Muchas veces oimos a diario, mi casa vale X, tengo unos solares de lo mejorcito que podría vender por Y o mis inversiones en bolsa van como un verdadero tiro y les voy ganando Z. Esto equivale a las valoraciones patrimoniales de barra de taberna.
Tenemos la mala costumbre de valorar el patrimonio de la unidad familiar por el importe realizable o valor de mercado. Este valor de mercado se traduce en lo que nosotros creemos que valen nuestras propiedades si no cotizan, o en el valor de cotización si hablamos de productos financieros.
En este cóctel se combinan varios errores de cálculo que hacen vivir a las familias en la cresta de la ola, porque sólo se crea un falso sentimiento de riqueza irrealizable a corto plazo para muchos de los individuos.
Respecto a los activos inmobiliarios destinados a la inversión, tenemos que partir de la premisa que no valen absolutamente nada si nadie los quiere comprar. Para que me sirve a mí tener un maravilloso solar que “Vale 10 millones de euros” si no hay nadie dispuesto a comprarlo. Dada esta verdad inexorable, el valor más adecuado que podemos asignar a nuestras propiedades inmobiliarias es el menor entre el coste de adquisición o el último precio marcado por el mercado en situación análoga.
Ejemplo, mi vecino ha vendido un piso idéntico al mío por 100.000 euros y yo pagué en su momento por el mío 120.000 euros y lo tengo puesto en venta por 180.000 euros. Mi valoración patrimonial es de 100.000 euros no de 180.000 euros. Esta fórmula tienen que grabársela a fuego los chicos del ladrillo y sus cuentos de la lechera.
Respecto a las inversiones financieras, tomaré siempre el valor realizable si es líquido en el momento. Ejemplo: tengo acciones cotizadas de la empresa A, cuyo valor de cierre hoy es de 5.000 euros. Ese es mi valor patrimonial y realizable en el acto.
Por contra, si tengo un fondo de inversión, el cual no puedo mover hasta que pasen cinco años, y si lo muevo tengo una penalización del 20% sobre la cantidad invertida, mi valoración actual debe ser el importe depositado menos ese 20%.
Respecto a la valoración de otros bienes, como pueden ser obras de arte, joyas, empresas y similares, su valor es el equivalente al que podría obtener hoy mismo si dedico venderlos. Pero hoy, no mañana, con lo que ello implica. Es decir, vamos a olvidarnos del cuento de la lechera y a colocarle a nuestros bienes los precios realizables, no los deseables. Muchos de nosotros, si valoramos así nuestro patrimonio, nos podemos llevar una sorpresa muy ingrata.
Imagen | mynameisharsha
En El Blog Salmón | Aumenta la crisis, desciende el patrimonio, Debemos bajar nuestras expectativas del valor inmobiliario