Estos son los negocios que han quitado a la banca en los últimos diez años...y los que están por venir
Que a los bancos les quitaran el monopolio de muchos negocios financieros era algo que nadie se imaginaba hace diez años. La banca dominaba todas las transacciones que se hacían en este país, desde conceder préstamos a intermediar en compras de todo tipo. Subidas en la ola urbanística, las entidades vivían sus días de gloria concediendo créditos a destajo, financiando a constructoras, abriendo sucursales en los lugares más remoto y avalando las adquisiciones de los españoles, que empezaban a vivir como ricos cuando no lo eran.
Pero la crisis financiera, originada por las hipotecas subprime estadounidenses, supuso el inicio del fin. Los bancos entraron en serios problemas y casi hacen colapsar el sistema económico mundial, lo que llevó a los países a tener que rescatar a muchos de ellos si no querían condenar a los ciudadanos a la miseria. Tal es el poder que adquirieron los bancos que podían hacer saltar la economía mundial y la supervivencia de buena parte de la población, que dependía por entero de ellos.
Pero este crash tuvo -y sigue teniendo- muchas repercusiones. Además de la mala imagen que cogieron los bancos -culpados por casi todos los ciudadanos de las penurias a las que se vieron destinados a causa de los recortes a cambio de su rescate y de los desahucios-, empezaron a perder el monopolio de muchas actividades financieras ante la revolución tecnológica en ciernes y la cada vez mayor desconfianza de la población.
Preferentes, el gran escándalo
Cuando los bancos empezaron a darse cuenta de lo que se les venía encima desde el otro lado del Atlántico y los españoles comenzaron a tener problemas para hacer frente a los ambiciosos préstamos que habían adquirido en plena burbuja, recurrieron a una fórmula que ya hacía tiempo venían utilizando con éxito. Lo que no sabían era que el remedio iba a ser peor que la enfermedad.
Las entidades más tocadas, entre las que destaca Bankia por encima de todas, comenzaron a comercializar las famosas preferentes, algo que casi ningún ciudadano medio sabía qué era, pero que sonaba muy bien. Las preferentes son valores emitidos por una sociedad -en este caso una entidad- que no confieren al que las compra ningún derecho como accionista ni ninguna cuota de capital. Estos productos perpetuos, sin vencimiento y sin rentabilidad garantizada, tienen como única “ventaja” que tienen opción de pago preferente sobre otro tipo de acciones o sobre dividendos y se negocian directamente entre la entidad emisora y el potencial inversor. El Banco de España siempre las ha calificado activos de alto riesgo, pues pueden generar grandes ganancias...o mayores pérdidas.
Así se comenzaron a comercializar unos productos aconsejados solo a inversores expertos a miles de personas que en algunos casos no sabían ni escribir. Se calcula que se adjudicaron estos productos a alrededor de 400.000 personas que más tarde vieron cómo era imposible recuperar su dinero, lo que ocasionó un estallido social sin precedentes que sigue coleando, ya que aunque muchos han ganado por lo judicial, otros siguen a la espera de lograr recuperar algún día lo que eran los ahorros de su vida.
Con las preferentes los bancos y cajas de ahorros quisieron lograr liquidez por la vía rápida sin ningún tipo de reparo o ética social más allá de engordar la caja. Ahora, este negocio se ha ido al traste.
Fondos de inversión
Hasta no hace mucho, los fondos de inversión eran otro de esos productos que solo se podían adquirir en los bancos, los cuales tenían fondos adaptados a las necesidades de sus clientes y que también intentaban colocar a la mínima de cambio. Con la revolución del fintech, ahora es posible invertir en uno de ellos en lo que se ha denominado supermercado de fondos de inversión.
Estos lugares, generalmente virtuales, suelen aunar la oferta de fondos de inversión de varias entidades para que el interesado pueda acceder a una mayor gama de productos de la que le ofrecen en su banco habitual. Gracias a las ventajas de Internet, todo puede contratarse a golpe de click, ahorrándose la intermediación del banco. Si bien, las entidades, al verse amenazadas, han lanzado su propio supermercado de fondos o han entrado a participar en el capital de algunos de estos site, como es el caso de Unoe, cuyo capital es 100% del BBVA.
