Hay una idea que subyace con fuerza de la reforma fiscal que el Gobierno ha presentado (a medias, hoy tendremos el resto, los importantes detalles): está encaminada a captar los votos de los trabajadores con empleo, de los que todavía no han visto como la crisis les afecta. Y el objetivo es lograr ganar las elecciones de 2015.
¿Por qué digo esto? Muy fácil. Primero, la rabaja fiscal es más importante para las rentas bajas, donde se concentran (desgraciadamente) la mayoría de los contribuyentes. Segundo, elimina la deducción por indemnización por despido. Es decir, vamos a compensar una recaudación menor con quitarle el dinero a quien más lo necesita, aquel que va a encontrarse en el paro. Y luego, de lado, se hace una rebaja para las rentas más altas aunque el nivel de impuestos será algo más alto que el que tenían en 2011 antes de las subidas de IRPF del Gobierno de Rajoy.
Lo que yo creo es que cuando un trabajador es despedido y le cuesta mucho encontrar trabajo le echa la culpa al Gobierno. Y en la situación actual un trabajador despedido tarda en encontrar empleo. Luego es un voto perdido. Los únicos votos que puede atraer el Gobierno son de los que todavía trabajan, los aproximadamente 16 millones, más los pensionistas.
Por tanto electoralmente es muy atractivo rebajar los impuestos a los trabajadores en activo y pensionistas por un lado, y luego tratar de compensar la caída de ingresos por otro. Por ejemplo quitando parte de la indemnización a los trabajadores despedidos. Para mi esta reforma fiscal es, efectivamente, una estrategia para lograr un puñado de votos.
En El Blog Salmón | Lo que no se cuenta de la reforma fiscal: el asalto a la exención de las indemnizaciones por despido