y es que, incluso contando con una pequeña variabilidad por posibles diferencias en la calidad en las cifras (que podrían incluso jugar en contra de España), ese hecho tampoco puede servir de excusa ante la evidencia de la magnitud de la mortalidad de la pandemia en España, que es líder mundial sólo en el mismo orden de magnitud que Italia y Bélgica, y situándose España uno o varios órdenes de magnitud por encima de todos los demás países a fecha de 14 de Abril: EEUU arroja unos 7 fallecidos por cada 100.000 habitantes, Francia unos 23, Italia en torno a 34, Bélgica sobre los 36 y… España en el macabro podio mundial con alrededor de 38 fallecidos cada 100.000 habitantes. De nuevo, incontestable. Y ahora compararán por ustedes mismos con la mortalidad de los casos de éxito que les damos a continuación, y que es todavía infinitamente más sangrante (si cabe).

Pero lo que diferencia a una socioeconomía avanzada de una bananera es que esa clase media ilustrada, que suele ser la clase social más amplia en países desarrollados, siempre acaba siendo consciente en cierta medida de la verdad, merced también al papel que cierta prensa sigue vocacionalmente ejerciendo como cuarto poder contra viento y marea. Así, en España ya hay un 77% de la población que cree que el gobierno oculta el número de muertes, con datos que no encajan para nada con las cifras estacionales de mortalidad del año pasado sumándole sólo las víctimas extraordinarias “oficiales” por Coronavirus: con ello se estaría demostrando que habría muchos más muertos de lo que habría sido normal más lo declarado, y lo más lógico es que también los de la diferencia sean debidos al Coronavirus como única anomalía relevante de este año en mortalidad. Como inevitable consecuencia, una mayoría aplastante del 73% de los españoles no cree que el gobierno tenga controlada la crisis como se afirma rotundamente desde las más altas esferas oficiales, y un 68% opina que el gobierno español lo está haciendo peor que el de otros países. Si es que las cifras son efectivamente incontestables… y por otro lado, un efecto totalmente inesperado del confinamiento es que la gente dispone de tiempo para informarse más y mejor, pero lo puede hacer además cultivando el esencial espíritu crítico, y muchos ciudadanos son ahora mucho más conscientes de cómo nos manipulan en la era 2.0.

Pero hay países en el norte (y centro) de Europa que están gestionando la pandemia mucho (muchísimo) mejor que nosotros: Alemania, Austria, los países nórdicos…

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El primer país en Europa que ha logrado una mejor gestión de la pandemia ha sido Alemania. El primer caso en suelo europeo surgió en la ciudad bávara de Munich, pero aún así las cifras de mortalidad de la pandemia en el país teutón son de las más bajas del mundo con tan sólo unos 3,8 muertos cada 100.000 habitantes. Algunos sectores se defienden al compararlos con España diciendo que es que no cuentan los muertos domiciliarios por Coronavirus, y aunque es cierto que hay gran heterogeneidad en cómo se contabilizan los fallecidos y que la calidad de las cifras en general deja mucho que desear también en Europa (sin llegar a las irreales cotas chinas), lo cierto es que en España tampoco se cuentan los fallecidos domiciliarios (ni muchos ancianos fallecidos en residencias y hasta difuntos de hospitales desbordados). Aparte de modelos teóricos como el del Imperial College de Londres que arrojan una mera estimación, están esos indicadores que citábamos antes mayormente realistas y rigurosos que demuestran cómo las víctimas pandémicas en España están muy por debajo de las reales. Las diferencias que sí que son reseñables son que Alemania cuenta con 29,2 camas UCI por cada 100.000 habitantes, la mayor proporción de Europa frente a una España con tan sólo 9,7. Pero es que, además, fruto de su visionaria y racional política de déficit estatal cero o “Schwarze Null” desde hace más de un lustro, en Berlín ahora disponen de un preciado margen de endeudamiento extra que no han dudado en utilizar para salvar miles de vidas de ciudadanos. Un extremo que desde hace años veníamos desde aquí reclamando para España S.A. aprovechando el bálsamo monetario del BCE y por lo que pudiera venir, que en este caso no ha sido una eventual subida de tipos, sino el funesto cisne negro del Coronavirus.

Igualmente muy exitoso ha sido el caso de la alpina Austria, que tuvo su primer contagio al mismo tiempo que España, y que además cuenta con la dificultad extra de contar con unos recursos nacionales mucho más limitados por sus reducidas dimensiones económicas, además de compartir frontera y estar muy próxima geográficamente al devastado norte de Italia. Su receta de éxito le permite ostentar también otra de las tasas de mortalidad más bajas del mundo, con unos 4,2 difuntos/100.000h y muy cerca de Alemania, y la fórmula mágica ha sido (de nuevo) una alta proporción de camas UCI por cada 100.000 habitantes (la tercera mejor de Europa con 21,8), tests masivos a la población con 4.090 tests por cada millón de habitantes (supera incluso a Alemania), y contención social preventiva. Tomen por favor nota de una vez por todas nuestros gobernantes, que se nos apilan los muertos ya en tres pistas de hielo de Madrid. No obstante, hay que citar que parte del éxito de Austria también se debe a que allí la pandemia afecta a una gran proporción de jóvenes, que se infectaron en sus vacaciones de esquí, y que son el segmento demográfico con mayor tasa de supervivencia.

