¿A quién debería confiarle mis inversiones, a un robot o a un humano?

¿A quién debería confiarle mis inversiones, a un robot o a un humano?
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No es ninguna novedad, estamos en la era de la tecnología. Todo se digitaliza, y la inversión no es una excepción. Hemos llegado al punto de que el responsable de gestionar nuestro dinero no tiene por qué ser un profesional altamente cualificado, sino un robot.

No, no estamos hablando de que R2D2 esté comprando y vendiendo acciones en la Bolsa de Nueva York, sino de una serie de algoritmos que deciden cuál es la mejor inversión para ti y que gestionan tu cartera en base a reglas preestablecidas.

Estos gestores robotizados se conocen popularmente como “robo advisors” y han simplificado al máximo el proceso de inversión. Haces un test, seleccionan tu perfil y te proponen una cartera adaptada a tus características. Tú solo tienes que ingresar el dinero en la cuenta y voilà, empiezas a invertir en piloto automático.

La inversión automatizada es cada vez más común en España y por este motivo nos hemos querido preguntar: ¿tiene sentido dejar nuestro dinero en manos de un robot?

Principales diferencias entre robo advisors y gestores tradicionales

Para responder a esta pregunta deberemos entender las principales diferencias entre los gestores tradicionales y los nuevos y automatizados robo advisors.

1. Objetividad: gestión impasible de tu cartera

Nos guste o no, los humanos somos imperfectos. A menudo, nos dejamos llevar por los sentimientos y cometemos errores, especialmente cuando se trata de dinero. Para que te hagas una idea, se ha llegado a estudiar el efecto de que haga sol o esté nublado en el precio de las acciones, y adivina, hay una fuerte correlación.

Los asesores digitales pretenden eliminar la variable sentimiento de la ecuación. Se ciñen a seguir sus algoritmos sin importar lo que piense la gente o lo que salga en los periódicos. ¿Se podría decir lo mismo de la mayoría de gestores de carne y hueso? Yo no pondría la mano en el fuego.

Aunque, en realidad, el factor humano siempre está ahí. La última palabra la tiene el cliente, quien decide si aumentar la inversión, mantener la cartera o retirar el capital. Por desgracia, aún no se ha inventado ningún sistema que evite que los clientes entren en pánico y retiren el dinero en el peor momento.

2. Personalización: un traje a medida para tu dinero

Otra de las diferencias es el grado de personalización. Si entras en un broker para buscar un fondo de inversión encontrarás centenares o miles de alternativas. Algunas pueden ser buenas opciones, otras malas y otras terribles.

Es normal que no todo el mundo se sienta capacitado para elegir una combinación de activos acorde con su estilo de inversión, tolerancia al riesgo y horizonte temporal.

Es aquí donde entra el famoso test y los algoritmos de los robo advisors. A partir de una serie de preguntas definen tu perfil de inversor y te ofrecen una cartera adaptada a tus necesidades. No es que creen una cartera de novo para cada cliente, sino que lo suelen simplificar con 5 o 10 opciones que deberían adaptarse a los distintos perfiles de inversor.

3. Comisiones: estrategias de inversión low cost

En el siglo XVII se vivió el maquinismo, donde se abarataban los costes a base de sustituir obreros por máquinas. Pues, salvando las distancias, estamos viendo algo similar con estas empresas fintech.

El hecho de automatizar todos los procesos y no tener que pagar los altísimos sueldos de los analistas bursátiles permite a los gestores robóticos ajustar mucho sus comisiones.

Según un informe de la CNMV, la comisión de gestión media de los fondos de renta variable suele estar alrededor del 1,70% anual. En comparación, podemos encontrar roboadvisors que ofrecen gestión de carteras por 0,40%, llegando a 0,80% cuando tenemos en cuenta todos los costes asociados (gestión, custodia y costes de los activos).

Según dicen, las comisiones son lo único seguro en una inversión, así que cuanto más bajas sean, mejor. Los roboadvisors son conscientes de ello y lo convierten en su principal baza. Algunos incluso insinúan que a medida que su volumen de clientes crezca, bajarán aún más sus costes.

¿Qué robo advisors se reparten el pastel en España?

Una vez entendidas las principales diferencias respecto a los gestores tradicionales vamos a ver qué asesores automatizados se pueden contratar en nuestro país.

Indexa Capital se posiciona como líder con más de 6.000 clientes. Ofrece carteras diversificadas a nivel mundial con fondos indexados. Otra alternativa es Finizens, que utiliza una estrategia de inversión similar pero incluyendo también fondos de bienes inmuebles (los llamados REITs).

En el caso de InbestMe, optan por utilizar ETFs en lugar de fondos por su amplia oferta y bajos costes. Por último, Finanbest es el menos fiel a la gestión pasiva y añade algunos fondos de gestión activa para complementar sus carteras.

Estos son los cuatro más populares, pero hay más. De hecho, los bancos le han visto las orejas al lobo y han empezado a lanzar sus propios gestores automatizados. Algunos ejemplos son Popcoin de Bankinter o Invertimos por ti de Openbank.

Entonces, ¿tiene sentido confiarle el dinero a un robo advisor?

Un niño de 12 años sería capaz de invertir con un roboadvisor, pero esto no significa que sea una forma de inversión adecuada para todo el mundo. Por muy personalizadas que sean las carteras hay varias consideraciones a tener en cuenta.

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Primero de todo, como en cualquier tipo de inversión, es imprescindible entender que no estamos hablando de inversiones seguras. Todos los roboadvisors invierten en activos cotizados en mercados bursátiles, lo que implica riesgo de perder dinero.

Además, la mayoría de sus carteras están orientadas a la inversión a largo plazo. La renta variable es muy volátil y es fácil que presente resultados negativos en periodos cortos de tiempo. Alargando el horizonte temporal hay más posibilidades de que se compensen. O al menos así ha sido en el pasado.

Por último, es fundamental conocerse bien a uno mismo. Mientras las cosas van bien y los mercados están en alza es fácil estar tranquilo. Pero tarde o temprano llegan los números rojos y la gente empieza a ponerse nerviosa. Es entonces la verdadera prueba de fuego y cuando debemos sentirnos cómodos con la gestión de nuestro dinero, ya sea por parte de un ser humano o de un algoritmo informático.

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