Por qué algo tan serio como el dinero nos hace tomar decisiones irracionales

Por qué algo tan serio como el dinero nos hace tomar decisiones irracionales
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El dinero debería ser un asunto de aritmética, pero es una cuestión de psicología. Por eso, cuando se trata de dinero, es inevitable tomar decisiones irracionales a menudo. Esas decisiones, como veremos, pueden hacer que no le saquemos todo el partido a nuestras finanzas personales, que gastemos de más o impidan que ganemos todo lo que podríamos.

Como he comentado en otros artículos sobre psicología del dinero, una de las claves para que todo esto nos afecte muchos menos (ya que, mientras seamos humanos, es imposible librarnos del todo de lo que vamos a ver) es hacer consciente lo inconsciente. Es decir, saber cuáles son y cómo funcionan esos mecanismos por los que el dinero nos hace tomar malas decisiones.

De esa manera, si los conoces, los reconoces cuando actúen. En muchas ocasiones, darnos cuenta de que estamos cayendo en sesgos cognitivos o trampas de marketing, disminuirá su efecto.

Y como siempre, cuando se trata de un tema importante, la causa de que el dinero nos haga tomar decisiones irracionales depende de varios factores que suelen operar a la vez. Son los siguientes.

Los sesgos cognitivos

Mujer pensando mientras escribe. Los sesgos cognitivos afectan al pensamiento y las decisiones, volviéndolos irracionales en ocasiones

Es imposible hablar de psicología del dinero sin hablar de sesgos cognitivos. Estos son atajos mentales que nuestro cerebro utiliza para procesar la información y tomar decisiones, a la vez que optimiza sus recursos. Es decir, que recurre a ellos porque ir tomando cada decisión con una valoración desde cero es inmanejable.

Sin embargo, la otra cara de la moneda es que estos sesgos, que todos tenemos interiorizados y automatizados, pueden afectar a nuestra racionalidad y nuestra economía personal. Hay muchos, pero los tres principales para el tema que nos ocupa hoy son:

  • El sesgo de descuento hiperbólico: Tras el nombre rimbombante se encuentra el hecho de que, evolutivamente, estamos programados para buscar la recompensa inmediata en lugar de pensar a largo plazo. Por ejemplo, muchos prefieren 20 euros ahora que 50 euros en el futuro, igual que preferimos gastar a ahorrar. Este sesgo nos dificulta planificar adecuadamente nuestras finanzas, altera la disciplina de retrasar la recompensa (algo rentable en economía) y nos expone a riesgos innecesarios.
  • El sesgo de la aversión a la pérdida: Es decir, que nos movemos más para evitar la pérdida que para conseguir una ganancia. Este sesgo nos hace conservadores de serie y limita las oportunidades de hacer crecer nuestro patrimonio.
  • El sesgo de la contabilidad mental: Hemos hablado de él cuando comentamos por qué se arruinan los ganadores de lotería y la tendencia a derrochar más fácilmente ese premio que lo que ganamos trabajando. Este sesgo hace que demos un valor diferente al dinero según su origen o su destino. ¿Irracional porque el dinero es el mismo? Sí. ¿Que se produce? También. Por eso existe el refrán de que «lo que fácil viene, fácil se va».

La propia naturaleza del dinero

Varios fajos de billetes, la propia naturaleza del dinero nos inclina a tomar decisiones erróneas

Otro de los grandes motivos por los cuales no podemos ser racionales con el dinero es por el hecho de que es el símbolo más poderoso de estatus. Y que, evolutivamente, estamos programados para buscar cuanto más estatus, mejor.

Es una de las drogas más duras y cuanto más tienes, más quieres.

De hecho, se ha demostrado que los ricos anhelan y tratan de conseguir más dinero que aquellos que no tienen tanto.

Un millón no le supone nada a Jeff Bezos ni le cambia la vida, pero trata de conseguirlo con más ahínco que quien no lo tiene. ¿Irracional? Puede y eso explica, en parte, cómo en Economía corremos al abismo persiguiendo beneficios desmedidos, aunque nos carguemos todo. Son incentivos perversos muy complicados de contrarrestar.

Esos mismos estudios nombrados concluyen que el dinero forma parte de la identidad y no podemos evitar compararnos con el resto de los que están cerca.

El problema es, pues, que el dinero no es en realidad un instrumento para conseguir un fin, como parece en teoría, sino que es algo muy ligado a lo que ansiamos las personas: estatus, pasando a formar parte de lo que creemos que somos.

