Voy a exponer un argumento curioso, y posiblemente polémico, sobre el actual clima de tensión política que se vive en España desde hace ya muchos (demasiados) meses. Ese clima en el que todo el mundo se declara "moderado" y acusa de "radical" y "extremo" a la parte contraria. Ese clima en el que Partido Popular y Partido Socialista actúan como dos bandas callejeras enfrentadas, preocupadas sólo de atacar al rival en vez de actuar como lo que son (o deberían ser): los partidos que ostentan la representación mayoritaria de la voluntad democrática de los españoles, cuya principal preocupación debería ser buscar (a ser posible, en la mejor de las colaboraciones posibles) el bienestar de los ciudadanos. Pero aquí les tenemos, vitoreados desde los medios de agitación de masas (unos a favor de unos, los otros a favor de otros) enfrentándose por cuestiones tan peregrinas como la política antiterrorista (pues yo hice, pues ustedes hicieron, pues ustedes son peores) o los estatutos de autonomía (que ya ha quedado demostrado hasta qué punto son irrelevantes para la mayoría de los ciudadanos).
Mi argumento es que la culpa de todo la tiene la economía. Y me explico.
Estoy seguro de que en los planes del Partido Popular no entraba perder las elecciones de hace tres años. Aun así, las perdieron. No voy a entrar en qué medida pudo afectar el 11M al resultado de las elecciones, lo único que está claro es que el 14M el PSOE ganó las elecciones, y el PP pasó a la oposición. Pero también estoy seguro de que, una vez recuperados del shock inicial, los responsables de Génova estaban razonablemente tranquilos. Porque estaban convencidos de que el Gobierno de Zapatero, con esos conocimientos de economía "adquiridos en dos tardes", pondría en marcha medidas en el ámbito económico que, más pronto que tarde, harían zozobrar la situación económica del país: más inflación, más paro, déficit público, bancarrota de la seguridad social, el problema de la vivienda desbordado, estancamiento del crecimiento... frente a la autorproclamada "brillante" etapa económica liderada por Rodrigo Rato en las legislaturas de Aznar, los socialistas llevarían al caos la economía española y los ciudadanos (que no nos engañemos, estamos fundamentalmente preocupados por "la pela" y eso es lo que nos moviliza - aquello de "es la economía, estúpido") pondríamos contra las cuerdas al Gobierno, que caería como fruta madura, y devolveríamos el poder a los que "saben lo que se hacen".
Pero hete aquí que no sucedió así. Con Pedro Solbes a la cabeza, el Gobierno estableció una política económica que, en sus bases, bien podría haber firmado cualquier gobierno popular. Acompañada además de "grandes gestos" de esos que tanto gusta el Presidente, como la subida del salario mínimo interprofesional o de las pensiones más bajas. Y la inflación siguió en entornos razonables. Y España no ha dejado de crecer. El empleo florece por doquier. Cada vez hay más afiliados a la Seguridad Social. El Estado tiene superavit. Como dice Zapatero, "España va mejor que cuando decían que iba bien".
Así que, privados del que (repito, en mi visión personal) era el gran argumento de oposición, los populares tuvieron que buscarse otros temas arrojadizos. Y, por si la reacción ciudadana ante ellos no fuese suficientemente virulenta por sí misma, contaron con la ayuda de determinados medios de comunicación para hacer parecer que los temas elegidos eran de verdad los que preocupaban al ciudadano medio. Y esta estrategia (en la que por otra parte el Partido Socialista ha entrado de lleno, jugando al enfrentamiento cuando tenía bazas muy importantes en sus manos para haber tenido una legislatura plácida) es la que nos ha llevado a la situación actual.
Por lo tanto, siguiendo este razonamiento, podríamos decir que la culpa de todo la tiene Solbes :).
¿Realidad o ficción? Quién sabe...