Las plataformas de "compra ahora y paga después" están explotando, y esto es lo que cobran respecto a actores más tradicionales

Las plataformas de "compra ahora y paga después" están explotando, y esto es lo que cobran respecto a actores más tradicionales
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Nos guste o no, ejerzamos o no, o queramos reconocerlo o no, como resultado del actual modelo capitalista, vivimos en una sociedad consumista. Y eso no tiene porqué ser necesariamente malo si se ejerce con responsabilidad y sostenibilidad; ahora bien, el problema es que esas cualidades suelen brillar por su ausencia en nuestras Socioeconomías, y cuando hacen acto de presencia, rápidamente nos las borran de la mente.

Así, hace ya tiempo que nuestro modelo pasó del consumo al consumismo, y de ahí fue más allá y pasó al ultra-consumismo. La misma crisis sub-prime es una buena muestra de ello, o también los niveles de sobre-endeudamiento de nuestras economías. Deuda, deuda, y más deuda, para que sea usted “feliz” comprando todo eso que se merece pero que probablemente no necesita.

Y ahora llegan nuevas fórmulas “creativas” para profundizar en la tendencia , y en el mercado están explotando con éxito las plataformas de “compra ahora y paga después”, también conocidas por su acrónimo como BNPL. Si bien esa fórmula como tal es “más vieja que la tos”, es cierto que las nuevas fórmulas para facilitar el consumo instantáneo aportan algunos nuevos ingredientes de éxito… para sus cuentas de resultados, queremos decir. Bueno, para ellas y también para los consumidores que sepan hacer uso de ellas con responsabilidad y sentido común.

Del crédito al consumo a las nuevas plataformas de “compra ahora y paga después”

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Pues efectivamente y como les decía, ha habido un nuevo salto en el mercado de consumo. Y es un salto a la vez cualitativo, y cuyo éxito le está permitiendo ser además cuantitativo. Cualitativo porque esas fórmulas nuevas de BNPL aportan algunas novedades dignas de mención, y que de ser bien utilizadas ya les decía que pueden aportar buenas dosis de flexibilidad y más opciones al consumidor. Y cuantitativo porque esas fórmulas están teniendo mucho éxito en el mercado, las plataformas que las ofrecen están irrumpiendo con fuerza en el mercado, y en este punto están empezando a acaparar volúmenes de contratación y negocio nada despreciables.

Por la parte cualitativa tenemos que estas plataformas conceptualmente no ofrecen nada demasiado alejado a un simple crédito al consumo. Conceptualmente. Porque en la práctica pedir un crédito suele ser un proceso algo complejo y pendiente de evaluación de riesgos y aprobación, y aunque las empresas de créditos rápidos han agilizado y mucho el proceso (a costa de unos tipos de interés abusivos), lo cierto es que esos productos tradicionales distan mucho de la instantaneidad de cara al consumo en el acto, y se alejan peligrosamente de la facilidad de uso que las Fintech y las nuevas plataformas son capaces de ofrecer ya a día de hoy en el mercado.

Otra opción en el mercado son las tarjetas de crédito, que permiten por defecto postergar el pago hasta final de mes, y que además ofrecen en muchos casos una operativa extremadamente simplificada para fraccionar esos pagos fácilmente y casi en el acto incluso después de haber efectuado el pago. Pero es cierto que las tarjetas de crédito como producto no tienen el grado de penetración entre los consumidores que tienen por ejemplo las plataformas, accesibles a cualquiera de forma instantánea. Realmente aquí lo fácil de conseguir para todos los segmentos del mercado son las tarjetas de débito o las de prepago, que no implican ninguna necesidad de presentar nóminas ni de evaluar el perfil crediticio del cliente, pero por ello precisamente esas tarjetas ya no ofrecen las mismas facilidades de pago aplazado como norma general.

Por último, en el plano caulitativo, no se puede dejar de mencionar una de las innovaciones más relevantes traídas por las nuevas plataformas BNPL. En contraposición a los muchas veces altos tipos que las entidades repercuten a sus clientes por los créditos al consumo, o los también altos intereses de la flexibilización de los pagos ofrecida por las emisoras de tarjetas de crédito, o más aún los tipos casi abusivos de los créditos rápidos, es que además las nuevas plataformas BNPL en muchos casos no cobran absolutamente ningún interés por sus servicios de flexibilización de los pagos. ¿Entonces cómo lo hacen? ¿Dónde está el truco? Pues en que estas plataformas generalmente negocian con los vendedores su propio margen, y el consumidor puede así comprar productos de alta gama en cómodos plazos sin pagar ni un euro de más. Dependiendo del caso, a veces también pueden aplicar algún tipo más de cargo al finalizar los pagos. Eso sí, dados los productos habitualmente comprados y lo que supone el pago aplazado per natura, el riesgo de sobre-endeudamiento sigue siendo alto y estando presente en esta nueva forma de consumo y su financiación.

