Si algo se supone que tenía el cripto-mercado y las cripto-monedas era que iban a traer por fin la ansiada libertad financiera, y que con ellas por moneda y por bandera por fin los ciudadanos iban a empoderarse y dirigir tanto sus finanzas como su granito de arena en el conjunto del sistema financiero.
Como buena muestra de ello, ya en el pasado hemos visto cómo los cripto-activos han llegado a hacer en diversas ocasiones de puerto seguro en tempestades de los mercados. Y ello hacía honor a su carácter nativo de independencia y descentralización de la mayoría de ellos.
Pero el comportamiento visto recientemente en las cripto-monedas al calor de las caídas por el cisne negro de Evergrande ha distado mucho del de valor refugio que se les presuponía hasta el momento. Y no sólo no han actuado como refugio acorazado ante las inclemencias de los mercados, sino que han hecho todo lo contrario, dejando a muchos cripto-entusiastas totalmente estupefactos.
La última convulsión de los mercados puede ser otro cisne negro, y de nuevo nos llega volando y saltando por los aires desde China
No den ni mucho menos el tema por cerrado con los coletazos iniciales, que muchos han creído que es lo único que vamos a ver y que son los últimos estertores de un paciente que ya languidece: el eterno burbujón inmobiliario chino ante el que tantas veces les hemos advertido desde aquí. Los dirigentes chinos han demostrado ser incapaces de digerirlo y de explotarlo de forma controlada, y en la práctica sus medidas sólo han acabado prolongando hasta el infinito y más allá la fiesta de deuda para todos; una deuda con una buena parte de componente inmobiliario.
Evergrande efectivamente sigue su curso, y como todo cisne negro, a priori resulta imposible de cuantificar su alcance último, el daño que va a ocasionar finalmente, o si éste va a ser casi exclusivamente a nivel nacional chino, o de alcance internacional al estilo subprime. El hecho es que por ahora los defensores más acérrimos de China enarbolan categóricamente que esto va a ser un tema que las autoridades chinas van a controlar perfectamente, gracias a gran capacidad ejecutiva económica (léase hiper-intervencionismo y capacidad ejecutoria).
Nadie (absolutamente nadie) puede saber a día de hoy si eso va a ser verdad, o si se les va a ir de las manos: lo más prudente que podemos hacer es estar preparados incluso para el peor escenario que se pueda dar. Afirmar tajantemente semejante hipótesis de ”situación bajo control”, sin justificar tan apenas, revela que algunos se creen poseedores de la verdad única e inmutable, y que incluso se creen capaces de adivinar un futuro que todos desconocemos hasta sus últimas consecuencias.
Sin embargo, nosotros desde aquí nos limitaremos a aportar los datos objetivos, a exponer argumentos coherentes y justificados, a valorar los riesgos con rigor, y a no ponernos en los ojos vendas sesgadas o interesadas. Las cosas como son, y la economía salmón, que para manipular y para engañar ya tenemos a la siempre intrusiva y hostil propaganda: hoy dice una cosa, y mañana todo lo contrario sin despeinarse. Y ateniéndonos a ello, hay que reconocer que Evergrande entra en el terreno inexplorado de ver qué pasa ante un cisne negro descomunal, y qué capacidad de reacción (de nuevo intolerablemente tardía, al igual que ocurrió con la pandemia) tiene un gobierno hiper-intrusivo económicamente como el chino.
La cosa les puede salir bien, o les puede salir como a la Aurora con su rosario, según ocurre muchas veces en los estados represivos y totalitarios: toda la cadena político-económica está tan aterrada de que se descubra el pastel y de que les pueda acabar salpicando, con consecuencias muchas veces de ejecuciones y penas de muerte, que al final todo se tapa como se puede a casi todos los niveles. Pero hay veces en las que el viento huracanado es tan fuerte que puede hacer volar por los aires todo el castillo de naipes. Si estamos ante lo uno o ante lo otro, es algo que sólo el tiempo dirá, pero ya entrando en el terreno del análisis subjetivo y personal, lo de Evergrande pinta muy muy muy mal, y sus consecuencias últimas sólo se irán desvelando con el desarrollo de los acontecimientos (y de los hundimientos).
