Mercadona es el supermercado líder en España de forma indiscutible. Según datos de Kantar, tiene una cuota de mercado de más del 25%, es decir, que una cuarta parte de las compras que se hacen en nuestro país son en Mercadona.
Y aunque sus competidores crecen a mayor ritmo en el último año (tienen más margen de subida) ahí sigue en liza la empresa fundada por Juan Roig, imbatible. Pero... ¿hasta cuándo?
La pandemia le vino al pelo para crecer como la espuma, pero ya el año pasado ganó un 6% menos por el tema de la inflación, que este año es peor aún. Por ello, Mercadona ha subido lentamente sus precios, ya lo analizamos hace unos meses por aquí.
Así, ya no es el supermercado tan asequible que conocimos en los inicios y que tanto furor ha generado en estos años. No, Mercadona ya no es lo que era. Y esto puede suponer el inicio de un declive que a buen seguro no le va a gustar a Juan Roig.
Más caro y más inaccesible
Como decimos, Mercadona ya no es lo que era y mucha gente está dejando de lado este super en favor de otras cadenas. El precio es el primer motivo. En un contexto de inflación como el que tenemos, la gente mira cada vez más el precio, y hay otras cadenas mucho más económicas que Mercadona.
La empresa valenciana está subiendo mucho los precios, y las familias, que cada vez tienen menos para gastar no se lo piensan. Van donde les sale todo más barato. Aunque eso suponga perder calidad en su compra. Porque, las cosas como son, los productos de Mercadona cada vez tienen más calidad. Y eso se paga.
Otro aspecto que puede jugar en contra de la cadena es que sigue aferrada a cerrar todos los domingos y festivos sus establecimientos. Aunque en verano sí abre algunos domingos en zonas de costa o mucha afluencia turística, lo normal es no abrir nunca. Algo maravilloso para sus empleados, pero no tanto para el cliente, que está acostumbrado a que los domingos puede hacer la compra al menos hasta mediodía en tiendas como Carrefour o Día.
Esta política inamovible en un contexto de liberalización del comercio cada más acuciante puede causarle efectos adversos, pues pierde parte de la tajada que sacan los super con las compras de domingo (y literalmente es bastante, porque mucha gente en las grandes ciudades sobre todo compra en domingo, cuando libra).
Una de las decisiones que más críticas le ha granjeado siempre es su predominio de la marca blanca. Mercadona quiere vender sus productos, no los de otros, y para ello destina mucho dinero a tener buenos proveedores que le sirvan casi en exclusiva. Ha alcanzado una gran calidad con su marca blanca y no quiere competencia dentro de sus establecimientos.
Entendible, pero deja muy poco margen de elección al cliente. En otras cadenas la marca blanca convive con la de fabricante sin problema, pero en Mercadona es prácticamente imposible. Y si hay otras marcas es porque todavía no fabrican productos propios iguales.
Otro tema es que le está costando hacerse al cambio de mentalidad de la sociedad en pos de la bio y lo ecológico, pues poco hay en Mercadona con esas características, aunque están intentando hacer alimentos más sanos, aunque todavía no lo consiguen del todo.
Por lo tanto, vemos cómo se trata de una cadena con una filosofía muy rígida a la que le ha ido bien siempre actuando de la misma forma pero que puede sufrir a medio plazo si no flexibiliza su política. El consumidor no es fiel a nadie cuando le tocan el bolsillo, y ahora mismo se lo están tocando más que nunca.