Esta moda ha llevado a Bolsas y Mercados Españoles (BME), el gestor de la bolsa española, a poner en marcha uno de ellos, para así tomar también su parte del pastel, que ahora es mucho más grande y con más comensales a la mesa. Hasta finales de año no estará operativo y podrán contratarse tanto fondos españoles como extranjeros.
Tarjetas de crédito
Este territorio dejó de ser de los bancos hace mucho tiempo. Desde que El Corte Inglés puso al alcance de sus clientes su famosa tarjeta, los bancos cada día tienen más competencia en este terreno, porque la mayoría de comercios tiene su propia tarjeta, que le evita tener que pagar comisiones al banco de turno por las compras que se realizan en sus establecimientos.
Casi todas las grandes enseñas de supermercados tienen la suya, si bien los clientes deben mirarse la letra pequeña varias veces antes de contratar una, pues las facilidades se pagan con altas comisiones. En cualquier caso, supone un nuevo varapalo para la banca, que ve cómo se le escapa parte del negocio que le reportaba jugosos beneficios.
Créditos al consumo
Los créditos al consumo también al dejado de ser patrimonio exclusivo de la banca. Esta actividad decayó durante la crisis, ya que los españoles no estaban como para consumir bienes que no fueran de primera necesidad. Si bien la recuperación incipiente ha vuelto a poner en solfa estos préstamos, y las entidades están en plena contienda para llevarse el máximo posible de clientes.
Pero ahora en la pelea hay más contendientes, pues entidades especializadas en concesión de créditos, como Cofidis o el Grupo Cetelem, o los propios comercios, como El Corte Inglés o Accordfin (Alcampo, Decathlon…) también tienen este tipo de productos, hechos a medida de sus clientes.
De este modo, el negocio tradicional de la banca va quedando cada vez más acotado, de ahí que cada día se escuchen más altas las voces que dicen que llegará un momento -más pronto que tarde- en que los clientes de los bancos tendrán que pagar comisiones para casi todo. Así lo advirtió no hace mucho el presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), José María Roldán, quien afirmó que en los próximos diez años los ciudadanos tendrá que acostumbrarse a pagar los servicios más caros “de manera más explícita”.
Aquí entran en juego también los TPV (Terminales de Puntos de Venta) que ayudan a gestionar los establecimientos comerciales creando tickets de impresión de ventas y gestionando los cambios de inventario, entre otras opciones. Si bien estos los suministraban los bancos a las tiendas, puede que pronto dejen de hacerlo. En Estados Unidos la herramienta Square está teniendo éxito entre los pequeños comercios, ya que les resulta más sencillo de utilizar al ser a través de una aplicación móvil, y también más barato.
Préstamos p2p
Toda la desconfianza y los recelos hacia el sector financiero han desembocado en otra práctica puesta en marcha por la economía colaborativa para dejar fuera de juego a la banca. Se trata de los préstamos personales o p2p, los cuales se hacen entre particulares sin que tenga que mediar ninguna entidad.
Las cantidades que se prestan no suelen ser muy elevadas, de hecho se considera que se conceden microcréditos, pero si proliferan completamente pueden hacer mucho daño al sector, porque se les está dejando absolutamente fuera de su labor más histórica. Aunque su origen es dar acceso al crédito a personas que no cumplen con los requisitos bancarios -lo que hace que los intereses sean más altos-, pueden acabar convirtiéndose en una opción cada vez mayoritaria, pues muchos pueden verlo como una inversión. De momento, ya existen portales especializados en ello.
Lo que está por venir
Pero esto es solo el principio, porque los bancos tienen una amenaza más grande en el horizonte. Las grandes empresas tecnológicas ya están sacando toda su artillería para ser los vehículos financieros de los ciudadanos, y van por buen camino. Por ejemplo, PayPal ya se ha convertido en uno de los principales medios de pago en el comercio online, mientras que Google tiene su Wallet para que los usuarios realicen los pagos a través de su plataforma.
Las firmas tecnológicas no quieren quedarse apartadas en un rincón como meras redes sociales o buscadores, sino que quieren ser miembros activos de la vida de los usuarios, de ahí que se hayan lanzado al mundo de los servicios financieros, conscientes de que el futuro va encaminado a que se hagan todas las compras a través de la red. De momento, Apple Pay es líder en los pagos a través del móvil en EEUU.