Al otro lado del espejo: no hay dos crisis iguales, y lo de Evergrande es todo un Lehman, pero habrá que ver sus consecuencias
Que conste que es cierto que lo de Evergrande es un Lehman en toda regla: una colosal deuda inmobiliaria diseminada por todo el tejido socioeconómico chino, con volúmenes y cifras que quitan el hipo incluso a un Todopoderoso, con millones de ciudadanos de la calle arruinados de por vida con un hipotecón por una propiedad que no van a recibir jamás, etc. Pero también es cierto que, al contrario que esos títulos subprime que estaban esparcidos casi por todo el planeta, la deuda de la insolvente Evergrande está mayormente en manos de tenedores chinos. Aunque, incluso probándose cierto, esto debería consolar sólo a los que tengan ganas de consolarse como sea. En nuestro mundo actual, ya sólo con que China se coja todo un gripazo la cosa puede ponerse muy muy muy seria para todos. No olviden que China es la segunda economía del planeta, tiene un volumen de sobre-endeudamiento brutal, y además sigue siendo la fábrica del mundo casi en el sentido más literal. Las ondas sísmicas de este terremoto muy probablemente se sentirían hasta en la otra punta del planeta. Y eso por no hablar del riesgo de desestabilización en un país de más de 1.400 millones de habitantes.
Porque el hecho es que, al igual que la burbuja subprime o la burbuja inmobiliaria española, en la debacle de Evergrande están involucrados en una u otra medida todos los agentes socioeconómicos del país, y especialmente los que tienen algo que ver con el sector inmobiliario. Dejando a un lado el hecho de que en China no hay inversor que se precie que no tuviese títulos del coloso inmobiliario, hay que decir que a nivel chino esto muy probablemente va a salpicar no sólo hasta el apuntador, sino hasta el señor de la última fila ataviado con sombrero de ala gris, bigote postizo, gafas de sol, y que mira inquisitivamente el patio de butacas entre el ala de su sombrero y el periódico que le tapa la cara. Aquí hay suficiente salpicón de marisco y basilisco amarillo absolutamente para todos.
Porque las cifras son de espanto, y la brutal deuda de Evergrande supone que hay 300.000 millones de dólares de deuda incobrable que está dejando a millones de tenedores temblando cuando no en la ruina total. Va a dejar igual a millones de ciudadanos chinos que han comprado sobre plano una de sus “flamantes” propiedades, endeudándose hasta las cejas por un piso que no van a recibir jamás. Bancos cuyos balances no pueden asumir una caída de Evergrande que ya es un hecho. Un sector inmobiliario que en su conjunto ha acabado dejando de ser fiable a ojos del ciudadano común, que ya no cree aquello de que “los pisos nunca bajan”. O administraciones locales que dependen vitalmente del sector inmobiliario y de las recalificaciones para su propia supervivencia, de forma incluso consolidada en sus balances municipales y regionales. Desde luego que lo de Evergrande supone un antes y un después para todo el mundo inmobiliario chino, y el efecto dominó no puede descartarse en absoluto.
Lo que tiene el dinero inmobiliario es que mueve muchos miles de millones, sus sobreprecios burbujiles dan para mucho, y los billetes llegan hasta el último rincón de cualquier socioeconomía (también la china). Así, cuando el flujo se corta, vienen los lamentos y los crujidos mortales. Imaginen cómo será la cosa que incluso las autoridades chinas empezaron afirmando que ellas eran más papistas que el Papa, y que no iban a hacer como los occidentales con Lehman usando dinero público. La propaganda no dudó en instrumentalizar lo de Evergrande para tratar de demostrar que ellos son más y mejores también como capitalistas.