También hay que citar en este análisis a los países nórdicos, con unas tasas de contagio y de muertes muy moderadas, y cuya receta ha sido simplemente aquella que pudieron observar en la exitosa Corea del Sur (ven cómo no era tan difícil tomar ejemplo de los casos de éxito asiáticos): fronteras cerradas, potente concienciación apoyada desde el principio por los medios sobre la crudeza de la pandemia y la importancia de respectar el confinamiento (frente a esos “higienizados” telediarios españoles que muestran principalmente recuperaciones y aplausos en vez de la macabra situación de a pie de calle), y la consiguiente disciplina colectiva que es más una consecuencia de lo anterior que un recurso por el que oportunistamente culpar al propio pueblo de su tasa de defunciones. Islandia incluso ofrece tests masivos a TODA su población. Y mejor ya hablamos otro día respecto a la sostenibilidad de las cuentas públicas nórdicas, su disciplina presupuestaria, y de su margen de endeudamiento, que también pueden utilizar ahora países como Dinamarca para de verdad poder implementar adecuadamente y en todo su beneficioso potencial ese concepto de economía “Start/Stop” que acuñamos desde aquí como receta de éxito económico frente a la pandemia.

Grecia y Portugal, culturas y países muy similares a Italia y España, pero con una gestión de la pandemia muy muy distinta

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Aunque las comparaciones puedan ser odiosas para algunos, nos vemos hoy irremisiblemente obligados a seguir comparando, pero lo hacemos con espíritu puramente constructivo y para aportar en un debate con el que todavía estamos a tiempo de evitar miles de muertos adicionales. Porque no todas las comparaciones que pueden sacarnos los colores a los sufridos españoles deben ser hechas con vecinos europeos del norte, austeros y previsores en sus finanzas, y disciplinados y rectos en seguir las reglas dictadas por sus autoridades: también hay varios países tan latinos y sociales como Italia y España que son casos de éxito en la gestión de la pandemia. Se trata de Grecia y Portugal, y además, en el caso de Portugal, este país tiene ahora mismo un gobierno progresista de composición similar al español. Ambos países tienen además una población de edad avanzada muy importante, por lo que el Coronavirus era susceptible de cebarse con lusos y griegos con la misma saña que con italianos y españoles. En concreto, con tan sólo 2.145 infectados, 99 fallecidos y una tasa de mortalidad récord en el mundo desarrollado del 0,92 cada 100.000 habitantes a principios de esta semana, el caso de Grecia es especialmente interesante por ser un país con unos medios económicos realmente modestos tras la crisis de deuda que asoló el país hace bien poco, y cuyas consecuencias todavía están sufriendo severamente a día de hoy en el país heleno.

Pero el tema es que, como publicó la BBC, la crisis griega ha resultado ser un inesperado aliado en la pandemia, ya que los expertos concluyen que la delicada situación del sistema sanitario griego tras la devastación de la crisis hizo que sus dirigentes estuviesen gravemente preocupados por el panorama que se les presentaba ante el COVID-19, y como consecuencia actuasen de forma preventiva y anticipándose a los hechos: Grecia adoptó desde el primer instante medidas muy estrictas para contener la pandemia, que entraron en vigor tan sólo tras haber notificado el primer fallecimiento por Coronavirus en el país (España declaró el estado de alarma cuando ya contaba con 6.200 infectados y 191 fallecidos), y ahora va a mantener su cuarentena total como mínimo hasta el 29 de Abril. Justo esas medidas preventivas que tanto reclamamos desde estas líneas cuando era justo el momento de tomarlas, y exactamente lo contrario de lo que hemos visto por otros lares, en los que el riesgo del Coronavirus fue incluso menospreciado públicamente por parte de varios políticos y hasta en diversos medios con alcance (e influencia) nacional.

Algo similar ocurre con Portugal, que presenta una tasa de mortalidad de tan sólo 5,5 por cada 100.000 habitantes (recuerden que la de España a día 14 de Abril supera los 38 cada 100.00 habitantes), y a pesar de compartir 1.200 kilómetros de frontera terrestre con unos de los focos de la pandemia a nivel mundial como es España. De nuevo, la principal receta del éxito luso fue la anticipación y la previsión, y a que sus dirigentes sí que fueron capaces de aprender de los casos de éxito y fracaso vistos en otros países. Es éste un punto que desde aquí siempre dijimos que era esencial, especialmente ante un virus como el COVID-19 del que a principios de Febrero ya dijimos que lo más inquietante era que desconocíamos de él mucho más de lo que conocíamos.

