Pescanova: lo que pudo ser y no fue para Galicia

Pescanova: lo que pudo ser y no fue para Galicia
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En este país de pan y fútbol, nos preocupamos mucho más por los Audis y por los Cristiano Ronaldo que por los temas que de verdad importan. Prueba de ellos es la noticia que ha saltado ahora en titulares en donde se ha consumado el réquiem de un despropósito continuo para Galicia.

Pescanova acaba de inaugurar en Portugal la mayor planta de cria de rodaballo. Esta planta creará 800 puestos de trabajo, de los que 200 serán directos. La inversión ha ascendido a 140 millones de euros, de los que ha sido subvencionada al 50% por el gobierno luso. Además, la planta no ha nacido de la noche a la mañana y la construcción también podía haber repercutido en el mercado laboral español.

Ahí, al menos, ha sido Vallehermoso la que se ha llevado el gato al agua. Ahora bien, ¿qué tiene que ver Galicia con esta planta? Mucho, más de lo que pensamos. Pescanova es una empresa eminentemente gallega, que hace gala de su comunidad y se vuelca con su tejido productivo. Su ubicación original era en la Costa da Morte pero finalmente no pudo ser.

La Xunta, con Touriño a la cabeza, consideró que la instalación iba a provocar un fuerte impacto ambiental en el ecosistema y dio largas a la empresa con la promesa de que buscaría otras ubicaciones alternativas. Lo más curioso, que el Ministerio de Medio Ambiente, siendo titular Cristina Narbona avalaba el proyecto.

LA Xunta anduvo muy torpe, mediando la proteccion de la Red Natura, demoraba los permisos u otro emplazamiento alternativo un día si y otro también, por lo que después de marear indefinidamente la perdiz, Pescanova se hartó, Portugal estaba a la zaga, toreó bien a sus ecologistas, protegiendo simultáneamente el medio ambiente y por si fuera poco le subvencionó el 50% de la inversión.

Esto no se puede consentir. Estas inversiones y estas pérdidas de puestos de trabajo no deben deslocalizarse por problemas de esta índole. Las rencillas políticas tienen que dejarse a un lado cuando hablamos de empleo, de tejido económico y de potenciar zonas realmente desfavorecidas como es el caso.

Si la autorización que concedió el anterior Gobierno de la Xunta no se hubiera paralizado, la planta se hubiera abierto hace al menos medio año en España, pero así es la política, en donde priman más los intereses o rencillas personales que el bien común para el que se supone que son elegidos nuestros políticos. Así nos va señores, con decisiones como ésta, mejoramos día a día nuestro tejido económico.

Imagen | Buho nº 30
Más Información | El Correo Gallego
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