Y los “early-adopters” de estas plataformas BNPL están siendo… los más jóvenes, como no podía ser de otra forma, y llevando a un salto cuantitativo que va a más

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Como resultado de esas diferencias y de las innovaciones que como salto cualitativo ofrecen las nuevas plataformas, tenemos consumidores que lógicamente no quieren oír ni hablar de ir a una entidad y pedir un crédito. Lo que ahora quieren esos consumidores, y en especial los segmentos más jóvenes, es que en su tienda habitual le incluyan en la página del pago un plug-in de su plataforma de “compra ahora y paga después”, y que con un solo click le permita comprar en el acto ese producto para el que necesitan financiación y flexibilidad en el pago. Y todo con aplicaciones muy usables, muy accesibles, y fácilmente entendibles; sin apenas necesidad de entender conceptos bancarios que ni les interesan ni quieren aprender. Es la usabilidad de la nueva economía de las apps llevada al mundo de las finanzas y la banca: es el mundo Fintech en su máxima expresión, y se tiene ya ganados a los más jóvenes, que no olvidemos que serán los adultos con poder adquisitivo del futuro. El nuevo mercado Fintech de moda de las plataformas de BNPL no iba a ser una excepción, e igualmente es a los más jóvenes a los que más ha seducido.

Porque ese segundo salto cuantitativo que les decía ya está ocurriendo a día de hoy con cifras de negocio ya relevantes, y no sólo realmente por sus volúmenes de contratación, sino también por las altísimas valoraciones que estas plataformas están consiguiendo en el mercado, lo que además aporta una clara visión del futuro prometedor que los agentes socioeconómicos ven que tienen por delante. Así por ejemplo, tenemos a plataformas como Klarna con una fulgurante valoración actual de nada más y nada menos que $46.000 millones de dólares. Otro ejemplo es AfterPay, que parece ser que será adquirida por Square por la simpática cifra de 20.000 millones de dólares en un acuerdo aún pendiente de rubricar. Como informaba la CNBC en el enlace anterior, Afterpay por ejemplo a 30 de Junio de 2021 disponía ya de una base de clientes con 16 millones de compradores, y una red de proveedores con 100.000 vendedores. Y además está el hecho de que la tendencia no puede sino ir a (mucho) más con el paso del tiempo si los jugadores tradicionales no reaccionan, puesto que recuerden que son las generaciones jóvenes las que están siendo captadas en masa por los nuevos jugadores. Porque es que esos jóvenes ya vienen dando serias señales de advertencia a los jugadores tradicionales desde hace tiempo, con un mercado que les expulsaba casi sistemáticamente y les impedía el acceso a productos y servicios para los que sin embargo sí que crean demanda.

El problema es que esa demanda sí que existe, solo que ahora es distinta y ha mutado. Y las entidades tradicionales no están siendo capaces de adaptarse y subirse al tren, y optan simplista y categóricamente por asumir suicidamente como natural la exclusión de los más jóvenes. No se están dando cuenta de que ellos son los que no están sabiendo adaptarse a los nuevos tiempos, y que están perdiendo los clientes del futuro. Algunas de esas señales de alarma se las venimos exponiendo aquí ya desde hace tiempo, con los ejemplos más recientes del análisis “Lo de que comprar una casa es la mejor inversión hay generaciones que ya no lo ven ni de lejos” o del de “Los Millenials están firmando el certificado de defunción de muchas empresas, el tema es el porqué lo hacen”.

Pero, como al final la capacidad adquisitiva es la que es por mucho que se disfrace de gigante con un traje de flexibilidad del pago hecho a medida, un dato preocupante a considerar es que una parte importante de los clientes más jóvenes de las plataformas BNPL utilizan estos servicios Fintech como una forma de poder adquirir productos de gama alta y precios elevados, como ordenadores o ropa de diseño. Es un tipo de consumo que tiene literalmente obsesionados a los consumidores estadounidenses más jóvenes y con menores salarios, tal vez sea por ese efecto que hemos comentado otras veces que trae el deseo de poseer un producto que no te puedes permitir. Es la demanda reforzada por el efecto de la abstinencia forzada, y que hace que en cuanto el ansiado objeto de deseo se pone al alcance, algunos consumidores no reparen en la letra pequeña ni en los pagos venideros cegados por tantos meses de ardiente deseo comprador inviable.

En España se puede decir que este tipo de plataformas de BNPL todavía no han acabado de despegar, pero no duden de que es altamente probable que en este tema sigamos una vez más la estela marcada en Estados Unidos, y que en breve asistamos a cómo estas plataformas van arañando una porción relevante de la tarta del crédito al consumo, y que empiezan a atacar otro flanco del negocio bancario más tradicional. Y que conste que no sólo quitan clientes a los jugadores tradicionales, lo cual sería algo menos meritorio, sino que literalmente estos jugadores crean nuevo mercado donde antes no lo había, y son capaces de hacer aflorar esa demanda embalsada y que no encontraba un producto tradicional apto por el cual canalizarse satisfaciendo sus expectativas más Millenial. La innovación es la llave del futuro que más puertas abre en nuestro mundo actual.