Terminaremos este análisis multinacional diciendo primeramente que Bélgica es uno de los pocos países del mundo que está incluyendo todas las muertes extra-hospitalarias por Coronavirus en sus cifras (y son una proporción apreciable del total), además de que el país ya ha optado decididamente por hacer tests masivos a su población. Por otro lado, también hay que reconocer que no acaba de ser justo que Italia sea puesta “a secas” como ejemplo de una mala gestión de la pandemia, puesto que Italia cuenta con el eximente cierto que haber hecho de involuntario “conejillo de Indias”, al ser el primer país europeo que se enfrentó a la virulencia de la pandemia más allá de las ficticias cifras chinas. Es más, fue gracias a la fatal “punta de lanza” italiana en Europa por lo que otros países dispusimos de cifras reales y rigurosas antes de que fuese demasiado tarde, y que deberían haber sido tenidas en cuenta por nuestros dirigentes para actuar de forma preventiva. Sólo así podrían habernos evitado decenas de miles de muertos que, lejos de las asépticas e impersonales cifras que se anuncian cada día en los telediarios, tienen todos nombre y apellidos, familiares, padres, hijos, hermanos, y que son gente que ha sufrido lo indecible y ha muerto en la más absoluta soledad, sin ningún familiar que siquiera les acompañase y les cogiese la mano en el momento más dramático de su vida.

”And the winner is”… el que corte la sangría de fallecidos y lo haga bien (al menos a partir de ahora)

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Ya saben, tomen este análisis anterior meramente como una foto fija a día de hoy del estado actual de la pandemia en los diferentes países analizados. Porque la pandemia es como un ser vivo (o más bien muerto) en continua evolución, y la situación en cualquier país es susceptible de cambiar en cualquier momento, especialmente porque cualquier dirigente es capaz de cometer algún error grave y dar algún paso en falso. Lo verdaderamente importante es que, al menos, no sea uno detrás de otro, que reconozcan sus errores y aprendan de ellos, y que no ocurra como en otros casos en los que la más mínima auto-crítica brilla por su total ausencia.

Y tras todo lo anterior, y con la conclusión obvia de que el nexo mayoritariamente común a todos los casos de éxito han sido las medidas preventivas anticipadas, el confinamiento estricto, y los tests masivos, simplemente debemos dejar aquí preocupada constancia de que ahora el gobierno español ha puesto ya en marcha este mismo lunes una inconcebible relajación de las medidas de contención de la pandemia, para la que aún es demasiado pronto. Tenemos cifras de mortalidad y de contagios diarios todavía altos, y no es momento de relajarse, especialmente porque, después de UN MES de confinamiento, seguimos sin disponer de test masivos (pero que funcionen) para una población que realmente desconocemos hasta qué punto está infectada y puede volver a empezar a contagiar. Sólo así podríamos mínimamente replicar (tarde) con una cierta garantía los casos de éxito de Corea del Sur u otros europeos, especialmente una vez alcanzada la cota actual de contagiados masiva en España: ahora ya los tests masivos son absolutamente imprescindibles, y relajar la contención sin ellos es como tirarse a la piscina con los ojos cerrados. Y que conste también que ahora la OMS de nuevo ha hecho su papel, y ha advertido de que esas medidas son precipitadas en la situación actual.

El riesgo cierto no es ya que vayamos a tener que enfrentarnos a la clásica "segunda ola" de la pandemia de la que hablaban en este excelente artículo, sino que a lo que verdaderamente nos estamos arriesgando en España es a provocar un rebrote de la primera ola nosotros solitos. Y claro, llevamos confinados un mes para purgar los errores del pasado, y ahora, por no ir un poco más allá, vamos a ser los de los más lanzados del mundo en empezar a relajar la contención tras la devastación, y nos arriesgamos a acabar propiciando que pueda ser necesaria toda una nueva segunda temporada de confinamiento, con todo el daño vital y económico adicional e innecesario que causaría (el FMI ya cifra en un 8% el decrecimiento del PIB en España para 2020).

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Huelga decir que la extensión de la contención estricta no debería seguir siendo hecha mayormente a base de medidas económicas anti-empresarios, que van a provocar toda una sangría de defunciones empresariales que no permitirá recuperar muchos empleos cuando se retome la actividad totalmente, sino que una de las prioridades debe ser preservar el tejido empresarial con el concepto de la economía de “Start/Stop”, además de proteger a los trabajadores con ERTEs temporales. Y es que con las enfermedades son mejores los cuidados preventivos que los paliativos, pero una vez metidos en cuidados paliativos, lo que es muy imprudente es sacar de la UCI a un paciente que todavía está en estado grave, y pasarlo a planta antes de tiempo. Y eso es ni más ni menos lo que nos puede estar pasando en España, y que conste que, también sanitariamente, lo más importante para no morir de Coronavirus es contar con cuidados intensivos y respiración asistida el tiempo estrictamente necesario.

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