En época de elecciones, los políticos de dedican a prometer cosas, muchas cosas y en esta campaña, no iban a ser menos. De todas estas promesas, hay una que me ha llamado mucho la atención por la repercusión que puede tener para ser puesta en práctica dado que Aguirre ha prometido que los madrileños podrán firmar en el futuro hipotecas a la americana y se aceptaría la dación en pago, tal y como cuenta El Confidencial.
Esta promesa contempla que en caso de imposibilidad de pago de la hipoteca, la entrega de la vivienda salda la deuda y no hay posibilidad de reclamaciones futuras. Esta promesa, puede llevarse a cabo de dos opciones y ninguna de ellas encaja mucho dentro del panorama actual.
La primera opción, es el cambio en la Ley hipotecaria y reglamentos sobre el tema. Estos cambios se tienen que hacer en el Congreso de los Diputados no en la Asamblea de la Comunidad de Madrid, por lo que la candidata a la presidenta de Madrid tendrá que convencer primero a su propio partido y a la oposición para que voten a favor de lo que votaron en contra hace dos meses. Lógicamente, por aquí no van los tiros.
La segunda, es que realmente en España se pueden firmar hipotecas en estas condiciones sin responsabilidad futura si la entidad financiera y el hipotecado recurren al Art 140 de la Ley Hipotecaria sin necesidad de modificar nuestro actual ordenamiento jurídico. Es decir, tal y como dice este artículo, nuestra propia legislación está preparada para que la responsabilidad futura no surta sus efectos en las garantías hipotecarias.
Y como es obvio, esta opción es la más factible, pero claro, si Aguirre cuenta ya con algún acuerdo con el sector financiero o con las cajas de ahorros que aún controla para que se formalicen hipotecas en estas condiciones, no hablamos de promesas electorales, hablamos de una interferencia en toda regla en los acuerdos mercantiles y en el sector financiero. Y ojo este tipo de acuerdos, suelen llevar una contrapartida, por lo que la luz y taquígrafos son imprescindibles cuando hablamos de cambios en las reglas de juego o presiones a las empresas.
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Imagen | Esperanza Aguirre