Eso no ocurre con una verdadera herramienta, como un martillo (excepto para quien tenga fetiche y el martillo lo sea todo en la vida o algo así), pero con el dinero es inevitable. De ese modo, aparecen conductas aparentemente irracionales con tal de conseguir dinero y que nos harán tomar más de una decisión dudosa.

¿Un ejemplo clásico? Estar irremediablemente atraídos por la promesa, siempre falsa, de riqueza rápida. No importa si los métodos son claramente dudosos (como esos que dicen que visualizando el Ferrari aparece en la puerta) o timos de todo tipo, como NFTs y otros tulipanes digitales. Todos caemos en esas decisiones irracionales alguna vez.

La influencia del marketing y del contexto

Mujer con bolsa de compra en el Black Friday, las ofertas y el marketing nos hacen tomar decisiones irracionales

¿Por qué gastamos en cosas que no necesitamos realmente, dañando nuestra economía doméstica? Muchas veces, porque el marketing nos crea necesidades que no teníamos.

¿Por qué tomamos decisiones innecesariamente arriesgadas cuando apostamos y no nos retiramos si vamos ganando? Los casinos y similares son expertos en crear un contexto que fomenta esas decisiones (propulsado por alcohol, luces y un entorno de competición).

¿Por qué fuimos a Ikea a por una silla y hemos salido con dos mesas, una estantería y veinte cosas para la cocina? Ya vimos cómo el entorno creado en tiendas y comercios impulsa las ventas imprevistas y un mayor gasto.

¿Por qué hemos comprado 3 bolsas de patatas si solo queríamos una? Esa oferta de precio nos ha alterado las matemáticas y, además, no suelen ser tan chollo como aparentan, porque acabamos gastando más.

Efectivamente, muchas de esas decisiones de compra son puramente irracionales, no nos satisfacen realmente y no han venido tras un proceso lógico de valoración.

Cómo remediarlo

Mano metiendo moneda en hucha de cerdito. Hay algunos remedios para las decisiones irracionales que nos permitirán ahorrar más

La mala noticia es que no podemos evitar las decisiones irracionales al 100%. La buena noticia es que, al menos, podemos mitigarlas en parte.

¿Cómo? La primera solución ya la hemos visto. Cuanto más sepamos sobre esto, mejor, ya que se activará nuestra reactancia (en sentido psicológico es la reacción defensiva natural a resistir cuando alguien nos dice qué tenemos que hacer)

Aparte de eso, las soluciones eficaces son como muchas otras cosas importantes de la vida, poco sorprendentes e incluso algo aburridas.

Sistemas, sistemas y sistemas

El mantra de los buenos inversores, guiarse por sistemas y no por emoción, es aplicable a toda la economía doméstica.

Cuanto más automaticemos nuestra conducta con el dinero, mejor, porque no tendremos que tomar tantas decisiones y así no serán irracionales.

Si cada vez que llega la nómina tenemos una transferencia automática de una cantidad determinada a nuestra cuenta de ahorro, no tendremos que ver mes a mes si la hacemos o nos compramos otro teléfono. Si establecemos que solo sacamos 200 euros para ocio en efectivo y, cuando se gasten, se acabó, miraremos mejor cómo los empleamos debido a esa limitación autoimpuesta.

Presupuesto y disciplina

Al final, no hay otra manera y es otra piedra angular de la economía doméstica. Hemos de tener un presupuesto y ceñirnos a él, porque si no, los gastos adquieren vida propia y se multiplican aún más de lo normal, por todo lo que hemos visto.

¿Poco innovador y menos atractivo? Bien, esa es una señal de que seguramente funciona. No hay secretos realmente, son los principios fundamentales los que sostienen una casa firme.

Aparte de eso:

  • Establece objetivos. Si tú no decides dónde quieres ir en términos de dinero, no te preocupes, otros aprovecharán el contexto, los sesgos y el marketing para llevarte donde ellos deseen.
  • Compara precios y no te dejes llevar por las ofertas. La ignorancia sale cara.
  • Deja reposar las decisiones económicas. Ya vimos que, para vencer la inclinación a gastos innecesarios, el tiempo es nuestro aliado y mejor dejar pasar 48-72 horas antes de una compra. Las decisiones irracionales son las que más rápido se desinflan con ese paso del tiempo.
  • Cultura financiera. Educarse y saber más, como por ejemplo sobre este tema, siempre es una inversión con retornos positivos.

Como vemos, tomar decisiones irracionales con el dinero parece inevitable mientras sigamos siendo personas. En parte lo es, no lo voy a negar, pero tenemos mucho más poder del que creemos, especialmente, cuando aprendemos sobre el tema.

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