La realidad es una y los datos lo demuestran. Desde finales de 2019, millones de personas han visto cómo su capacidad de compra no mejora pese a que la economía global ha recuperado el terreno perdido durante la pandemia del covid.
Aunque los niveles de empleo y producción han aumentado en buena parte de las economías desarrolladas, los ingresos reales apenas han cambiado, dejando la sensación de que la recuperación no llega al bolsillo de los ciudadanos.
Este fenómeno no se limita a España. Los salarios están estancados desde el covid en casi todos los países de la OCDE, como demuestran los últimos datos internacionales comparables. La brecha entre la subida de los sueldos nominales y la inflación ha impedido avances reales en la mayoría de casos.
Un vistazo a los (preocupantes) datos
Las cifras dejan claro que los salarios están estancados desde el covid. Según la evolución desde el cuarto trimestre de 2019 hasta el primero de 2024, los sueldos nominales han subido con fuerza en la mayoría de países, pero esa mejora se ha visto prácticamente anulada por la inflación acumulada.
En el caso de España, el índice de salarios nominales ha pasado de 100 a aproximadamente 120 en estos cuatro años, lo que supone un crecimiento del 20%. Sin embargo, el índice de salarios reales apenas ha variado, moviéndose en torno a 97-98 durante la mayor parte del período, con una leve recuperación final hasta situarse justo por debajo de 100.
Es decir, los trabajadores españoles siguen ganando lo mismo en términos reales que a finales de 2019, tras haber perdido poder adquisitivo durante los peores momentos inflacionarios.
Una pauta similar se observa en otros países clave. En Alemania, por ejemplo, los salarios nominales han subido casi un 25% desde 2019, pero los reales permanecen en torno a 100, sin avances significativos.
En Estados Unidos, los ingresos nominales aumentaron aproximadamente un 20%, mientras los reales se han mantenido planos alrededor de 100, con una caída inicial y una posterior recuperación. Francia, Reino Unido y los países nórdicos muestran patrones parecidos, con ligeros repuntes nominales y estancamiento real.
Las excepciones que confirman la regla
Pocos países han conseguido avances reales. Portugales uno de los casos destacados: allí los salarios nominales han crecido más de un 20% y los reales han subido hasta alcanzar aproximadamente un índice de 110 en 2024, un aumento cercano al 10% en poder adquisitivo desde 2019. Greciatambién muestra una mejora real similar, lo que los convierte en excepciones dentro del panorama europeo y mundial.
Mientras tanto, economías como Austria o la República Checa incluso muestran caídas en los ingresos reales de entre 5 y 10 puntos respecto al nivel previo a la pandemia, a pesar de notables subidas nominales. En Turquía, los salarios nominales se han disparado —más de un 200%— pero la inflación aún mayor ha hecho que los reales apenas se mantengan estables.
Las razones del estancamiento
El hecho de que los salarios están estancados desde el covid responde a varios factores. En primer lugar, la inflación acumulada desde 2021 ha sido la más alta en décadas, superando con creces las subidas salariales pactadas en la mayoría de convenios colectivos.
En segundo lugar, las empresas han priorizado mantener márgenes de beneficio frente a subir sueldos al ritmo de los precios. Además, la incertidumbre económica, derivada de las tensiones geopolíticas y la crisis energética, ha contenido las subidas de nóminas.
Las diferencias entre sectores también han jugado un papel importante. Las industrias con fuerte demanda de personal cualificado han podido subir más los sueldos nominales, mientras que en los sectores tradicionales los aumentos han sido mínimos.
Esta heterogeneidad explica por qué, aunque las medias nacionales muestren estancamiento, algunos grupos sí han mejorado.
Un reto que no se puede aplazar
La foto global es clara: los salarios están estancados desde el covid en casi todos los países desarrollados, con ligeras mejoras en apenas un par de casos. Los trabajadores sienten que, aunque el empleo crezca, su esfuerzo no se traduce en un mayor bienestar.
En España y otros países, el desafío será lograr que los ingresos reales superen el umbral de 100 y puedan recuperar la senda de crecimiento perdido.
El tiempo dirá si los mercados laborales más ajustados obligan a las empresas a ofrecer mejores condiciones para retener talento. Por ahora, los datos confirman que la recuperación económica no ha llegado todavía a la mayoría de hogares. Resolver este desequilibrio es clave para asegurar una recuperación sostenible, pero ¿cuándo y cómo? ¿saben qué hacer los diferentes gobiernos?
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