No obstante, hay que decir que este tipo de plataformas BNPL existen en el mercado estadounidense desde hace años, pero es ahora cuando están teniendo su momento. El porqué de que sea ahora ya saben que puede esconder una parte de momento de mercado, otra de posibilidades de futuro, y una componente final de azar. Es cierto que es ahora cuando los consumidores están empezando a usar estas plataformas en masa. También es cierto que es ahora cuando hay nuevos jugadores que han abrazado la filosofía más nativa y tecnológica en forma de Fintech, lo cual les ha abierto muchas posibilidades tecnológicas y de nuevas posibilidades de financiación.

Y no es menos cierto que también habrá jugado un papel importante en esta popularización (al menos en las valoraciones de mercado) que los grandes capitales haya coincidido que han posado sus ojos y sus dólares ahora sobre estas plataformas, y las hayan puesto de moda en una tendencia que se refuerza a sí misma cuan “pescadilla que se muerde la cola”. Hasta la propia Apple está poniendo su punto de mira en este nicho de mercado. Seguramente el éxito de las plataformas BNPL es un mix de estos tres factores anteriores, porque lo que es seguro que ser capaces de predecir con total fiabilidad el próximo hit del mercado es tan imposible como hacerse rico en bolsa de la noche a la mañana: un servidor tampoco dispone de esa bola de cristal, porque si no seguramente no les estaría escribiendo aquí hasta altas horas de la madrugada.

Y es que los jóvenes aman las Fintech. Y no es para menos, puesto que suponen toda una revolución en el mercado no sólo por los nuevos productos y la facilidad y simplificación de uso y procesos que ofrecen, sino porque además han traído toda una nueva filosofía de democratización de los productos bancarios y financieros que hace que sean accesibles a (casi) cualquiera, desde cualquier lugar, en cualquier momento. No es ya tanto un tema de este producto o aquel, sino de lo que las Fintech llevan impreso de forma nativa en su ADN digital, frente a la mayormente obsoleta y cretácica concepción del servicio al cliente que lamentablemente todavía pervive en jugadores tradicionales. Se les están comiendo el pastel y con mucho motivo, y siguen preocupándose por indicadores y parámetros totalmente obsoletos. No hay peor gestor empresarial que el que, además de dirigir su entidad con una venda puesta en los ojos, lo hace también tomando decisiones basadas en los indicadores equivocados. Y así les está yendo.

Cualquier sistema socioeconómico hay un punto en que debe reinventarse ineludiblemente, y en ese punto las derivas hacen acto de presencia (aun a riesgo de no sofocar los fuegos)

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Cuando uno cree que el ultra-consumismo superfluo e innecesario ya ha llegado a su límite, el sistema y sus animalillos te demuestran que siempre son capaces de “innovar” e ir un paso más allá. Al igual que pasara con las funestas hipotecas sub-prime, que al final fueron otro tipo de ultra-consumismo (en este caso hipotecario) espoleado insuflando deuda a los que no pueden repagarla y gastar lo que adquieren con ese dinero, ahora con nuevas fórmulas “creativas” se trata de sobre-explotar los acuíferos de poder de compra de los consumidores. Y lo último que importa es si esos consumidores pueden gastarse lo que se gastan, si la tendencia es sostenible, ni si están creando una bola de nieve crediticia que puede acabar arrasando toda la economía.

Nada de todo eso importa, y esos animalillos sólo se preocupan por el corto rabioso rabiosísimo, y si en el siguiente trimestre sus cifras de créditos concedidos van a mejorar y van a cobrar su ansiado y cuantioso bonus. Esas naturalezas humanas siguen haciendo acto de presencia porque el sistema sigue instalado en la deriva cortoplacista que tantas veces hemos denunciado desde aquí, y que en primera instancia habría que cortar de raíz y pasar a dirigir la economía en base a otros indicadores alternativos al indicador “rey” de crecimiento del PIB, o permitiendo el regreso de una economía que se preocupe más del largo plazo, como ya denunciáramos incontables veces desde hace años al exponerles los perjuicios de lo que desde aquí acuñamos como “La dictadura del quarter”.

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Y que conste que aquí tampoco se les puede eximir a los propios consumidores de su parte de culpa ni de no haber ejercido su responsabilidad consumista, pero lo cierto es que al final, cuando sobreviene el desastre, banqueros, políticos y empresarios se van “de rositas” y no pagan por su parte de responsabilidad en el “desagüisao” ni aún cuando la tienen, y son los sufridos consumidores los que no se escapan, ni con un túnel subterráneo escavado con cucharillas, de la prisión socioeconómica que en la práctica supone vivir aplastado por una pesada losa de deuda familiar. Porque un servidor nunca tendrá un Ferrari por el mero hecho de que jamás me lo podré permitir, y si viene alguien ofreciéndome un crédito para por fin comprarme ese Ferrari “que tanto se merece usted”, pues lo mandaré simple y llanamente a venderle enciclopedias a su propia abuela (esperando que su sabia abuela tampoco se las compre).

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