Eso hasta que tuvieron que comerse sus propias palabras con patatas, y el banco central chino tuvo que envainársela y acabar inyectando 139.000 millones de dólares en un sistema que amenazaba con colapsar. La que deben de tener allí montada ahora mismo los chinos por mucho que estén tratando de taparlo y de apagarlo a manguerazos: no, si al final ese efecto dominó de Evergrande ante el que les alertamos premonitoriamente desde aquí una semana antes de que el asunto estallase podría acabar tumbando buena parte del tablero de juego chino, por mucho que allí el todopoderoso aparato de poder pueda por ejemplo forzar directamente a los bancos a rescatar a quienquiera que se les antoje en cualquier momento.
Vista la causa del (por ahora) potente estornudo, veamos cómo reaccionaron los mercados, y en especial el cripto-mercado
Pues empecemos por la parte más conocida, la de las bolsas. Si bien la reacción inicial de las bolsas fue violenta, la sangre no ha llegado al rio por el momento, aunque el chorro de la hemorragia es constante y puede acabar haciéndolo. El lunes de la semana pasada los mercados cayeron de forma importante por el miedo a Evergrande, si bien el pánico no cundió. Durante el resto de la semana y parte de ésta los índices se han recuperado con creces, aunque sin quitarle ojo a China ni por un momento.
Pero como les decía, tampoco en lo que se refiere a las bolsas den el asunto por superado, porque en un país como China con capacidad de hiper-intervencionismo, sin prensa libre, y con la tendencia político-económica de taparlo todo para salvarse que les decía antes, toda crisis en el wok chino se cuece a fuego muy muy lento. Las noticias y los análisis incómodos allí siempre van por detrás de los acontecimientos (si es que las llegan siquiera a publicar), y en paralelo a ellas vienen las reacciones de los mercados. ¿Y qué hay en el caso concreto del cripto-mercado? Pues lo cierto es que en esta ocasión, que ciertamente era una ocasión de oro para demostrar su libertad financiera a salvo de una crisis sistémica como es la de China (sea interna o no), las cripto-monedas han pinchado, y mucho.
No es que el golpe en los mercados arrastrase a las cripto-monedas, sino que lo que en los mercados fue un golpe en el entorno del 2% de descensos por el efecto Evergrande, en el caso de las cripto-monedas el golpe fue una caída en picado en el entorno del 9%. Y eso midiendo las últimas 24 horas hasta la publicación del artículo anterior, porque si nos remontamos al fin de semana (con las bolsas cerradas y el cripto-merado abierto), cuando Evergrande ya hacía mucho ruido, Bitcoin en ese plazo ligeramente más amplio por ejemplo cayó más de un 15%, desde unos 48.500$ hasta ligeramente por encima de los 40.000$. Y tengan en cuenta que en Bitcoin hay mucho inversor chino, por lo que es posible que en este caso Bitcoin haya sido una alerta temprana de lo que allí vivían, y que luego las noticias occidentales nos trajeron fuera de China.
Al contrario que en diversas ocasiones anteriores en las que Bitcoin&Co sí que han ejercido de puerto seguro, en esta ocasión ha sido todo lo contrario. Y eso que ésta ha sido la primera crisis sistémica que le ha cogido a un cripto-mercado que ya se había hecho mayor (en 2008-2009 con ma subprime lo cripto estaba en pañales). Casi nada con el activo refugio, casi que era mejor quedarse a la intemperie de los mercados.
Pero… ¿Habrá habido algo más desde las sombras y tras la nueva ola de ventas cripto?
Como en los mercados la casualidad rara vez existe, tampoco se puede pasar por alto y dejar de comentar el hecho de que, donde las bolsas se han recuperado con creces, el cripto-mercado no ha recuperado ni tan apenas un tercio de su caída precedente. Efectivamente, las cripto-monedas han seguido por regla general de capa caída. Y es que, en lo que ha cripto-monedas y China se refiere, casi que lo de Evergrande fue lo de menos la semana pasada. Poco después las autoridades chinas, en ese continuo juego de ir y venir que se traen con Bitcoin&Co (posiblemente para ir despistando al personal), parece que finalmente han podido optar por allanar el terreno al rodillo monetario hiper-vigilante que deben tener pensado que sea su futuro e-Yuan. Pueden haber decidido ir sacando definitivamente a la competencia del carril a base del último volantazo mortal.
