Otra predicción fallida en la pandemia: el sector turístico en España no se va reconvertir

Otra predicción fallida en la pandemia: el sector turístico en España no se va reconvertir
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Cuando estalló la pandemia y todo el que pudo huyó a su pueblo o a un entorno más rural para poder pasar el confinamiento en la naturaleza, todos pensamos que esta catástrofe sanitaria traería consigo un cambio de la sociedad tal y como la conocíamos. El urbanismo pasaría a la historia en pos del mundo rural y el contacto con la naturaleza y un mundo más sostenible se impondría.

Lo mismo sucedió con el turismo. El pasado año los destinos de montaña y los camping y caravanas cogieron fuerza ante el deseo de perderse en plena naturaleza mientras las playas levantinas y andaluzas languidecían sin turistas internacionales y nacionales.

Pero tan solo un año después la situación se ha dado la vuelta en ambos casos: en las ciudades apenas quedan viviendas disponibles y las playas están abarrotadas este verano 2021 sin necesidad de un turismo internacional en masa.

¿Qué ha pasado? O, mejor dicho, ¿es que no ha pasado nada? Porque, al igual que sucedió con la vivienda, parece que el cambio de paradigma turístico del que se hablaba en 2020 ha quedado de nuevo en otra predicción pandemia fallida.

El modelo turístico 'made in Spain' se consolida

La vacunación en España ha dado alas de nuevo al modelo turístico que llevamos explotando desde los 60: sol, playa y chiringuito. Solo hay que ver los datos de la comunidad turística por excelencia, la valenciana: más de un 90% de ocupación en la primera quincena de agosto, posiblemente en la que más personas hay de vacaciones en nuestro país.

Los datos de julio, ya mes cerrado, refrendan esta mejora, pues en Benidorm, la meca turística de sol y playa, la ocupación hotelera fue del 90%, muy diferente a hace un año, cuando su actividad hotelera se desplomó más de un 70%. Y todo ello a pesar de que la Comunidad Valenciana es de las pocas que mantiene toque de queda hasta la 1 de la madrugada en sus municipios más turísticos.

Si bien este año le ha ganado la partida al Covid con un casi lleno que nadie esperaba en Semana Santa, cuando estaba todo cerrado y la ruina era el lamento de la hostelería y el turismo. Pero la situación se ha dado la vuelta y el turismo nacional ha reactivado la maquinaria. Según datos del INE, las pernoctaciones hoteleras en julio de este año fueron de 26,4 millones, más del doble que en 2020, aunque aún lejos de los datos de 2019 (43,2 millones). Y si antes el 67% las pernoctaciones eran extranjeras, ahora más del 56% son nacionales, siendo las de turistas internacionales solo un tercio.

Por lo tanto, hemos sido los españoles los que este verano hemos emulado a los británicos y nos hemos cogido la sombrilla para clavarla en playas del Mediterráneo. Por su parte, en Baleares la ocupación turística se sitúa alrededor del 60% -depende más que Valencia del turismo internacional y es un destino más caro al tener que coger avión-, mientras que en Andalucía está entre el 70% y el 80%.

¿Y qué pasa con el turismo rural? A pesar de que este año no es el mismo boom que en 2020, en zonas de interior de Castilla y León hay entre el 90% y el 95% de ocupación, sobre todo en las cercanas a ríos y embalses, según la Federación de Alojamientos Rurales de Castilla y León. Los núcleos que están más alejados de estos enclaves se quedan en torno al 60%. Por su parte, Aragón está al 50% de ocupación, sobre todo con turistas en zonas del Pirineo y la montaña. En Navarra la ocupación en hoteles rurales es de entre el 80% y el 90%, en La Rioja, al 90% y en Extremadura entre el 70% y el 80%.

Por lo tanto, tampoco le va mal al turismo de interior. El más afectado es el turismo urbanita, con Madrid y Barcelona con una ocupación inferior al 40%, ya que dependen más del turismo internacional en verano. Es decir, lo que estamos viendo este año es lo mismo de otros años pero sin tantos extranjeros.

¿Esto qué supone? Que la vida sigue igual. España no tiene intención por el momento de cambiar su modelo turístico. La crisis nos ha devuelto a la realidad y es la que es: sol, playa, chiringuito y buen tiempo. Los que pedían un modelo de mayor calidad, más inyectivo que atraiga a un turista más exigente para ofrecerle una experiencia de altura tendrán que esperar. Porque el turismo se ha anclado a lo conocido y a lo que sabe hacer bien para salvar los muebles en una coyuntura muy complicada.

Recordemos que en 2020 sufrió la mayor caída de su historia superior al 77%, pasando de unos ingresos de 91.912 millones de euros en 2019 a 19.740 millones el pasado año. Por lo tanto, hasta que no vuelvan los turistas extranjeros en masa, no podremos recobrar el pulso y acometer las mejoras e innovaciones que este modelo también requiere. La primera es indispensable: ser más sostenible. De hecho, es uno de los objetivos del Gobierno, al igual que apostar por su digitalización. Pero parece que todo eso tendrá que esperar porque en Benidorm y aledaños la vida sigue igual que en los 60.

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