Dos datos que contradicen el optimismo del Gobierno: los fijos discontinuos y los receptores del IMV

Dos datos que contradicen el optimismo del Gobierno: los fijos discontinuos y los receptores del IMV
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El discurso oficial sobre la mejora del mercado laboral en España se apoya en un paro que sigue a la baja y en la recuperación del empleo tras la pandemia.

Sin embargo, detrás de los números se esconden dos indicadores que cuestionan este optimismo: el uso masivo de contratos fijos discontinuos y el aumento sostenido del Ingreso Mínimo Vital.

Ambos reflejan que más allá de las estadísticas, la precariedad y la pobreza continúan siendo problemas estructurales en España.

Los fijos discontinuos, impulsados por la reforma laboral como alternativa a la temporalidad, han disparado su presencia a niveles sin precedentes. Por su parte, el número de hogares dependientes del IMV no ha dejado de crecer, reflejando un aumento de las familias que no alcanzan un ingreso mínimo.

Unos datos que empujan a plantearse varias preguntas: ¿en realidad el empleo en España va bien? ¿el existente es de calidad? ¿las políticas sociales puestas en marcha funcionan? Si todo va tan bien, ¿por qué cada vez más personas necesitan el IMV?

La cara oculta de los fijos discontinuos

Desde la reforma laboral, los contratos fijos discontinuos han crecido de forma exponencial. Su diseño pretendía sustituir la temporalidad por una figura indefinida adaptada a trabajos estacionales.

Sin embargo, en la práctica se ha convertido en una fuente de precariedad. Cuando no son llamados a trabajar, estos empleados dejan de percibir ingresos y cotizaciones, pero no computan como desempleados al figurar como demandantes con relación laboral. Esto contribuye a maquillar las cifras oficiales de paro.

En junio de 2025 había 747.046 demandantes con relación laboral, un 224% más que hace seis años. Si se sumaran al paro registrado, este aumentaría un 31%, hasta los 3,15 millones de personas. La cifra no solo supera ampliamente la de 2019, sino que muestra cómo la inactividad de los fijos discontinuos se intensifica en ciertos meses, especialmente tras periodos vacacionales o de alta demanda.

Su estacionalidad ha hecho que la rotación y la incertidumbre se mantengan, con efectos similares a los contratos temporales que pretendían sustituir.

Las estadísticas oficiales no desglosan claramente cuántos fijos discontinuos están realmente inactivos, pese a que distintas fuentes estiman que podrían rondar los 700.000 al mes.

Además, apenas un pequeño porcentaje cobra una prestación, lo que evidencia que muchos no alcanzan las condiciones para acceder al paro o simplemente se inscriben para no perder antigüedad en las oficinas de empleo. Todo esto refleja un mercado laboral donde la indefinición contractual no garantiza estabilidad real.

La cara oculta del IMV

El otro indicador que contradice la lectura positiva es el número de beneficiarios del Ingreso Mínimo Vital. En junio de 2025, la prestación alcanzó a 736.867 hogares, en los que viven más de 2,25 millones de personas.

Esto supone un incremento anual del 17,8%, lo que muestra que la necesidad de apoyo económico no deja de crecer a pesar de las mejores cifras de empleo.

La mayor concentración de beneficiarios se da en comunidades como Andalucía, que acumula casi un millón de personas cubiertas, seguida por la Comunitat Valenciana, Cataluña y Madrid.

Más preocupante aún es que el 41% de los beneficiarios son menores de edad, lo que subraya el impacto de la pobreza infantil. Además, dos tercios de los hogares con IMV tienen al menos un menor a su cargo y más de 127.000 son monoparentales, casi siempre encabezados por mujeres.

Las estadísticas confirman que la precariedad laboral afecta especialmente a las mujeres, que representan dos tercios de los titulares del IMV. El crecimiento sostenido de la prestación también refleja una pobreza estructural que no logra ser revertida por las políticas actuales.

La inestabilidad y la pobreza en España

Tanto los datos sobre fijos discontinuos como sobre el IMV muestran que los avances en el empleo conviven con una realidad social marcada por la inestabilidad y la pobreza.

La combinación de contratos indefinidos pero intermitentes y un aumento en las familias dependientes de ayudas públicas pone en cuestión la calidad real del mercado laboral.

La ministra de Inclusión ha defendido el IMV como una herramienta esencial para combatir la pobreza, pero su crecimiento refleja también que las soluciones de fondo siguen pendientes.

Si bien las cifras agregadas permiten al Gobierno sostener un relato de recuperación, los indicadores ocultos revelan la fragilidad del modelo y una realidad que, quizás, no es tan optimista como la que pinta el gobierno de coalición.

Imagen | Instagram, Pixabay

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