De hecho, los descensos que siguieron a Evergrande también fueron muy acusados. Ethereum se zambulló un 7% tras el anuncio por parte de las autoridades chinas de la prohibición definitiva y la declaración como ilegal de toda transacción hecha con cripto-monedas. R.I.P. de la cripto-economía libre y legal en China. Ahora definitivamente, como ya les dijimos hace algunos años, los cripto-tenedores serán abocados a la clandestinidad, y sólo podrán recurrir para comerciar con cripto-monedas libres al mercado negro, sin duda poniendo en riesgo su seguridad personal y financiera. En China, cuando uno se sale de la imposición gubernamental, se juega muchísimo más que una simple multa.
Así que, como ya les decía que la casualidad no existe, no duden de que puede ser que, en ese selecto club de milmillonarios que es el parlamento chino, puede que haya podido llegar a haber algún movimiento o filtración. Así, podría haber sido posible que lo que hizo que Bitcoin&Co estuviese cotizando durante el fin de semana no fuese sólo un mero efecto Evergrande. De haber sido así, debería haber sido de esperar algo similar o incluso menor al impacto visto en las bolsas. La otra opción es que alguien se estuviese anticipando a una noticia que, entre la clase política china, podría haber sido ya vox populi desde días antes del “crackdown” público. Y es que Bitcoin en China tiene mucha negociación, y a buen seguro que también los hay bien posicionados políticamente en el país con Bitcoins en su cartera, y que hayan podido ser los primeros en vender.
No obstante, una de las mejores reflexiones que un servidor ha leído últimamente sobre este tema de Bitcoin y el “crackdown” en China ha sido la del usuario de Twitter @jabravo, que escribió un ilustrativo tuit que venía ha decir que “la prohibición de un activo por parte de un Estado significa que este activo pone en peligro la política económica del Estado. Si #Bitcoin pone en peligro la política económica de China, ya ha triunfado. Imaginad cuántas estructuras caducas peligran con tiempo y desarrollo”. Y no podemos estar más de acuerdo con él y, de hecho, ya les analizamos nosotros hace años que no está al alcance ni siquiera de la totalitaria China el borrar algo como Bitcoin de la faz de la Tierra, ay, digo, de China.
Así, vemos como la batalla final, tanto para la supervivencia del mundo cripto como tal, y también por la libertad financiera, no se juega actualmente en Occidente ni en su satanizada banca y sistema financiero. Tampoco se juega ahora mismo ya contra esos intereses creados occidentales que ya han asumido la cripto-economía como una revolución imparable, y que incluso han optado por encajarla y tratar de ver que se pueden beneficiar de ella si se transforman adecuadamente y ofrecen valor añadido. La verdadera batalla final por la libertad financiera se juega actualmente en esa China que prohíbe sin la más mínima contemplación toda transacción Bitcoin y de todo cripto-activo. Eso sí que es cripto-represión de la de verdad.
Y es que además China ahora aspira ya a dominar el mundo e imponer su modelo por doquier, como de hecho ya va haciendo sin prisa pero sin pausa en los lugares que van cayendo bajo su dominio. Dentro de poco igual tienen a los Bitcoiners como proscritos, con sus carteras frías intercambiando cripto-monedas en una lúgubre y lluviosa noche, sólo para escapar al rodillo del control hiper-vigilante gubernamental en su versión monetaria. Toda una distopía como las que anticiparon los visionarios cyber-punks de los 90, y justo por lo que se supone que nació Bitcoin. Con lo que no cuentan algunos es que allí también hay muchos seres humanos que son capaces de hacer muchas cosas por la libertad que ellos les quieren arrebatar. La batalla final se está librando, y el error chino podría estar siendo haberla declarado antes de tiempo, cuando la cripto-economía y otros estados todavía conservan una buena capacidad de reacción. Sólo el tiempo dirá. ¡Dios (en forma corpórea de Satoshi Nakamoto) salve a Bitcoin&Cía!
Imágenes | Pixabay tamimtaban | Unsplash pawel_czerwinski | Pexels miriam-alonso | Pixabay mohamed_hassan | Pixabay geralt | Unsplash sergiunista